Redacción VallecasVA
Minuto 92, Raúl Tamudo marca un gol que le permite al Rayo Vallecano seguir en Primera División. Minuto 93 toda la afición rayista se abalanza al campo para celebrar con los jugadores, el milagro conseguido en Vallecas.
Así podría resumirse el partido que enfrentó al Rayo Vallecano con el Granada y que con el “Tamudazo” permitió a la franjirroja seguir en una de las mejores ligas del mundo. Los aficionados, quienes habían estado con el corazón en la mano durante los 91 minutos anteriores, explotaron de júbilo cuando vieron como el balón entraba en la portería contraria, tan solo un minuto antes de que el árbitro pitara el final del encuentro.
A partir de ese momento, dentro y en los alrededores del estadio se vivió una fiesta casi comparable cuando hace un año el Rayito subió a Primera tras mucho esfuerzo. La gente aun no lo podía creer, a solo un minuto del final su equipo había logrado la permanencia ¡Sí se puede! era el grito que retumbaba en la afición.
Un final merecido no solo para los jugadores y el equipo técnico, sino para toda la hinchada que no dejó de alentar a la franjirroja en ningún momento, ya que a pesar de la difícil situación económica que atravesamos, los aficionados no dejaron de seguir a su equipo allá donde jugara.
En la Albufera, en la calle Payaso Fofó, en Carlos Martín Álvarez, y finalmente en la fuente de la Asamblea de Madrid, solo se escuchaban cánticos de alegría ¡Es de Primera, el Rayo es de Primera!, ¡Nunca te abandonaré! que no solo coreaban los aficionados sino la gente que desde sus ventanas veía pasar a los seguidores rumbo a la fuente. Incluso se llegó a escuchar ¡Tamudo selección!, que más de un aficionado pedía.
Por unas horas Vallecas, el barrio obrero, reivindicativo, tocó el cielo y se olvidó de los políticos corruptos, de recortes y hasta de jugadas polémicas (como el mismo gol de Tamudo), los hinchas, esos que llevan tatuado el escudo franjirrojo no en la piel, sino en el alma, festejaron (algunos seguramente extenderán el festejo lo más que puedan) merecidamente ya con el corazón puesto en su lugar -«La gente aquí ya está acostumbrada a cosas así», declaró Michu al final del encuentro-, ya con el saber de la tarea cumplida, ya con la esperanza que en la próxima temporada las cosas dentro del club cambien, porque una hinchada como la del Rayo no solo merece jugadores que vivan la camiseta, como los de ahora, sino también directivos que sepan sacar al club adelante.