Por Espacio de Igualdad María Moliner
La sororidad es la solidaridad, el apoyo y la hermandad entre mujeres, basada en el respeto y la empatía. Es un concepto que promueve la unión y el trabajo conjunto para enfrentar desigualdades y construir relaciones de apoyo mutuo.
El valor de la amistad y el apoyo mutuo entre mujeres representa un pilar fundamental en la construcción de sociedades más equitativas y solidarias. En el marco del mes de marzo, resulta especialmente relevante reflexionar sobre la sororidad como un principio que trasciende fechas conmemorativas y se convierte en una práctica constante de acompañamiento y fortalecimiento colectivo. Este principio no solo se manifiesta en situaciones extraordinarias, sino en la cotidianidad, en los gestos de cuidado, en el respaldo incondicional y en la escucha activa que las mujeres pueden brindarse entre sí.
Generar redes de apoyo entre mujeres implica un ejercicio de consciencia y compromiso. Es la construcción de vínculos que no solo sostienen, sino que también potencian el bienestar individual y colectivo. Invertir tiempo y esfuerzo en estas relaciones es reconocer que el cuidado es una labor fundamental, cuya importancia ha sido históricamente invisibilizada. El reconocimiento de estos vínculos como espacios de resistencia y de crecimiento personal y colectivo permite desafiar narrativas que buscan tirar por tierra la importancia de las relaciones de amistad entre mujeres y niñas.
Las amistades entre mujeres pueden constituirse en espacios seguros y de confianza, donde se establecen límites y se fomenta el respeto mutuo. En un contexto social en el que las estructuras patriarcales pueden influir en dejar de lado estos lazos, fortalecer estas relaciones se convierte en un acto de resistencia. La amistad es sostén, orientación y validación. Es la posibilidad de expresar preocupaciones, brindar apoyo en momentos difíciles y reconocer el valor de cada una desde una perspectiva de empoderamiento colectivo. Además, las amistades entre amigas brindan la oportunidad de cuestionar mandatos de género impuestos y de construir alternativas basadas en la equidad y en el respeto mutuo.
Las redes de amistad pueden ser, además, el soporte fundamental para afrontar los desafíos cotidianos. Desde el acompañamiento en situaciones de vulnerabilidad hasta los gestos más simples que alivian la carga del día a día, estas relaciones fortalecen el sentido de comunidad. En un mundo donde la violencia de género y la desigualdad persisten, el acompañamiento entre mujeres adquiere un significado trascendental, permitiendo construir espacios donde se priorice el bienestar y la dignidad. Estas redes de apoyo permiten visibilizar la importancia de la sororidad como una herramienta de transformación social que desafía los discursos que promueven la competitividad y el aislamiento.
Desafíos
Sin embargo, aún persisten desafíos estructurales e institucionales que buscan romper estos lazos, imponiendo dinámicas que restan la importancia de la amistad entre las mujeres. Es fundamental reconocer estos obstáculos y reafirmar la necesidad de fomentar la sororidad, el cuidado mutuo y el respeto por las historias individuales, sin imponer la necesidad de encajar en un modelo de víctima o de lucha constante. Reforzar la sororidad es un proceso continuo que implica deconstrucción, aprendizaje y la reafirmación de que los lazos entre nosotras pueden ser una fuente inagotable de fortaleza y resiliencia.
Por ello, es vital seguir visibilizando y fortaleciendo la sororidad como una herramienta de cambio social. La amistad entre mujeres no solo es un acto de acompañamiento, sino una declaración de principios frente a un entorno que no siempre garantiza la protección ni el reconocimiento de los derechos de las mujeres y de las niñas. En este sentido, la construcción de redes de apoyo debe ser entendida como una acción colectiva que contribuye a la creación de una sociedad más justa e inclusiva. La sororidad no es solo un concepto, sino una práctica activa que tiene el potencial de transformar vidas y comunidades. A medida que más mujeres fortalecen sus vínculos y redes de apoyo, se consolidan espacios de resistencia y se refuerza la lucha por una equidad pura, haciendo de la sororidad un pilar esencial para el avance social.