Por Ignacio Marín (@ij_marin)
A veces tomamos decisiones hostigados, obligados por ideas que no se cansan de perseguirnos, de aparecer en cualquier momento del día o de la noche. En mi caso, una idea brotó para acompañarme con el anhelo de convertirse en una decisión. Y así ocurrió.
Quería aunar mi pasión por la escritura con el amor a un barrio que hasta hacía poco me resultaba ajeno. Esa idea me acosó hasta que se transformó en una decisión: escribir en este periódico que usted tiene entre manos.
A través de esta tribuna volví a sentirme periodista, comprometiéndome con la rutina de elaborar un contenido mensual que en cada número fuese distinto, atractivo, y a la vez tratase de los problemas cotidianos que nos afectan en este barrio. Esa rutina, unida a la exigencia de creatividad y a ese trasfondo social que desde el primer día le di a estas piezas, me resultó fundamental a la hora de lanzarme a escribir narrativa. Con dos novelas y una en camino que tratan sobre la idiosincrasia vallecana desde un punto de vista innegablemente social, puedo decir que esta ventana que me ofrece Vallecas VA tiene buena parte de la culpa de que hoy me pueda llamar escritor. Es de justicia, por lo tanto, estarles agradecido, especialmente estos días, cuando celebran su trigésimo aniversario.
En Vallecas VA he conocido a un grupo de profesionales apasionados y comprometidos con el periodismo y con su barrio. Porque cuando alguien se mueve por la pasión, nada le puede parar. Profesionales que hacen su labor con cariño, porque entre esas líneas, en la redacción de las piezas, en la maquetación, en las fotografías, en el diseño de la página web o en las publicaciones de las redes sociales, se vislumbra amor por nuestro barrio, por nuestras gentes, por nuestras calles, por nuestra tradición y por todo lo bueno que nos queda por venir. Es de justicia, de nuevo, agradecer a Mar, a David, a Miguel y a Jesús su profesionalidad y su amistad durante estos años. Porque si su trabajo es brillante, el futuro de este periódico lo es más.
Las páginas de Vallecas VA, las escritas y las que están por escribir, son ya imprescindibles para entender nuestro barrio. Durante los días que duró la Feria del Libro de Vallecas, la caseta del periódico exhibió todos los números desde su creación, una suerte de hemeroteca que está disponible en la Biblioteca Pública Miguel Hernández. Pasar sus páginas es emocionante, un viaje al pasado en el que descubrimos cómo se fue forjando este barrio con esfuerzo y abnegación. Pero también es triste descubrir que muchas de las injusticias que denunciaba este periódico siguen estando ahí. Problemas como la vivienda, la educación, la sanidad o la droga, por lo que es imprescindible que las luchas que arden en las páginas de esa hemeroteca no se apaguen hoy. Porque si se extingue ese clamor ante las injusticias tan nuestro, las páginas de Vallecas VA de las próximas décadas podrán hablar de muchas cosas, pero no de la dignidad vallecana.
Esta ventana que me ofrece Vallecas VA tiene buena parte de la culpa de que hoy me pueda llamar escritor. Es de justicia estarles agradecido, especialmente estos días, cuando celebran su trigésimo aniversario