Olvidamos a menudo que, tras las nubes negras, la oscuridad y la tempestad, siempre está el sol. Volverá a salir y con él todos nosotros. Seremos dueños de nuevo de nuestras calles. No cabrá un alfiler en la Albufera, llenaremos las terrazas de la Plaza Vieja y los martes abarrotaremos el mercadillo de Villa. Los domingos volverá a atronar nuestro Rayo como si hubiese estado aguardando siglos entre estas nubes.
Cuando llegue ese día, todos revisaremos nuestra conducta y con ella nuestra conciencia, quien la tuviese, ya que nos tocará construir juntos un futuro nuevo. Tendremos que convivir con aquellos que, llenando sus carros, vaciaban las despensas de los demás, presos de la avaricia. Y con esos otros que, carentes de empatía alguna, huyeron de vacaciones sin importarles poder infectar a los demás.
Comprobaremos el nulo papel que jugó tanto la Corona como la Unión Europea. Una aprovechó la crisis para airear sus miserias y no aportó más que un discurso repleto de obviedades. Y la otra demostró, como en la crisis de los refugiados, que su política no es la de dar una respuesta común, sino la de sálvese quien pueda.
Veremos si con las medidas del Gobierno por fin se logró que cada uno se sacrificase en la medida de sus posibilidades. Comprobaremos si los ERTE fueron menos lesivos para la clase trabajadora que prohibir los despidos como Italia. Sabremos si la moratoria hipotecaria fue suficiente o si se pasó por alto no intervenir el mercado del alquiler como llevan reclamando los afectados desde hace meses.
Y lo más importante: ¿habremos aprendido la lección? La lección de que los servicios públicos, de una vez por todas, no se tocan. No por capricho ni por ideología, como nos quisieron hacer creer. Sino porque nuestras vidas dependen de ellos.
La lección de no precarizar ciertos empleos, porque llega el día en que nos salvan el pellejo. Y no hablo solo de sanitarios, sino también de profesionales de la logística, limpieza, alimentación, seguridad, mantenimiento, etc… Las ‘kellys’, por ejemplo, han jugado un papel crucial habilitando hoteles como hospitales. Durante 2019 la brecha salarial se agrandó aún más. El sueldo de los directivos aumentó un 4,58% mientras que el de los trabajadores apenas un 1,89%. ¿Quién será capaz de explicar los motivos de esta brecha a la ‘kelly’ que limpia una habitación por euro y medio o al empleado que ha recogido la basura a diario mientras el directivo teletrabajaba desde su casa?.
Conciencia de barrio
Y, por último, la lección de conciencia de barrio, una conciencia que no podemos arriesgarnos a perder los vecinos de Vallecas. Una conciencia que nos ha llevado a ayudar a nuestros mayores, ofreciéndonos a hacerles la compra, a no sentirse solos, a saber que hay alguien más allá de la pared. No podemos permitir que solo en estos momentos descubramos quiénes son nuestros vecinos. Si generamos una auténtica conciencia de barrio, si tejemos una relación de vecindad solidaria, estaremos preparados para un mañana que no sabemos si nos será hostil. Dispuestos en todo momento a hacer frente a los ataques de nuevos virus, ya sean microscópicos o vistan traje y corbata.
Por Ignacio Marín (@ij_marin)