De nuevo Peña Gorbea. De nuevo los vecinos del Valle del Kas unidos por algo que les mueve. De nuevo el bulevar.
ANDREA OCA
Era sábado. Una mañana algo oscura y más que fría en la que la lluvia amenazaba con sortear todos los obstáculos. Pero nada era impedimento para, material en mano, acudir al encuentro. Citados a las diez para el montaje y con algunas ojeras, llegaban a cuentagotas los encargados de cada caseta. Los toldos, los cables, las sillas, las mesas, los folletos. Todo preparado para las dos palabras que acabaron definiendo el día: convivir, compartir.
Convocados por la Mesa de Participación del Foro Local, los participantes de la Feria de Asociaciones se prepararon para afrontar todas las actividades que había por delante. Cada uno tomó posición en su lugar: puestos, mesas redondas, o actividades lúdicas. La imagen era la habitual en las jornadas de actividad en Peña Gorbea, la de un pasillo enorme de gente que baja y sube la calle para recorrer las distintas casetas e intercambiar sensaciones con los conocidos.
En la parte más visible, la de los puestos, se podía encontrar todo tipo de espacios. Algunos dedicados a la alimentación, otros sobre la mujer, algunos con los medios de comunicación como protagonistas, varios de cooperación y desarrollo, y un largo etcétera. En medio de todo eso, juegos y música para los pequeños, y no tan pequeños. La megafonía daba la bienvenida a la Feria, y a los discursos de representantes vecinales como el concejal del distrito, Paco Pérez.
El objetivo de la organización era el de generar un espacio de encuentro entre los vecinos y las entidades, así como dar a conocer los nuevos recursos con los que cuenta el barrio. Por eso, cobraba mucha importancia el intercambio de experiencias y de ideas. Un diálogo que se produjo en las diferentes mesas redondas convocadas, como ‘diversidad funcional’, ‘infancia y juventud’ e ‘inclusión social’.
Un grupo de una de las mesas redondas daba por iniciada la ronda de intervenciones. Una de las chicas allí presentes explica cómo se encontró con sus tutores, las cuales la animaron a desarrollar sus capacidades creativas y a crear vínculos con otros jóvenes de su edad, a asistir a encuentros sociales, a defender sus derechos y a organizar actuaciones musicales con la poesía como protagonista. Algo que comparte con jóvenes que, como ella, pasan por situaciones familiares complicadas a nivel económico que no les permiten acudir a las tradicionales actividades extraescolares. Ahora luchan por conseguir que se cree un centro juvenil donde poder reunirse.
Detrás de todo esto están la Coordinadora de la infancia y de la juventud, Ciudad Joven, La Calle o el Programa Vallecas Educa Contigo. Algunos con una treintena de años de historia a sus espaldas, trabajando con niños y adolescentes. “Algunos vienen rebotados de la educación ordinaria, desilusionados”, explican los educadores. En estos programas, logran no sentirse rechazados por el sistema e intentar labrarse un futuro con su esfuerzo. Acuden a talleres de carpintería, peluquería, electricidad, mecánica… Los monitores les enseñan habilidades y se preocupan porque lo aprendido se transforme en un futuro puesto de trabajo.
Fuera del espacio dedicado a las mesas redondas, el bulevar continúa con su bullicio musical, con los juegos y las charlas de los asistentes. Por delante, queda una tarde de talleres sobre moda o ciencia y de mesas redondas sobre medio ambiente o desarrollo comunitario. Pero el cielo no está por la labor, y la lluvia se une al frío polar. Para el futuro queda lo que no se pudo celebrar. Pero, de momento, en la mente de todos permanece el lema de la Feria: Vallecas unida se convierte en un espacio donde todos los vecinos y vecinas pueden participar, conocer y compartir. Vallecas se vive.