Vallecas sin duda seguirá siendo un barrio obrero, solidario y luchador en contra de las injusticias con la mano tendida a unos vecinos a los que no quiere dejar atrás
Por Isa Mendi / Vallecas VA
Día 1 miércoles 11 de marzo
Aquí comienza todo. El cierre de colegios decretado por la Comunidad de Madrid el 9 de marzo se hace efectivo, así que los escolares se quedan en casa a la espera de que les manden tarea para continuar sus estudios. En mi núcleo familiar comenzamos a sentir las consecuencias de la aplicación de un ERTE. Mi rutina sigue siendo la habitual desplazándome a mi puesto de trabajo con mucha precaución en el transporte público intentando no tocar más allá de lo imprescindible. Algunos viajeros optan ya por llevar mascarillas.
Día 2 jueves 12 de marzo
Se hace efectiva la clausura de las instalaciones municipales: centros de mayores, culturales, polideportivos… Ante el avance exponencial del Cov-19 comienzo entonces a mezclar el teletrabajo con el presencial. Una de las cosas positivas es que tengo más tiempo para estar con la familia y comer juntos, algo que con la rutina habitual era imposible.
Día 3 viernes 13 de marzo
La actividad desciende en la calle. El silencio se va apoderando de los diferentes espacios a medida de que avanza el número de infectados y crece la sensación de desamparo y la alarma social. Vallecas deja imágenes inimaginables días atrás, como parques infantiles al aire libre precintados.
Día 4 sábado 14 de marzo
Solo están abiertos los establecimientos esenciales (alimentación, farmacias, etc…), aunque el abastecimiento deja mucho que desear, a pesar de que las autoridades lo garantizaban. Apuro las últimas horas en las que puedo salir a la calle con libertad de movimientos, porque por la noche entra en vigor la emergencia sanitaria decretada por el Gobierno de la nación que me obliga a quedarme en casa. Puedo ver estampas inusuales de vecinos saliendo al campo a pasear, huyendo de las grandes aglomeraciones de personas. Ya en casa, hacemos en familia un cartel que tendremos colgado en nuestra ventana hasta que salgamos de esta situación. El lema es esperanzador: ‘Todo va a salir bien’. A las 22 horas, participo en el multitudinario aplauso para reconocer la ingente labor que está haciendo el personal sanitario.
Día 5 domingo 15 de marzo
Comienza el primer día de cuarentena sin poder salir de casa nada más que en casos de necesidad. Empieza una rutina que se antoja larga en el tiempo. Me asomo a la ventana, mi único contacto con la vida real y en nada se asemeja a domingos anteriores. El silencio solo lo rompen contados coches y autobuses de la EMT casi vacíos. Ante tanta adversidad sobrevenida de golpe, Vallecas vuelve a aplaudir dando su apoyo al personal (sanitarios/as cajeros/as etc..) que con su trabajo defiende la vida y el abastecimiento de la ciudadanía. La caída de la noche y la llegada del temporal en forma de lluvia torrencial que hace brillar las calles desiertas dejan una imagen de desolación. Con el cercano súper ya cerrado, no queda un alma por la calle. Los vallecanos, confinados en sus casas, se retiran a dormir con la esperanza de que tiempos mejores lleguen lo antes posible.
Día 6 lunes 16 de marzo
Primer día laborable de la emergencia sanitaria en Vallecas. Sesión de teletrabajo interrumpida para improvisar de profesor para sacar adelante la tarea mandada por el colegio para continuar el curso a distancia. Lo mejor de este aislamiento forzado es que las familias tienen más tiempo para estar juntas, sin estrés. También la unión de los vecinos y el anhelo de que cada vez queda menos para vencer a la enfermedad aunque las cifras de infectados no paren de crecer. Las calles están desiertas, sin vida, en un barrio que apenas una semana atrás ajeno a lo que se venía encima, vivía su habitual día a día, de ir y venir de escolares, de personas al cercano centro comercial. Ahora reina el silencio que entre todos haremos que se rompa cuando todo pase.
Día 7 martes 17 de marzo
Mi barrio sigue sin vida puertas a fuera de las miles de viviendas cerradas a cal y canto. Una continua relación de noticias negativas (ya se verá en que se concreta los 200.000 millones anunciados por el Gobierno para facilitar la vida de los españoles) no contribuyen a mantener la moral alta. En estos tiempos hay que mirar hacia adelante, no hacia atrás, por nuestros mayores, por nosotros y por nuestros hijos. Vallecas sigue mostrando su fuerza de barrio solidario, combativo, al lado de los más necesitados, con el funcionamiento de grupos de apoyo. Mañana será otro día.
Día 8 miércoles 18 de marzo
Volviendo a casa del trabajo en coche por la noche no sabía que día era si martes o miércoles. Todos parecen iguales instalados en la rutina de la cuarentena. No somos conscientes del valor de tener libertad de movimientos y de poder relacionarnos con los demás hasta que de golpe una infravalorada enfermedad pone en jaque tu vida cómo era hasta ahora y la has concebido siempre. Acaba el día, uno menos para vencer al Covid-19.
Día 9 jueves 19 de marzo
Un Día del padre especial, diferente, en familia, motivado por el quinto día de cuarentena. La sensación que me queda es que tanta sobre exposición a mensajes negativos acerca del continuo crecimiento del virus no contribuye a mantener el optimismo frente a los largos e indeterminados días de confinamiento que aún quedan por venir. Esto contribuye a que aumente la desconfianza hacia cualquier persona que no sea de nuestro entorno, convirtiéndonos sin querer en impensables seres asociales en un momento en que la unión y la solidaridad deben ser claves para superar esta crisis sanitaria sin precedente en Vallecas, en Madrid, en España y en todo el mundo.
Día 10 viernes 20 de marzo
A veces tengo la sensación de estar viviendo una pesadilla, pero desgraciadamente la nueva cotidianidad me hace volver a la realidad. Basta con salir a unas calles prácticamente desiertas. La gente tiene cada vez más miedo mientras nos acercamos a los momentos más duros que traerán más contagios y fallecidos a pesar de la ingente e impagable en varias vidas labor del personal sanitario. Por primera vez me puse guantes y mascarilla para conseguir por fin un gel desinfectante a precio de oro en una farmacia. Algo rutinario y normal antes del Covid-19, fue una experiencia diferente, incómoda, deshumanizada, marcada por las distancias y las precauciones. Con gran alivio salí de la botica para afrontar otra tarde- noche de monotonía. Un día atrás y otro menos por delante para recuperar nuestras vidas.
Día 11 sábado 21 de marzo
El tiempo parece haberse detenido. Confinado en familia, no hay nada más que hacer que estar en casa y dejar pasar los segundos, los minutos y las horas del primer día del fin de semana que no se diferencia en demasiado de los anteriores. Intento aislarme un poco de las trágicas noticias para no caer en el completo desconsuelo aunque las imágenes que llegan de las colapsadas urgencias del hospital Infanta Leonor de Vallecas, con gente tirada en los pasillos ante la ausencia de espacio, me dejan helado. Una semana después de decretarse el aislamiento domiciliario parece seguro que esta se irá más allá de los 15 días previstos iniciales tal y como anunció el presidente del Gobierno a final del día. La guerra contra el coronavirus continúa librándose en los hospitales sin tregua y sin una fecha conocida para su final.
Día 12 domingo 22 de marzo
De mañana el canto de un pájaro me despierta en el silencio de la ciudad. No puede evitar envidiarle por la libertad que conserva y también por vivir ajeno a los problemas de los humanos. A primera hora de la tarde, se confirma que habrá que estar hasta el 11 de abril sin salir de casa al ampliarse 15 días más el estado de emergencia sanitaria cuando se cumple una semana de que la ciudadanía sale puntual a las 20 horas a sus balcones y ventanas a aplaudir la labor de los servidores públicos. No queda otra que aguantar en esta guerra abierta contra el cruel coronavirus que impide velar a las víctimas y que habrá que ganar desde cada hogar de Vallecas.
Día 13 lunes 23 de marzo
Primer día laborable de la nueva semana que en poco se parece a los típicos lunes que hace muy poco tiempo suponían la vuelta a la rutina de la estresante jornada laboral y escolar tras el esperado descanso de sábado y domingo. En plena crisis del covid-19, con más de tres semanas de aislamiento aún por delante, todo se ha relativizado. Las prioridades parecen ser ya otras en un corto plazo de tiempo. Los duros efectos de la pandemia nos han abiertos los ojos poniendo en el centro de todo la Salud. Parecía que éramos inexpugnables, pero no lo somos. Ahora la preocupación es pasar estos duros días de la mejor forma posible. Cuando esto se acabe ya habrá tiempo para ocuparnos de otras consideraciones.
Día 14 martes 24 de marzo
Qué cosas tiene la vida, hace pocos días éramos esclavos de relojes y horarios, de jornadas intensas sin parar, conciliando a duras penas la vida familiar con la laboral y ahora lo que tenemos sobre todo es tiempo. Vivimos el presente, el momento, sin plantearnos el futuro más allá del momento de salir de esta crisis que ha puesto patas arriba nuestra sociedad. El afán de atesorar bienes, dinero, ha perdido importancia al igual que los proyectos de futuro que tendrán que esperar al menos varios meses. La silenciosa Vallecas sigue su alterada rutina de calles casi vacías de coches y gente, deshumanizadas con entes confinados en sus casas, donde las redes de apoyo ciudadano tratar de hacer la vida más fácil a las personas necesitadas, fundamentalmente los mayores, los que con su trabajo levantaron lo que nosotros ahora disfrutamos. No podemos dejarlos caer, no se lo merecen.
Día 15 miércoles 25 de marzo
A última hora el Congreso de los Diputados aprueba la prórroga del estado de alarma hasta el 11 de abril. Cada día que pasa parece que mi hogar es el reducto perfecto, donde nada malo me puede pasar y todo está bajo control. No sucede lo mismo cuando tengo que salir de casa a trabajar. Entonces todo son precauciones evitando tocar con las manos directamente cualquier superficie susceptible de ser antes usada por otras personas, incluso mis propios vecinos, ya que nos dicen hasta la saciedad que el virus puede estar en cualquier parte. He dejado de utilizar el ascensor y ahora uso las escaleras para subir y bajar, un trayecto que intento hacer en el menor tiempo posible para no cruzarme con nadie. Al entrar en el coche, que sólo utilizó yo, vuelvo a relajarme aunque no del todo porque al volante temo que me paren en un control policial aunque tenga todo en regla para circular. Sin casi circulación, las distancias se acortan en tiempo. Esta sensación se repite cada día laborable a la espera de que llegue el día en que toda esta pesadilla acabe y podamos recuperar nuestra antigua cotidianidad. Volverá la normalidad, tardará en llegar, pero nosotros a buen seguro seremos otros. Nuestras prioridades serán diferentes tras esta crisis que nos ha hecho más vulnerables como sociedad de nosotros nunca hubiéramos pensado.
Día 16 jueves 26 de marzo
En la semioscuridad de mi cuarto de estar hago balance de la jornada que en poco se diferencia de la anterior. Afuera la primavera se percibe por los almendros en flor, pero en el interior de las casas las estaciones pasan desapercibidas. Los partes meteorológicos ahora dan un poco igual ya que no se puede planificar ninguna salida fuera del hogar. Que haga mejor o peor tiempo es algo irrelevante cuando la prioridad es acabar con la sangría de muertes, principalmente en nuestros mayores, que sigue dejando la epidemia en nuestro barrio con un hospital de referencia colapsadlo y dedicado únicamente al covid19. Ante tanta adversidad, la esperanza la pone la solidaridad y la responsabilidad de la gente que sigue en cuarentena un día más para frenar la propagación del virus. Aún estamos lejos por las elevadas cifras de infectados y muertes, pero el aumento de las altas médicas dan algo de luz en estos tiempos de oscuridad.
Día 17 viernes 27 de marzo
La nieve visitó la capital en los primeros albores de la primavera a primera hora de la mañana ajena al drama que se vive en sus hospitales y con un sinfín de habitantes confinados en sus viviendas. La humedad del exterior y la baja temperatura prácticamente no se perciben en el interior de las casas donde los vallecanos comienzan a desperezarse. Intento abstraerme de las cifras de infectados y fallecidos que continúan en aumento y que están a todas horas en los medios de comunicación teniendo la cabeza ocupada y buscando la relajación a través del deporte reformulado y aprovechando elementos de mi vivienda que no pensaba que me sirvieran para estos fines. Eso me permite sobrellevar sin venirme abajo la cuarentena cuyo final aún se desconoce, pero se percibe lejano. El tiempo pasa muy lento, demasiado y abril se avecina que se hará largo, muy largo.
Día 18 sábado 28 de marzo
Comienza el segundo fin de semana completo de la cuarentena. La rutina del día en familia se rompe poco después del habitual aplauso de apoyo a los sanitarios y al resto de empleados públicos y trabajadores que mantienen en pie nuestra sociedad. El Gobierno anuncia nuevas restricciones a la circulación de vehículos, limitándolas solo a las labores esenciales para intentar frenar la escalada de contagios que en Madrid aún no se ha llegado a la esperanzadora curva descendente. Esto supondrá que más trabajadores se queden en casa, entre ellos yo, así que mis salidas a la calle se limitarán a comprar productos de primera necesidad. A esta situación hemos llegado, impensable en pleno siglo XXI y en un supuesto país desarrollado. Con los ingresos económicos en serio riesgo, con las mismas cargas de impuestos, alquileres, letras, hipotecas… sin ningún tipo de moratoria a muchos vallecanos no nos quedará otra que seguir aguantando el tirón, siempre que nos mantengamos al margen de la enfermedad a la que nunca, nunca, pensamos estar tan expuestos y ser tan vulnerables.
Día 19 domingo 29 de marzo
Horario de verano, una hora menos de encierro, porque el día tiene solo 23. A partir de ahora, tardes más largas, con más luz en la calle, que no harán más fácil el confinamiento como tampoco las mejores temperaturas. Como consuelo, nos quedará abrir de par en par las ventanas y abrir bien nuestros pulmones para respirar el aliento de la primavera. En este último día de mi diario para la edición de Vallecas VA de abril quiero hacer balance. Echo de menos, sobre todo, la libertad de poder salir a la calle, la alegría de la gente, la vida en las calles y, nunca pensé que lo diría, en mi cercano centro comercial, el poder hacer deporte al aire libre, el ver a mis familiares más mayores, desarrollar presencialmente mi actividad profesional… El tiempo que siempre nos falta, algo de lo que nos quejamos amargamente, ahora nos sobra sin el yugo constante del reloj y la frenética y estresante agenda cotidiana. Pero nunca pensamos que fuera por este motivo, por una emergencia sanitaria sin precedentes en nuestra ciudad, en nuestra comunidad, en nuestro país y en el mundo. Esperemos que los políticos estén a la altura y la recuperación no nos cueste aún más de lo que siempre nos ha costado al ciudadano de a pie en épocas de crisis. Vallecas sin duda seguirá siendo un barrio obrero, solidario y luchador en contra de las injusticias con la mano tendida a unos vecinos a los que no quiere dejar atrás. Con el tiempo se verá el desenlace de esta historia y el final de esta pesadilla.
Felicitaciones por Vallecas desde casa: diario de un confinamiento artículo, es muy bueno.
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