“Es fundamental que se propicie el placer de la lectura desde muy pequeños”

El autor, frente a la entrada a la Taberna “Proculi” de las ruinas de Pompeya

Entrevista con Cástor Bóveda, escritor y coordinador de Vallecas Todo Cultura

Por Isa Mendi

Se considera un emigrante de ida y vuelta que aterrizó en Vallecas en los años 70 y que ya no se ha movido de sus barrios. De origen gallego, vivió su juventud en Latinoamérica. Cástor Bóveda es una de las caras anónimas de la fundación Vallecas Todo Cultura que persigue el fomento de la lectura entre los más jóvenes de los barrios vallecanos. Su último libro, ‘Crónicas de (cuando) las aldeas fueron perdiendo la inocencia’, en el que ha trabajado más de dos años, es una recopilación de escritos suyos galardonados en diferentes certámenes.

P: ¿De dónde surgió la idea de publicar este libro?

R: De la necesidad de compendiar una especie de recapitulación de anteriores trabajos en narrativa corta, adaptando el estilo y lenguaje a los tiempos que vivimos, rescatando la magia de las aldeas de antaño. Una mezcla de evocación y de magia cotidiana.

P: ‘El Cartero’, ‘Trópico de Fuego y terciopelo’, El espejo quebrado’, La esquina del Edén’, ‘Quemas las naves’, ‘Amos Acero. Una vida por Vallecas’… son algunos de sus libros. ‘Crónicas de (cuando) las aldeas fueron perdiendo la inocencia’ ¿es tal vez el más íntimo?.

R: En cierta medida. Al revisar escritos y releerlos el filtro necesario fue rescatar aquellos que mejor representaban un estilo e historias con la luz de mis tamices más interiores. Todo ello con el condimento de ser testigo de la forma en que los pequeños hábitats como las aldeas o los pequeños pueblos en contraposición a las grandes urbes, han ido cambiando. Propiciando esa metamorfosis grupal por el cambio individual de las personas en el tiempo.

P: Su último trabajo es un recopilatorio de escritos suyos galardonados en diferentes certámenes ¿de cuál se siente más orgulloso?

R: Sin dudarlo, aquel en donde en el jurado estaba Juan Carlos Onetti, un certamen propiciado por ‘Marcha’, uno de los semanarios más valorado de toda Latinoamérica, Instalado ya en España, pocos años después, recuerdo haber estado una vez en la Casa del Escritor en Madrid, hablando de lo humano y divino en la Literatura. Además de la emoción de poder apreciar su humanidad, se me quedó estampada la charla, estando Onetti, como era habitual, tendido en la cama con un vaso de whisky y su sempiterno cigarrillo sujeto en los labios. Era un personaje en el mejor sentido del término.

La portada de ‘Crónicas de (cuando) las aldeas perdieron la inocencia’

P: En el resumen de su último libro dice que a comienzos de los años 70 del pasado siglo, era un jovenzuelo soñador y también, replicando a un escritor modélico «era feliz e indocumentado». ¿En qué se ha convertido con el paso del tiempo?

R: La frase de García Márquez es absolutamente aplicable. Y con el paso del tiempo he continuado en esa línea. La felicidad es un pimentón esporádico que se aplica al vivir y al pulpo a la gallega. Y en cuanto a la indocumentación, soportamos la avalancha o vomitona constante de informaciones y datos y materiales, muchos de los cuales son absolutamente inútiles, falsos y tendenciosos. Ahora debemos ocupar nuestro tiempo en desbrozar lo absurdo, los bulos y las mentiras del ‘input’ que tenemos desde todos los frentes que nos atacan. La indocumentación es el resultado de ese esfuerzo de despiojarnos de tales limacos asquerosos.

P: ¿Qué importancia tiene Vallecas en la producción literaria de Cástor Bóveda?

R: Es mi estilo ambientar mis pequeñas historias en ámbitos cerrados o mínimos, donde los personajes suelen destacar mejor. Sin incluir referencia concreta al entorno, sin darle nombre o, como mucho, con nombres inventados lo que permite al lector hacer su propia asociación sin ser orientado al respecto. La importancia del sitio donde habito viene de las observaciones de la gente, no de la localidad. Dicho esto, afirmo que los vallecanos y las vallecanas han tenido la especial forma de ser de quienes han apostado por la rebeldía y la solidaridad reivindicativa.

P: Usted es una de las caras anónimas de Vallecas Todo Cultura, una de cuyas apuestas es la promoción de la lectura entre los más jóvenes. ¿Qué valor le da a la lectura?

R: Los viciosos tenemos la tendencia a hacer proselitismo hacia el particular vicio. Igual que los sibaritas y, mucho más, los sibaritas viciosos. Todo entre comillas. El valor de la lectura es superior porque permite al individuo disfrutar de una buena historia, de una frase exquisita, de un desarrollo hermoso de las vidas de los personajes. Desde una novela hasta un microrrelato. Desde una crónica periodística hasta un cartel anunciador. Se trata de que el personal aprenda a disfrutar de ese vicio, de esas exquisiteces. Disfrutar con mayúsculas.

P: ¿Le preocupa que en Vallecas se pueda leer poco?

R: Mucho. En (VTC) Vallecas Todo Cultura realizamos el año pasado una encuesta entre escolares y a medida que la franja de edad iba aumentando los hábitos lectores iban menguando. Es fundamental que se propicie el placer de la lectura en los niños y niñas desde muy pequeños. Es la receta para evitar que la sociedad se vaya aproximando a las recuas de simios, con todo el respeto para los primates, o a los emisarios de la ultraderecha.

P: Próximos proyectos

R: En concreto continuar colaborando con las acciones de fomento de la lectura, que es la bandera de VTC. Y, personalmente, continuar sacando de vez en cuando la mini libreta que llevo en un bolsillo en donde apunto cosillas que me llaman la atención del vivir cotidiano. Otra cosa es que eso termine conformando un relato que ya depende de otras circunstancias, diría en broma, ajenas a mí.

P: Por último, ¿Cómo está viviendo la pandemia? ¿Esperaba la respuesta que ha dado Vallecas con el nacimiento de la red de apoyo Somos Tribu?

R: Con la paciencia que corresponde. E insultando la pantalla de la televisión cuando salen informaciones de irresponsables egoístas insolidarios que se saltan las necesarias cuestiones de llevar mascarilla, lavarse las manos y no respetar las distancias, etc. Cierto que la gran mayoría saben cumplir para evitar contagio en su hábitat. Pero cuando veo esas formas lamentables de actuar de algunos se me amplifica la tensión. En fin. Lo positivo es que en la otra cara de la historia surgen las acciones solidarias, por ejemplo, la red que comentas o las ayudas ciudadanas surgidas sin más apoyo que la buena voluntad de las gentes, llámense bancos de alimentos, ayuda en las compras cotidianas al vecino anciano, o sencillamente la entrega de tiempo personal a poner el hombro como forma de compartir respuesta positiva en tiempos “de cólera vírica”. Y en eso Vallecas no se ha quedado atrás.

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