
Por Pedro Lorenzo
La trama gira en torno a un juicio por asesinato, un tema clásico en los thrillers judiciales, y está centrada en el personaje de Leonard Vole, un joven acusado de matar a una rica mujer. Para defenderle, su abogado, sir Wilfrid Roberts, debe enfrentarse a un caso que parece casi imposible de ganar. La historia explora complejos temas como la mentira, la venganza, los celos, la traición, la codicia y los límites de la justicia. Las relaciones humanas se muestran como juegos de poder donde la verdad y la mentira se entrelazan, y es este dinamismo lo que mantiene la tensión durante toda la representación.
La adaptación teatral respeta la esencia de la novela y juega con giros inesperados que alteran las expectativas del público, llevando a un desenlace final que pone en duda todo lo que se ha creído previamente.
La dirección de Bernués es impecable. La escenografía minimalista y fría no distrae de la acción, permitiendo que el foco esté en el texto, en los personajes y en sus complejas interacciones. Este enfoque minimalista da espacio para que los giros argumentales y las tensiones emocionales se desarrollen con plena intensidad. La iluminación, junto con la participación del público como jurado popular, refuerza la atmósfera de un juicio donde las emociones están al borde, y cada palabra y gesto cuentan.
La actuación de Fernando Guillén Cuervo como Sir Wilfrid Roberts es uno de los puntos más fuertes de la obra. Su interpretación del abogado veterano y algo cínico es precisa y convincente, mostrando a un hombre que, a pesar de su mal carácter y su estado de salud, no puede resistirse al desafío de un caso tan complejo.
El uso del piano añade una capa de atmósfera, aunque no se convierte en un elemento protagonista. La obra se centra en los diálogos y las relaciones entre los personajes, en un juego de poder y manipulación que mantiene al público cautivo. A través de esta historia, ‘Testigo de cargo’ pone en duda las nociones de justicia, verdad y moralidad, cuestionando si realmente existe una verdad objetiva o si la verdadera justicia se consigue al contar la mejor historia, como afirma uno de los personajes.
En conclusión, esta adaptación es una puesta en escena sorprendentemente efectiva. Con una dirección certera, interpretaciones destacadas y un diseño de producción que apoya eficazmente la trama, es un montaje altamente recomendable, que mantendrá a los espectadores atentos hasta el inesperado y desconcertante final.