Por Marisa Gascón y Concha Párraga, enfermeras de familia de los CS Ángela Uriarte. Compañeros de trapo: Cascañín y Dulce Lea
Los personajes Dulce Lea y Cascañín, creados por estas enfermeras de familia para trabajar hábitos saludables con los niños y niñas de Vallecas, quieren escribir este mes el artículo dirigido a la población infantil del barrio, porque el futuro es de los niños y niñas y nosotras queremos acompañarles en un presente continuo.
—Uff! Estoy emocionado de pensar que nuestras amigas las enfermeras escriben todos los meses en el periódico del barrio y que cuentan con nosotros, sus amigos de trapo, para algo tan importante como seguir recordando a nuestros amiguitos los niños y niñas lo importante que es la higiene de manos.
—Claro, Cascañín —le responde su amiga Dulce Lea—, nuestras amigas las enfermeras han depositado en nosotros esta misión tan importante. Acuérdate de que en mayo se celebra el Día Mundial de Higiene de Manos.
—¡Eso es! —le contesta Cascañín— el día 5 del 5, porque cinco deditos tienen mis manos y cinco deditos que tenemos que aprender a limpiar muy bien para acabar con todos los bichitos microscópicos que se nos van escondiendo por todos los rincones y nos hacen poner malitos.
—Fundamental, querido Cascañín —le añade Dulce Lea—. Nosotros tenemos que pelear con todas nuestras fuerzas contra los microbios microscópicos y nuestras armas serán siempre el agua y el jabón.
—Por supuesto Dulce Lea, lavaremos los deditos de las manos con agua y con jabón para que desaparezcan de nuestras manos y no nos podamos contaminar. Nuestras amigas las enfermeras siempre nos dicen lo mismo que «de nuestras manos, los bichitos van a nuestra boca, de la boca a la tripita y así es como muchos niños y niñas del mundo» (y también muchos mayores) se enferman y les duele mucho la tripita.
—Claro Cascañín, tenemos que lavarnos las manos muy bien lavaditas antes de cada comida, después de salir del baño de ir a hacer «pis» o «cacotas», cuando venirnos de jugar, cuando tocamos a nuestras mascotas, siempre, siempre para tener las manos limpias y relucientes y libres de «bichos».
—Eso es —le dice Cascañín—, pero, además, amiga mía, tenemos que ser muy cuidadosos de cómo las lavamos. No vale de cualquier manera, hay que hacerlo despacio, con cuidado, con mimo, lavando todos y cada uno de los rincones, donde nuestros «archienemigos» los microbios se esconden para ponernos enfermos. Hay que lavar todos, todos los dedos y los espacios que hay entre ellos.
—Eso es Cascañin, y también hay que lavar las uñas, que son unos escondrijos fantásticos para los piratas microbios.
También las muñecas
—Desde luego, Dulce Lea, después hay que lavar el derecho y el revés de las manos (a mí, me encanta hacerlo, porque me dan cosquillitas) y desde luego también las muñecas, para que los bichitos microscópicos no las usen de trampolín y se nos bajen a las manos.
—Eso es Cascañín, lavaremos todos y cada uno de los rincones de nuestras manos, con agua y con jabón.
—Por supuesto, Dulce Lea, lavaremos nuestras manos con agua y con jabón como nos han enseñado nuestras enfermeras y de ese modo ganaremos a los bichos microscópicos en su intento de ponernos enfermos.
—Por supuesto, niños y niñas, papás y mamás, abuelos y abuelas, tíos y tías y todos los demás habitantes del mundo, luchemos contra los bichos microscópicos con agua y con jabón.
—Eso es, todos juntos, como dicen nuestras enfermeras: «¡Con agua y con jabón!, ¡con agua y con jabón!»