Por Luis Carlos Ríos
Desde que uno se baja del bus en Valdemingómez, el olor a humo es penetrante. Se impregna en la ropa y en las mascarillas. Horas después, ya en el metro, seguirá perfumado el revés del cubrebocas. Conforme discurren las calles de la Cañada Real, en el sector 6, el aroma se acentúa. Mientras el sol decae, el sonido de los generadores empieza a zumbar de todas partes. La estridencia, al cabo de un rato, se vuelve imperceptible.
El aroma a leña y basura quemada, así como el estruendo, se comprenden por completo cuando el sol cae. La calle se convierte en una boca negra, apenas rasguñada por jirones de luz que vienen de las casas. El pasado 29 de diciembre también brillaban cinco racimos luminosos suspendidos sobre el cemento y los socavones. Se trata de ‘Nuestra Vida No Se Apaga’, una intervención del colectivo de artistas Boa Mistura, que desde septiembre de 2020 tiene su sede en Vallecas.
‘Seguimos a oscuras. Seguimos luchando’
Consiste en cuatro mensajes escritos con bombillas. En total componen 900 metros de sistema de iluminación LED con alimentación solar. Hacia los vecinos del barrio, los mensajes de aliento son ‘Seguimos a oscuras. Seguimos luchando’. Para los gobernantes y todos los de afuera, piden ‘Luz para Cañada’ y ‘Queremos contratos’. Más que festivos, las guirnaldas tienen carácter solemne. El dossier del proyecto no pasa por alto que las decoraciones navideñas cuestan a las arcas públicas madrileñas la friolera cifra de 3,6 millones de euros. Mientras tanto, los 4.000 vecinos del sector 6 padecen frío y penumbra.
En la calle, Houda Akrikez, presidenta de la Asociación Tabadol, saluda a la prensa y habla con los vecinos. Sus vecinos, porque se trata de su barrio. Estos reciben el espectáculo entre optimistas e incrédulos. Algunos salen de casa y preguntan de qué trata el evento. En sus caras y gestos se percibe frustración. Extrañeza. Desgano. Sin embargo, el ánimo de Houda es distinto. Ella, rodeada de niños y vecinas, mantiene viva la demanda de energía eléctrica en el sector. El liderazgo ciudadano de esta mujer no decae pese a enfrentar, año tras año, el silencio institucional de la Comunidad de Madrid o, peor aún, su rechazo. Llevan más de 400 días sin luz y algunos vecinos empiezan a pensar que nunca volverá.
Cambio de fecha
Haciéndose eco de esta situación, Boa Mistura acudió una vez más a la Cañada para dar visibilidad a la más que legítima demanda por luz eléctrica. La instalación, programada para antes de Navidad, se vio interrumpida por la intervención policial. Fue reanudada y completada los días 28 y 29 de diciembre. Los coordinadores del proyecto fueron María Corrales, que ha participado desde 2018 en intervenciones artísticas en el barrio, y Pablo Purón, ilustrador y publicista.
La policía también hizo acto de presencia al encendido de luces. Una única patrulla con dos oficiales dio una vuelta de reconocimiento, se bajó a comprobar si todo estaba bien y partió a los pocos minutos. También acudió a la cita Mónica García y Alicia Torija, ambas de Más Madrid. Ninguna autoridad regional se personó en el encuentro.
Los casi 2.000 menores que habitan el sector ven truncadas sus oportunidades de estudio e integración social sin electricidad. En el caso de infantes y neonatos, son incluso vulnerables ante las heladas de acuerdo a las Naciones Unidas. La falta de alumbrado público es también un factor de riesgo para generar conductas incívicas y delincuenciales, de acuerdo con la teoría de las ventanas rotas. Las condiciones de vida pobres e infrahumanas degeneran a su vez en otras calamidades sociales.
Boa Mistura sabe que la Cañada es parte de Vallecas. Como vecinos del barrio, han desarrollado varios proyectos en consonancia con la idea de dignificar y dar voz a las vidas de los más vulnerables a través del arte. Algunos ejemplos destacados son las intervenciones bajo los lemas ‘El alma no tiene color’ y ‘Nos están apagando’.