Por Ignacio Marín (@ij_marin)
Dicen que el rojo del atardecer en Madrid no tiene parangón en ningún rincón del mundo. ¡Ay de mí!, carente como estoy de sentimientos chovinistas con la ciudad que me vio nacer, que todos los cielos me parecen iguales. Ni sé el origen de esa tonalidad, ni haré excesivos esfuerzos por averiguarlo. Más me preocupa el hecho de que esa luz de cobre bañe realidades muy distintas en su camino diario hacia el ocaso.
Una de cada cinco personas que ese sol ígneo ilumina cada día en Madrid está en riesgo de pobreza o exclusión social, según los datos de la tasa Arope en 2019. Un indicador que considera que una persona se encuentra en el umbral de pobreza cuando sus ingresos no superan los 9.629 euros anuales, 20.150, en el caso de una familia. Este porcentaje es un 10% superior al año anterior y, lo peor de todo, aún no recoge el impacto de la pandemia.
La desigualdad crece sin freno en una autonomía que, a pesar de ser uno de los principales motores económicos del país, ha convertido el desmantelamiento de los servicios públicos no solo en la filosofía económica, sino también en su estrategia política. La riqueza que genera la Comunidad de Madrid, que no es poca, no llega a las personas con necesidades, sino que tiende cada vez más a concentrarse en unas pocas manos. No hay, en definitiva, red de protección en este circo. Ser pobre a pesar de estar trabajando, una extravagancia hasta hace poco, es ahora tan madrileño como el chotis, el bocata de calamares o las tan manidas cañas.
Y, por supuesto, la pobreza va por barrios. Según datos del INE, el distrito más pobre de la ciudad es Puente de Vallecas, con una renta media por hogar de 25.527 euros, 40.468 menos que el más rico, Chamartín, que roza los 65.000.
- La pobreza va por barrios. Según datos del INE, el distrito más pobre de la ciudad es Puente de Vallecas, con una renta media por hogar de 25.527 euros, 40.468 menos que el más rico, Chamartín, que roza los 65.000
Diferencias más sangrantes todavía si lo que comparamos son los barrios. San Cristóbal (Villaverde), con una renta media de 20.365 euros y San Diego (Puente de Vallecas), con 21.859, cierran una lista liderada por El Plantío, con 89.215 euros; Valdemarín (ambos en Moncloa-Aravaca), 88.243, y Fuentelarreina (Fuencarral-El Pardo), 84.239. Hablamos de una brecha de 68.850 euros en apenas un puñado de kilómetros.
Los culpables de esta situación son conocidos por todos. A la precariedad laboral y la falta de oportunidades de muchos barrios, se le une el citado desmantelamiento de los servicios públicos, único sostén para muchas familias. Además, se extiende cierto desdén hacia las personas sin recursos, una suerte de aporofobia, como si la espiral de la exclusión social fuese el esfuerzo y no el determinismo social de una ciudad que permite diferencias de renta de casi 70.000 euros.
Asusta pensar qué sería de Madrid sin las redes de solidaridad que van ocupando los espacios que la administración nunca tenía que haber abandonado. Mientras, el sol se pone un día más, dejando a su paso ese rastro de fuego que convierte el cielo cada tarde en una postal. El crepúsculo, ya frío de noviembre, hace pensar que esa luz rojiza es lo único bien repartido en esta ciudad. En definitiva, y por desgracia, no hay nada nuevo bajo el sol.