EDITORIAL.
En un momento social en el que todo es tan cambiante, no resulta tan fácil eso de convivir. Convivir dentro de un Estado, de una comunidad, de un barrio… hasta llegar al propio hogar.
Convivir puede ser algo tan simple como “vivir junto con otro u otros”, o puede ser uno de los mayores aprendizajes que se pueda tener en la vida. Ello requeriría de una pequeña reflexión sobre el propio vivir, cosa que tal vez no resulte tan fácil… ¿Por qué no aprovechar que “estamos en situación de vivir con” para apoyarnos los unos a los otros y afrontar con mayor decisión eso de “convivir”?
Es muy común que uno se deje llevar por lo “establecido por la sociedad”. De forma que uno se puede encontrar al cabo de los años formando un hogar, teniendo o no unos hijos… pero, ¿lo que va construyendo coincide con lo que íntimamente uno quiere?
Una cuestión que muchas veces está en el centro de la queja de algunas personas es que los miembros de la familia no se responsabilizan del propio hogar. Pero habría que ver si es que se han generado las condiciones, si se ha creado “el espacio” en el que dar cabida a todos y cada uno de los miembros, o por el contrario, sin darnos cuenta, estamos imponiendo o nos están imponiendo una determinada manera de entender las cosas.
¿Por qué no intentar definir entre todos los miembros de una familia-hogar cómo es el hogar querido? ¿Por qué no hacer una pequeña reflexión personal y una puesta en común sobre cómo nos gustaría que fueran las cosas en casa, en la familia, en el hogar?
¿Por qué no intentar recoger lo que para cada uno es el “hogar querido”, y con todo ello dibujar un cuadro que recoja todo, en el que cada uno pueda sentirse incluido y de esa manera posibilitar que se pueda construir entre todos?
Desde el hacer posible la intencionalidad de todos y cada uno es que va a ser mucho más fácil que todos, incluidos los hijos, desde cierta edad sientan que esa construcción es compartida, y por tanto también vayan responsabilizándose de aquellas tareas domésticas que son imprescindibles para llevar un hogar con gusto.
También será importante darse momentos de seguimiento a esta intención. ¿Por qué no juntarse una vez al mes y entre todos revisar cómo va marchando ese “hogar que queremos”?
Intentemos buscar una mayor coherencia en nuestras vidas, empezando por lo más cercano, “nuestro hogar”, y así es como llegará mejor nuestra influencia a los vecinos, los amigos, el barrio, etcétera.
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