Una comedia filosófica sobre el bien y el mal

‘El peligro de las buenas compañías’. Autor: Javier Gomá. Director: Juan Carlos Rubio. Reparto: Fernando Cayo (Tristán), Carmen Conesa (Lola), Ernesto Arias (Félix) y Miriam Montilla (Julia). Teatro Reina Victoria, hasta el 8 de mayo

El elenco saluda al término de la función. Foto: P. L.

Por Pedro Lorenzo

‘El peligro de las buenas compañías’ es una comedia basada en el libro con el título ‘Quiero casarme contigo’ del filósofo Javier Gomá (2019) y la tercera incursión teatral de Gomá tras el monólogo ‘Inconsolable’ y su participación dentro del Teatro Urgente en ‘En el lugar del otro’. Es una comedia no exenta de controversia entre las buenas y malas compañías.

Siempre se nos ha dicho que evitásemos las malas compañías, que nos podían llevar al abismo. Y, sin embargo, como bien dice el autor, nunca nos han prevenido acerca de las buenas compañías, esa gente ejemplar que, de alguna manera en contraposición a algunas actitudes o pautas de actuación nuestras, nos hacen vernos inmersos en un infierno de calificativos negativos de los que no somos merecedores. Aparte es una comedia filosófica en la que se cuestiona el bien y el mal en clave de humor.

La obra refleja la relación de dos parejas: una tiene un éxito profesional sin discusión y en la otra el varón, un buenazo hacendoso y dispuesto a colaborar con todos, es un fracasado. No obstante, en la primera pareja la convivencia continuada durante más de 30 años hace que la relación se vuelva no solo cotidiana sino aburrida y tediosa. Esto hace que el buenazo del cuñado, Félix, un calzonazos, sea el espejo donde se exponga el marido, divertido, simpático, con un Fernando Cayo que hace un papelón impresionante. Una comedia dinámica, divertida, hilarante a veces, y muy recomendable por lo ingenioso del texto y la propuesta en cuanto a una filosofía diferente a la habitual. El resto de actores tienen su papel bien dibujado y lo bordan, al igual que la dirección solvente del prolífico Juan Carlos Rubio, que ya lleva en este año dos montajes en su haber: ‘En tierra extraña’ y ‘La isla’. La música de piano es en directo y conecta las escenas o separa los espacios escénicos. Una obra recomendable para pasar un buen rato y pensar. La filosofía es lo que tiene. “Un día sin bailar, es un día perdido” que decía Nietzsche y sin teatro más, diría yo.

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