Por Redacción
De las 16.306 calles que vertebran Madrid, tan solo un 3,7% hace referencia a mujeres. En Puente de Vallecas se encuentran 34 de esas calles. De esa necesidad nació en 2018 ‘Vallecas con nombre de mujer’, de la mano del Servicio de Dinamización Vecinal de Madrid y de las asociaciones vecinales.
Este proyecto comenzó indagando la presencia femenina en el callejero y recogiendo propuestas del vecindario para poner nombre de mujer a calles y plazas del distrito. En el primer proceso participativo, 13.351 personas votaron entre las biografías propuestas y 6.396 eligieron a la activista y religiosa vasca Amaia Imaz, aprobado por unanimidad en Pleno Municipal y colocar la placa con su nombre en la plaza situada en la Avenida de la Albufera 78, y añadirlo al callejero. En 2019 se inició una segunda edición. La fase de votación se hizo a través de una plataforma digital y de manera presencial con urnas que recorrieron asociaciones, colectivos y espacios públicos, con postales ilustradas de las biografías. La más votada de esa segunda edición fue María Jesús Montes. Durante todo el proceso se organizaron actividades como los paseos ‘Biografías Silenciadas’, diseñados y guiados por la Asociación Herstóricas, que recorrieron las calles del barrio siguiendo las huellas dejadas por ellas.
Aforo completo
El pasado 3 de marzo se presentó en la calle de Sierra Carbonera 32 el documental del mismo nombre, que cuenta este proceso desde sus inicios. Esta iniciativa colgó el cartel de “aforo completo”, siendo el despegue de las actividades enmarcadas en el mes de la mujer. Más de 80 personas disfrutaron de la proyección, conociendo la historia de Vallecas desde las vivencias de las mujeres protagonistas. El momento más emotivo fue la intervención de Leonisa Hernández, ‘Maruja’, Miss Doña Carlota 1949, que con 91 años es la única de las protagonistas de este proceso que está viva. El acto concluyó con el reparto de la revista ‘Mujeres en los barrios’, una publicación con las biografías e ilustraciones, de Isabel Ruiz Ruiz, de todas las protagonistas del proyecto.
“Vallecas ha sido mi cuna y mis raíces”
Este periódico tuvo la oportunidad de charlar un rato con Leonisa Hernández, ‘Maruja’, y el resultado es esta breve entrevista.
Pregunta: ¿Qué ha supuesto para usted formar parte de este proyecto?
Respuesta: Estos actos en los que he participado con las mujeres responsables de este proyecto me han hecho revivir mi niñez y mi juventud en Doña Carlota y la verdad es que, aunque fueron tiempos muy difíciles, yo solo tengo buenos recuerdos, y estoy muy agradecida de que se hayan acordado de mí.
P: En mayo de 1948 le nombraron Miss Doña Carlota… cuéntenos cómo fue ese día.
R: Se celebraban en Vallecas unas verbenas, que llamábamos ‘kermess’, que las organizaban los responsables del gremio de comerciantes de Doña Carlota, mi barrio. Recuerdo que estaba el dueño de una importante tienda de muebles, de un bar, el presidente del club de fútbol juvenil y otras personas que entonces eran los que tenían más “peso”. A la verbena fui con mis padres y mi novio (que luego fue mi marido). Estábamos bailando todas las parejas y los comerciantes, que eran el tribunal, me eligieron como la chica que les parecía más representativa de los valores del barrio y a otra joven la eligieron mi dama de honor. Me regalaron un frasco de colonia muy grande que me hizo mucha ilusión, porque yo no podía comprármelo y nos hicimos fotos. Luego nos llevaron a misa a las dos y a nuestras familias. Creo que la celebró un obispo, porque llevaba un anillo muy grande. Nos bendijo para que tuviéramos mucha suerte en la vida. Fue un día muy bonito y muy inesperado, porque no nos presentamos a ningún concurso.
P: Ahora no vive en Vallecas, pero se siente vallecana y es parte de la historia de este distrito. ¿Qué significa Vallecas para usted?
R: Vallecas ha sido mi cuna y mis raíces. Mis primeros recuerdos son del barrio. Aquí vivían mis padres y mi padrino de boda. Aquí crecí y pasé muchas dificultades. He visto crecer y progresar el barrio desde la posguerra hasta 1952 en que me casé. Mi madre y mi padrino siguieron en Doña Carlota, así que venía todas las semanas a verlos. Cuando fallecieron he seguido acudiendo con frecuencia, pues me gusta ver las calles donde viví y crecí y la transformación del barrio. Muchas cosas han cambiado, pero la gente sigue siendo muy maja y muy acogedora. Es como si nunca me hubiera marchado y eso que las personas de mi generación ya no viven.