Por Juan Sin Credo
Riadas de muchedumbre franjirroja se deslizan hacia el estadio por la pendiente del emblemático parque de las Siete Tetas con la esperanza en la victoria. La gente de la Gran Vallecas vive en un movimiento incesante de la urgencia hacia las compras del sábado, mientras en la Albufera retumban los cánticos de las aficiones. Una vez al pie del Cerro del Tío Pío, cruzando el camino de Valderribas, cerca del punto limpio del distrito y de la gasolinera del Alcampo, aparece el Centro Cultural Alberto Sánchez, situado en la calle Risco de Peloche. En el pequeño jardín a la entrada, la representación escultórica de su figura contempla atónita la agitación bulliciosa de la vallecanía.
Alberto Sánchez es parte fundamental de la cultura moderna de Vallecas. Junto a Benjamín Palencia y Maruja Mallo iniciaron, a finales de los años 20 del pasado siglo, unos paseos por los campos de Vallecas en la búsqueda de inspiración artística. Una de las grandes creaciones del escultor fue el ‘Monumento a los pájaros’ y ‘El pueblo español tiene un camino que le conduce a una estrella’. Una reproducción de esta última franquea la entrada del Museo Reina Sofía.
Precisamente este mes de diciembre se cumple el 35º aniversario de la exposición que se celebró en dicho centro cultural sobre la Escuela de Vallecas, donde participó el gran poeta Rafael Alberti, que también frecuentó las caminatas vallecanas, acompañando, por aquel entonces, a su pareja Maruja Mallo. Según una conversación que mantuve hace un par de años con el director del centro cultural, ese 18 de diciembre de 1984 el salón de actos estaba abarrotado para presenciar el recital del famoso poeta gaditano. Me comentaba el director, que gozó del privilegio de poder asistir como público y que, en la actualidad, muchas personas no habrían podido entrar por no cumplirse las medidas de seguridad por exceso de aforo.
Este centro aloja en sus dependencias la llamada biblioteca de Portazgo, que fue remodelada a principios de 2006, año en el que nació mi primer hijo ¡Cuántas tardes, ya con sus primeros pasos, visitábamos la sala infantil para mirar, leer y escuchar cuentos! Por aquel entonces, las bibliotecas municipales gozaban de un desahogado presupuesto que potenció fantásticos profesionales de la narración oral como ‘Primigenius’ o ‘Volvoreta’. Afortunadamente, mi hijo hoy en día es un fabuloso lector y, también, un empedernido rayista.
Aunque todavía tiene pendiente, como lector, abrir las puertas a las sensaciones que provoca la conmoción poética, posiblemente, podría empezar con algunos de los poemas populares de Rafael Alberti recogidos en la antología que lleva como título ‘Sobre el corazón un ancla’, edición de María Asunción Mateo, publicada por Espasa Calpe en el año 2002; una poesía sencilla que no requiere ese desciframiento permanente del código simbólico presente en otras obras más elaboradas como puede ser ‘Sobre los ángeles’, uno de los libros de poemas de mayor calado surrealista en el panorama español.
Por otra parte, siguiendo con la figura de Rafael Alberti, merece la pena leerse sus memorias recogidas en ‘La Arboleda pérdida’, crónica de un tiempo que recuerda una galería de personajes cumbre en la historia reciente de España. En muchos de ellos Alberti ejerció un fuerte influjo para el desarrollo de una excepcional talla artística, como fue para el propio Alberto Sánchez, el panadero escultor de la Escuela de Vallecas.