José Ibarra, Jesús Jaén y Carmen San José
(Activistas de la Marea Blanca en Madrid)
La Marea Blanca sigue activa. El 4 de abril hemos celebrado otra jornada de lucha contra las derivaciones de pacientes para pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas a la sanidad privada, lo que hemos denominado “la privatización encubierta de la sanidad”. Porque la consejería de Sanidad, así como el ministerio, no se limitan a privatizar hospitales, centros o servicios: además mantienen una estrategia, desde hace años, de minar las bases del sistema público de salud para transferir los recursos y medios a las empresas privadas.
Por ese motivo, desde todos los ámbitos y colectivos de trabajadores de la sanidad y la ciudadanía, hemos impulsado desde enero de 2014 una gran campaña en contra de las derivaciones a las clínicas privadas y centros concertados por la consejería. Esta campaña se llama Yo elijo 100% pública, y además de publicar abundante material informativo, convocó el 4 de abril una jornada de lucha basada en concentraciones y manifestaciones en los centros sanitarios y barrios madrileños. La campaña ha tenido un fuerte impacto: basta aportar dos ejemplos muy ilustrativos y varios datos extraídos de informes oficiales.
El primero de todos es que el mismo 4 de abril el consejero Javier Rodríguez tuvo que celebrar una rueda de prensa para hablar de las derivaciones. En ella “desmintió” que se estuvieran derivando más pacientes a los centros gestionados o de propiedad privada. En esta rueda de prensa aportó el dato de un descenso del 17% en el número de derivaciones, que ha sido desmentido desde diversos medios (la web de Patusalud publicó un artículo donde se afirmaba que las derivaciones habían seguido aumentando en el 2013 en torno al 12%). Además, lo que no dijo el consejero es que ese dato —si fuera cierto— no es consecuencia de su política, sino del rechazo social que se extiende cada día más a las derivaciones.
Efectivamente, los informes filtrados por medios de comunicación como El País indican que “el rechazo a ser operado en centros privados concertados ha crecido hasta un 49,8%” (y este dato no incluye una parte muy importante del sistema de derivaciones: las pruebas diagnósticas, tratamientos rehabilitadores o consultas de especialistas; es decir, solamente se ha tenido en cuenta el capítulo de intervenciones quirúrgicas). Esto significa varias cosas:
- Que aumenta la conciencia entre la ciudadanía sobre la utilización de los recursos públicos y el rechazo a las políticas neoliberales, que proponían las privatizaciones porque el modelo empresarial era mucho más eficaz y operativo que los “anticuados” servicios públicos.
- Aumenta además el prestigio de la sanidad pública y el rechazo a las privatizaciones (sabemos por otras encuestas que rondaba el 80%). Pero en este caso el mérito es mucho mayor, porque el aumento de este rechazo a las derivaciones se da en un contexto donde el paciente que se niega a ser operado en un centro privado se ve penalizado con un aumento en el tiempo de espera para su intervención (desde una media de 12,3 días de las personas derivadas a los 103 días de quienes rechazan ser intervenidos en un centro privado).
- Esta situación ha llevado a que aumente la lista de espera en Madrid: 72.695 pacientes en diciembre de 2013 frente a los 57.722 del año anterior (Infolibre, 3-4-2014).
Consecuentemente, la campaña Yo elijo 100% pública está denunciando las derivaciones por varias cuestiones:
- Las listas de espera se producen porque la consejería de Sanidad no quiere utilizar todos los recursos públicos que ya existen. Y se niegan a contratar los trabajadores necesarios para rentabilizar instalaciones y aparataje.
- Detrás de las derivaciones hay un inmenso negocio para las empresas del sector sanitario propiciado por los gestores de las puertas giratorias. Millones de euros van destinados a estas empresas. Esa descapitalización de lo público va paralela al incremento del patrimonio de las empresas privadas, cuyos ejecutivos se mueven como buitres en busca de su propio beneficio personal. Por eso la campaña en contra de las derivaciones se podría resumir en dos frases: ¡Derivar es privatizar! ¡No es por tu salud, es por su negocio!