«Los últimos españoles de Mauthausen»

J.M.B.

Fue un acto emotivo, lleno de denuncia y de recuperación de la memoria histórica de algunos de los 9.000 españoles que pagaron con torturas, privaciones y con la propia muerte el hecho de haber defendido a la república española. El autor del trabajo de investigación presentado el 9 de febrero en Vallecas Todo Cultura es el periodista Carlos Hernández de Miguel. Siguiendo lo que fue la peripecia vital de su tío Antonio Hernández, prisionero nº 4.443 del campo de concentración nazi de Mauthausen. El autor ha sabido recorrer las vivencias de los huidos de la España de Franco, enrolados en la lucha contra el nazismo alemán y finalmente prisioneros en los campos de exterminio de Hitler.

“Tenía que intentar contar nueve mil historias, una por cada uno de los españoles y españolas que pasaron por los campos de concentración nazis. Sentía la necesidad de reflejar sus anhelos, viajar con ellos en esos fatídicos trenes de la muerte, acercarme a su sufrimiento en los campos, a la solidaridad en que se apoyaron para tratar de sobrevivir, a su alegría durante la liberación y a la frustración a los pocos supervivientes que aún pueden hablar en primera persona. Conocerles ha sido uno de los mayores privilegios que me ha dado la vida”. Así se expresaba Carlos Martínez en el acto, que contó además con el testimonio en vídeo de uno de los supervivientes.
Carlos denunció la cobardía del Gobierno francés, que recibió a los españoles huidos del franquismo, encerrándoles en campos de concentración como si fueran bestias. Allí morirían de hambre, de frío y de todo tipo de enfermedades. Cierto que el Gobierno francés se encontró de repente con 527.843 españoles de todas las edades y condiciones para los que no estaba previsto ningún contingente. Las autoridades galas optaron por una drástica estrategia: agrupar, aislar y confinar a todos los españoles. Separando a los hombres de las mujeres, en espacios al aire libre, rodeados por alambradas y custodiados por guardias coloniales senegaleses. En esas duras condiciones, no es extraño que en los primeros meses murieran unos 14.617 refugiados españoles.

La lucha contra Hitler

Cuando Hitler invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939, Londres y París declararon la guerra a Alemania. La inminente contienda bélica provocó que las autoridades francesas pasaran a necesitar la colaboración de los hasta entonces molestos “delincuentes” españoles. El número de compatriotas que se pusieron a las órdenes del Ministerio de la Guerra francés supero los 100.000.

En mayo de 1940, el Ejército alemán ocupó Holanda, Bélgica y Luxemburgo, y comenzó la conquista de Francia. El 22 de junio, la Francia que controlaba el mariscal Pétain firmó un vergonzoso armisticio con Hitler, después de perder importantes ciudades, a decenas de miles de soldados y entre ellos a más de 10.000 soldados españoles. En septiembre de 1940, agentes de la Gestapo se presentaron en los campos de prisioneros diseminados por toda Francia para localizar a los republicanos españoles. Les fotografiaron uno por uno y realizaron una ficha: afiliación, origen, habilidades profesionales, si habían combatido voluntarios o habían sido llamados a filas en la guerra de España.

El francés Pétain y Franco presionaron para que los republicanos españoles regresaran a España. Al no conseguirlo, en la mayoría de los casos, se desentendieron, no considerándolos prisioneros de guerra, sino “rojos españoles”. Como tales fueron deportados al campo de concentración de Mauthausen. 9.000 españoles, conjuntamente con miles de judíos de diferentes nacionalidades, homosexuales, miembros de diferentes religiones y otros penados, condenados a la cámara de gas o a otros padecimientos crueles, durante cinco largos años. Una historia para recordar y nunca olvidar.

Foto: J.M.B.