¿Sueño o pesadilla?, la realidad de un inmigrante en España

Un joven de 19 años comenta la realidad de mudarse de país

Por Leire Xiomara Noboa – Colegio Jesús María García Noblejas

Emigrar es un desafío que va más allá de cambiar de país. Es empezar de cero, adaptarse y luchar por un futuro mejor. Este chico entrevistado dejó Ecuador para buscar oportunidades en España, enfrentando retos, aprendizajes y una nueva perspectiva sobre la vida. Nos cuenta cómo ha sido su experiencia, los obstáculos que ha superado y sus sueños en este nuevo camino.

Pregunta: ¿Qué te motivó a mudarte a este país?
Respuesta: La decisión de mudarme no fue fácil, pero hubo varias razones que me hicieron dar el paso. En Ecuador, mi familia siempre ha trabajado duro, pero las oportunidades son pocas, sobre todo para los jóvenes que queremos crecer y hacer algo con nuestras vidas. Mis papás siempre soñaron con darme una mejor educación y posibilidades de trabajo que tal vez allá no tendría. Además, siempre me ha dado curiosidad conocer otros lugares, ver cómo es la vida en otros países y ver hasta dónde puede llegar. Al principio, la idea me asustaba un poco, porque significaba dejar atrás a mis amigos, a mi familia y todo lo que conocía, pero también sentía esa emoción de empezar de cero y ver qué podía lograr en un país con más oportunidades.

P: ¿Cuál fue el mayor reto que enfrentaste al mudarte aquí?
R: Lo más difícil ha sido adaptarme. Todo aquí es diferente: la manera en que la gente te trata, el ritmo de vida, la comida, el clima… todo. Y aunque el idioma no era un problema porque se habla español, me di cuenta de que muchas palabras y expresiones no significan lo mismo, y a veces eso me hacía sentir fuera de lugar. Pero lo que más me costó fue la sensación de empezar desde cero. En Ecuador tenía a mis amigos, mi rutina, mi zona de confort. Aquí tuve que volver a hacer todo: conocer gente, aprender cómo funcionan las cosas y encontrar mi lugar en un ambiente completamente distinto. También ver a mis papás esforzarse tanto me motivó un montón, pero al mismo tiempo sentía una gran responsabilidad, porque quiero aprovechar al máximo esta oportunidad que ellos me están dando, ya que esto lo hago por mí y por ellos.

P: ¿Cómo ha cambiado tu perspectiva sobre este país con el tiempo?
R: Cuando llegué, pensaba que todo iba a ser más fácil, que las oportunidades iban a aparecer solas y que en poco tiempo me iba a sentir como en casa. Pero la realidad es otra. Sí, hay más oportunidades que en Ecuador, pero aquí toca esforzarse el doble para conseguirlas. Al principio, me costó entender cómo es la gente. En Ecuador somos más cálidos y cercanos, mientras que aquí, aunque las personas son amables, a veces se siente un poco de distancia, como si cada quien estuviera en su mundo y no le importara el resto.
También aprendí a valorar más mi país. Antes de venir, me enfocaba en lo que Ecuador no tenía, pero ahora me doy cuenta de lo increíble que es: su cultura, su comida, su gente. Ahora veo este país como un lugar donde puedes crecer, pero sin olvidar mis raíces.

P: ¿Cuáles son tus metas o sueños ahora que vives aquí?
R: Desde que llegué, mis metas han cambiado bastante. Antes de emigrar, solo pensaba en estudiar y trabajar, pero ahora veo las cosas de otra manera. Mi principal objetivo era estudiar algo que me apasione, posiblemente en tecnología o negocios, porque quiero aprovechar las oportunidades que hay aquí en esas áreas, pero es muy difícil compaginar las dos cosas y aquí no me mantiene nadie, solo yo. A largo plazo me di cuenta de que también quiero ayudar a mi familia económicamente, porque ellos han hecho un montón de sacrificios para que yo tenga un mejor futuro.  Otro sueño que tengo es, en algún momento, devolverle algo a Ecuador. No sé exactamente cómo, pero me gustaría hacer algo para ayudar a jóvenes que, como yo, buscan oportunidades para salir adelante. Puede ser con un negocio, una fundación o simplemente compartiendo mi historia para motivar a otros.

P: ¿Qué es lo que más valoras de haber tomado la decisión de emigrar?
R: Lo que más valoro es todo lo que he aprendido sobre mí mismo. Emigrar no es nada fácil, pero te obliga a crecer, a madurar y a aprender a salir adelante en cualquier situación siendo tan solo un adolescente de 18 años en un mundo de adultos. He aprendido a ser más independiente, a valorar las pequeñas cosas y a no dar nada por sentado. También, me ha hecho darme cuenta de lo importante que es la familia. Antes de venir, a veces no le daba tanta importancia a pasar tiempo con mis padres o con mis abuelos, pero ahora entiendo cuánto significa su apoyo y cuánto los extraño. Además, me ha ayudado a ver el mundo con otros ojos. He conocido gente de muchos países, he aprendido nuevas formas de pensar y he abierto mi mente a otras culturas. Eso me ha hecho más empático y me ha hecho darme cuenta de que, aunque venimos de diferentes lugares, al final todos compartimos las mismas ganas de salir adelante y hacer algo bueno con nuestras vidas.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.