El 22 de marzo, los vallecanos pudimos compartir en primera línea las Marchas de la Dignidad, pues aquí se acogió a la columna que había partido, prácticamente un mes antes, desde Valencia. En la Plaza Roja se compartió comida, se descansó, se intercambió y también se volvió a saludar a amigos que ya hicieron este recorrido hace tres años, con motivo de la Marcha de los Indignados, en julio de 2011. Por la Avda. de la Albufera, la columna se encaminó hacia Atocha. Unas 10.000 personas pudimos recorrer la Avda. Ciudad de Barcelona.
Ya en Atocha, y por todo el paseo de Recoletos hasta llegar a Colon, se veía muchísima gente, mucho colorido, mucha heterogeneidad geográfica. Se vieron banderas, eslóganes, caras de muchas regiones de todo el Estado. Mucha fuerza y complicidad se dio allí.
Cabe recordar que esta iniciativa surgió desde diversos colectivos poco después del verano. Y cabe destacar que cuando se ponen en marcha iniciativas desde la sencillez, la humildad y la sincera necesidad, pueden dar lugar a que sean muchos quienes las hagan suyas, construyendo fuertes acciones que van dejando huella, consiguiendo avances y quedando como referentes.
Éste ha sido un avance significativo en la lucha que estamos librando la gente frente al poder económico y la complicidad de los gobernantes. En este momento no cabe el descorazonamiento, el desánimo, sino todo lo contrario. Sabemos que todavía queda un duro camino por recorrer hasta lograr que se nos tenga en cuenta y que hemos de seguir mostrando en la calle y en otros escenarios quiénes somos y lo que exigimos.
Es mucho lo que se va avanzando en estos últimos años, es muy sutil y muy potente la madurez que van adquiriendo las expresiones, las formas de organizarse, de relacionarse de los movimientos sociales, las mareas, etc. Pero es imprescindible dar un paso más, es hora de ir preparándose para la próxima batalla electoral. También en este escenario una nueva sensibilidad se está empezando a expresar y habrá de ir ganando espacio para que genere nuevos instrumentos y procedimientos que posibiliten un real protagonismo de la gente, es decir, una verdadera democracia.