Escribe: Juan Carlos Saire.
Paca Sauquillo fue una de las grandes impulsoras de las asociaciones vecinales. Junto a otros luchadores sociales, impulsó la creación de la primera asociación vecinal que se creó formalmente en 1967, en Palomeras Bajas. A partir de entonces empezó una lucha legal por la reivindicación de las necesidades básicas para el barrio, que dieron como resultado el Vallecas que ahora todos conocemos.
Esta abogada, que actualmente dirige el Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad (MPDL), con sede en Entrevías, ha dedicado toda su vida a la lucha por los desfavorecidos. Aún tiene vivo el recuerdo de la década de los sesenta en la que acogiéndose a la Ley de Prensa e Información, lograron formalizar la primera asociación vecinal de España. «Aprovechándonos de esa ley, junto a los vecinos y sacerdotes progresistas de la zona, creamos la asociación. A partir de allí eso nos sirvió como instrumento para reunirnos unas 20 personas, que era lo máximo que estaba permitido entonces».
Esas reuniones servían para coordinar las acciones en favor de los vecinos, quienes llegaban a Vallecas procedentes de Andalucía y Extremadura con sus trastos a cuestas y entre gallos y medianoches, construían sus chabolas, en una zona que carecía de servicios básicos. «Cuando llegué al barrio, a mitad de los 60, había ya 12 mil chabolas levantadas, la gente vivía hacinada, sin agua, lavaban en charcas, no había ningún tipo de servicio básico. El analfabetismo era muy fuerte. Se consideraba que pasado el Puente de Vallecas era zona roja, y en aquellos años rojo era sinónimo de problemas morales y de todo tipo», recuerda.
Gracias a la constitución de las asociaciones vecinales, se consiguieron ganar muchas batallas, tres de ellas muy significativas para la vida del barrio. La primera fue la gran victoria contra los planes parciales bajo el eslogan «Viviendas aquí y ahora», que hizo que los vecinos no fueran echados del terreno al que habían dado plusvalía. La segunda fue la manifestación contra la carestía de la vida, » la defensa del pan», en la que las asociaciones de vecinos de Vallecas que ya habían sido formadas para entonces, junto a las otras de Madrid realizaron una concentración masiva en Moratalaz. La tercera, que marcó un hito, fue la que se realizó en la calle Preciados a favor de las libertades y por el derecho de asociación. «No sólo queríamos viviendas dignas en los barrios y una carestía de vida que nos permitiera avanzar, sino queríamos libertades democráticas».
El futuro
Sauquillo, quien trabajó al lado del mítico Padre Llanos, además de Gabriel Rosón, José Jiménez de Parga y Fabián Fernández de Alarcón, párrocos de Palomeras Bajas, Palomeras Altas y del Cerro del Tío Pío, respectivamente, entre otras personas, vio cómo en los ochenta, las asociaciones de vecinos fueron dejando de lado las luchas con las que se había forjado el barrio. «Cuando llegó la democracia pensaron que el papel de las asociaciones vecinales ya se había cumplido y que no se tenía que hacer nada más, porque ya la gente vivía en buenas casas. Muchos de los representantes vecinales se presentaron a las elecciones como concejales», apunta.
A su juicio, en esa década hubo «relajación ideológica» y se pensó que todo se podía resolver desde los ayuntamientos. Sin embargo, aclara, todo el movimiento vecinal se retomó en los noventa y se pasó a ver qué papel tenían las asociaciones en una «nueva España democrática y con gente joven que no había vivido lo de sus padres». Ya a partir del 2000, resalta Sauquillo, se están retomando las asociaciones con nuevas formas «la más importante, el tema cultural y la educación en los valores. Hay que seguir dando importancia a la colectividad, a que el barrio se tiene que defender entre todos. Hay que analizar el pasado para ver qué ha pasado, sobre todo para ver cuál es el futuro, y en ese futuro qué papel tienen las asociaciones de vecinos».