ROBERTO BLANCO TOMÁS.
En julio de 2012 se aprueba la ley que declara a extinguir 26 categorías “no sanitarias” de la sanidad, entre ellas el personal de cocina, habiéndose “externalizado” hasta la fecha los servicios de limpieza y lavandería. En este panorama, el Sindicato Asambleario de Sanidad, con la colaboración de trabajadores del Hospital Virgen de la Torre, ha realizado un informe que pone de manifiesto “la enorme importancia del mantenimiento como públicas de las cocinas hospitalarias, ya que la calidad del servicio de alimentación constituye una parte fundamental en el proceso asistencial”. Dicho trabajo toma como ejemplo el mencionado hospital vallecano, un centro con 98 camas cuya actividad asistencial está centrada en el cuidado del paciente crónico avanzado.
Como se recoge en el informe, “desde hace décadas asistimos a un progresivo aumento del envejecimiento de las poblaciones”. Entre los países a la cabeza se sitúa España, estimándose que para el año 2050 el 35% de su población tendrá más de 65 años. Esto, entre otras cosas, tendrá como consecuencia “el rápido aumento de pacientes con patologías crónicas y pluripatológicas” —para entonces, el 27% de la población tendrá problemas de cronicidad, según datos OMS—. Teniendo en cuenta que este tipo de pacientes suponen hoy entre el 20 y el 40% de los ingresos hospitalarios, y que el 10% de pacientes crónicos ocupan el 55% de los días de hospitalización y un 5% de ellos el 42%, queda clara la “vital importancia sanitaria y económica de la atención hospitalaria de los pacientes ancianos”.
“Entre los múltiples problemas sanitarios que presenta la población envejecida —continúa—, no es el menor el de la desnutrición, problema que aumenta durante las estancias hospitalarias”. Según el estudio PREDYCES, debido a este trastorno se compromete el retraso en la recuperación, las estancias son más prolongadas, incrementa el coste, aumenta la tasa de reingresos prematuros, facilita una mayor susceptibilidad a la infección y contribuye a aumentar la morbimortalidad. Este problema puede verse agravado “por las deficiencias que presentan algunos servicios de alimentación hospitalarios, al ofrecer menús poco atractivos, con materias primas no siempre de la mejor calidad y con protocolos de dietas en ocasiones deficientes y poco adaptados a los pacientes”. Si en todos los hospitales es fundamental la calidad de la alimentación, “mucho más en el Virgen de la Torre, ya que está centrado en la enfermedad crónica, especialmente la avanzada, la mayoría de los pacientes atendidos son ancianos, y su porcentaje de cronicidad se sitúa en el 75%, con un alto grado de dependencia y fragilidad”. Esto su equipo lo tiene clarísimo, habiendo recibido ya unos cuantos premios en el campo de la nutrición.
El trabajo desmiente el supuesto ahorro de costes de la privatización. Entre todos los ejemplos que ofrece, destaca el relativo al servicio de alimentación del Complejo Hospitalario de Navarra, apuntando que el informe de la Cámara de Comptos de esta comunidad fue “taxativo: si se hubiese mantenido el sistema público, se habría producido un ahorro anual de 676.314€”. También pone de manifiesto la importancia de la calidad, considerando que “las dietas alimenticias constituyen un elemento esencial de apoyo en muchos procesos de recuperación médica, quirúrgica, y son la base esencial del tratamiento de la propia enfermedad en el caso de muchos procesos crónicos”, y señalando que “la calidad de los servicios prestados con medios públicos es muy superior a la que ofrecen empresas privadas”, así como denunciando que una de las máximas de la connivencia Administración/empresas es la de “te damos tanto por habitante y tú te quedas todo lo que ahorres”; lo que afecta, claro está, a la calidad de las comidas que se sirven.
El trabajo termina insistiendo en que “las Administraciones públicas deberían tener como objetivo el servicio a la población, que es quien soporta los gastos, y no el enriquecimiento de las empresas privadas”. “Es fundamental y coste/efectivo mantener la red sanitaria pública y, dentro de ella, y tan importante como la propia asistencia sanitaria, es el mantenimiento como públicos de los mal llamados ‘servicios no sanitarios’, básicos para la calidad, entre los que se encuentra la alimentación de los pacientes”, concluye.
Puedes leer el informe completo en: http://www.sasmadrid.org/