Por Ignacio Marín
María Jesús vive en Montes de Barbanza. Su amiga Sagrario algo más arriba, en Pico de la Cierva. José Ángel, cruzando Real de Arganda, en la calle Monte de Montjuich. Pertenecen, según el INE, al tercio de población española con la renta más baja. Viven en el distrito de Villa de Vallecas, el quinto con mayor tasa de paro de la ciudad. Todos, además, respiran tres veces más toxinas que un vecino del distrito de Salamanca, por culpa de las sustancias cancerígenas que emite la incineradora de Valdemingómez. Y los tres se echaron a la calle el pasado 5 de octubre para protestar, no solo por la situación actual de la planta, sino por la posibilidad real de tener que gestionar 230.000 toneladas más procedentes del saturado complejo de Alcalá de Henares.
La incineradora de Valdemingómez se encuentra entre la A3 y la M50. Los vecinos del Ensanche o de Rivas que viven más cerca sufren a diario los malos olores y el humo. Pero las sustancias cancerígenas las respiramos más de 713.000 ciudadanos del sureste de la Comunidad de Madrid, incluida la totalidad de los distritos de Puente y Villa.
El 5 de octubre nos dimos cita 2.500 vecinos para protestar contra una realidad que llevamos sufriendo décadas. El acto fue convocado por las asociaciones de vecinos de La Colmena, La Unión y del PAU del Ensanche de Vallecas. Contó con la presencia de políticos como Pepu Hernández e Inés Sabanés y movimientos como el núcleo del PCE de Villa de Vallecas. La situación, grave ya de por sí, puede ser peor de confirmarse que esas de 230.000 toneladas de Alcalá terminen aquí hasta que se concluya la planta de Loeches.
La solución pasa por un reparto equitativo de los residuos y un tratamiento más sostenible y menos invasivo para los vecinos. De hecho, y según la Alianza Incineradora de Valdemingómez No, de los residuos que se incineraron aquí en 2015, el 32,6% fueron papel, el 24,5% materia orgánica compostable, el 16,7% materiales plásticos, un 5,8% materiales textiles y el 4,8% madera. Su correcta separación y aprovechamiento no solo es necesario para contribuir a atajar la acuciante crisis climática que sufrimos sino que generaría unos puestos de trabajo que nuestros barrios necesitan tanto como respirar un aire de calidad.
En los más de 30 años que María Jesús, Sagrario y José Ángel llevan viviendo en Villa de Vallecas, han protestado por muchos motivos, todos relacionados con unas condiciones de vida dignas. La lamentable situación que genera la incineradora de Valdemingómez se une a la falta de expectativas laborales, las carencias de servicios sanitarios o educativos, la especulación de la vivienda, la creciente delincuencia, el repunte de la heroína o la proliferación de casas de apuestas. Todos ellos problemas que parecen estructurales a nuestro barrio pero que se repiten en distritos como Carabanchel, Villaverde o Usera. La ciudad de Madrid tiene una frontera de manifiesta desigualdad que se llama M30 y de la que los ciudadanos somos muy conscientes. Hacérsela ver a nuestros representantes políticos está en nuestra mano, tal y como hemos dejado claro este 5 de octubre.
Ignacio Marín (@ij_marin)
Yo era de Vallecas, estos barrios se merecen lo que tienen mierda, basura y delincuencia gracias a Paco Pérez, menú tío geta .
Te deseo lo mismo alla donde vayas, payaso
Es una pena que un barrio Obrero y pobre caiga presa de la contaminación de Valdemingómez. Digo yo que se podría hacer algo…
Llevarla a la moraleja
Vallecas un barrio insoportable y inhumano por culpa de la inmigración y españoles de desecho social los políticos mandan el desecho social a vallecas pero ellos viven en los mejores barrios de Madrid con gente «cool» pero ivima construye en Vallecas y manda el desecho social a nuestras calles donde luego se llevan de delincuentes así va España y los vallecanosbde toda la vida los que somos de bien a sufrir las decisiones de 4 tontos que quieren ahorrar y llevarse la pasta