ROBERTO BLANCO TOMÁS
Como ya se esperaba, la respuesta a la convocatoria de las Marchas de la Dignidad el 22 de marzo fue masiva. Las seis marchas procedentes de los confines del Estado español abarrotaron el centro de la capital con alrededor de un millón de personas. Los motivos de la convocatoria, ya de por sí amplios, quedaron aún más ampliamente desbordados, reuniendo a todas las luchas imaginables presentes en nuestro país, buena muestra de la lamentable situación que éste atraviesa.
“Una movilización por el pago de la deuda —rezaba el manifiesto—, por el empleo digno, por la renta básica, por los derechos sociales, por las libertades democráticas, contra los recortes, la represión y la corrupción, por una sociedad de hombres y mujeres libres, una movilización contra un sistema, un régimen y unos Gobiernos que nos agreden y no nos representan”. Todo eso y mucho más se pudo ver el 22 de marzo, incluido lo de los “Gobiernos que nos agreden”: como venía amenazando la delegada del Gobierno durante toda la semana anterior, al final hubo cargas policiales, con su saldo habitual de heridos y detenidos. El Ministerio del Interior desplegó en las calles madrileñas a 1.650 agentes antidisturbios, y los utilizó.
Pero esto, por habitual, no es la noticia. La noticia fueron esos miles de caminantes, encuadrados en seis columnas, una por cada carretera nacional que confluye en Madrid, a los que se sumó una auténtica “marea” de madrileños —con importante presencia de familias al completo, lo que puede dar idea de la extensión del seguimiento— para recibirles y sumarse a la convocatoria, uniéndose tras las diversas comidas populares las seis marchas en Atocha y avanzando juntas hasta Colón, donde se leyó el manifiesto.
A la hora de hacer balance, hay que destacar el éxito sin paliativos de la convocatoria, comprobable al observar cualquier fotografía aérea del centro de Madrid tomada la tarde del 22. Y, en cualquier caso, otra movilización que sumar a una lista ya difícil de enumerar por lo extensa, nueva prueba del enorme descontento popular ante las políticas que vienen llevando a cabo los Gobiernos del Estado español. Como la situación no tiene visos de cambiar, cabe vaticinar que no será la última. El poder y la calle siguen siendo realidades paralelas, que siguen su curso sin indicios de que alguna vez puedan converger.
Vallecas se volcó con las Marchas de la Dignidad
A.P. PUENTE DE VALLEKAS 15M
Hace un mes hacíamos un llamado a la vecindad indignada del barrio a participar en las marchas de la Dignidad. Pues bien, en nuestra asamblea cumplimos nuestro compromiso. Desde entonces nos hemos volcado en tareas de comunicación, difusión y logística para dar a conocer dicha iniciativa, silenciada en los medios. La acogida en el barrio ha sido muy buena, ya que se organizó una manifestación propia y una fiesta de apoyo con los distintos colectivos integrados en la coordinadora de las marchas en el barrio; pues ha sido aquí, concretamente en San Carlos Borromeo, donde tenían lugar las reuniones preparatorias de tal movilización. De ahí la importancia que se le ha otorgado a nuestro distrito por los más de 100 colectivos de base que hacemos parte de la iniciativa y la responsabilidad que hemos asumido como indignados y vecinos.
En cuanto al día 22 de marzo, no nos limitamos a sumarnos a la larga Marcha por la Dignidad desde nuestro barrio hacia el centro de la capital, sino que buscamos alojamiento para nuestros cansados compañeros en su estancia en Madrid, y para ello nos abrieron las puertas en San Carlos Borromeo y en la asociación de vecinos de Nuevas Palomeras; contribuimos con la donación de bebida, comida y su preparación, e incluso cocinamos un caldito, que repartimos a los dignos caminantes a su llegada a la Plaza Roja. Siendo también destacable que hubo quien les acompañó desde Arganda hasta Vallecas.
Respecto a la marcha en sí, primero recibimos como se merecían quienes llegaron de lejos y se dejaron parte de su salud en el camino, pero con la dignidad intacta y agigantada. Así les vimos llegar entre aplausos, abrazos y lágrimas. No tenemos palabras para describir lo que sentimos al poder ser partícipes de esta movilización por la dignidad, y apelamos a que quien participó ese día rememore ese momento y vea los vídeos de la jornada que circulan en internet.
Después de la comida, preparada y repartida por voluntarios, y el merecido descanso, tomamos la Albufera desde la Plaza Roja y marchamos a Atocha con una velocidad increíble. Una vez allá nos fundimos en la Gran Marcha por la Dignidad con las otras columnas, llegadas de otras partes del país y de la ciudad, para tomar el centro de la capital pacíficamente. Sumamos casi un millón de personas indignadas con este sistema y llegamos hasta la plaza de Colón, donde pudimos escuchar tranquilamente a los representantes de las diferentes columnas concentradas en Madrid.
Desgraciadamente, antes de finalizar el acto central las fuerzas policiales, o más bien el Gobierno que las dirige, reventaron la mayor manifestación desde hace décadas, de la que los medios solo transmiten a unas fieras, que no pudieron ser calmadas por los compañeros de Solfónica cantando a capela, presentándolas como víctimas. Desde el poder no se quiere reconocer el gran éxito de la movilización, sobre todo porque no ha hecho falta el aparataje burocrático de determinadas instituciones ni ha contado con la difusión de los medios del régimen.Ante lo cual, sólo nos queda decir e insistir: trabajo digno o renta básica, casa y servicios públicos para todos, ni un recorte más, no al pago de la deuda, fuera los gobiernos de la troika. ¡¡Gracias por venir!!