Por Antonio Osuna / Vallecas VA /
Sé que no es verdad lo que diré, pero así lo sentía en aquella época. Para mí, la avenida de la albufera nacía en el puente de Vallecas y llegaba únicamente hasta el Alcampo. De ahí en adelante para mí era como otro barrio, como otro mundo aparte, y no concebía que la calle siguiera más allá. Llamadme raro, pero era un niño de seis años y os contaré el motivo de esta obsesión.
Vivía con mis padres encima del cine Excelsiór… Creo que hoy es un chino enorme, o un gimnasio enorme… O medio chino medio gimnasio ¿Jackie Chan? El caso es que era (lo que yo consideraba) a mitad de la calle, justo en el medio de la avenida, desde allí teníamos acceso a todo lo importante: el colegio, la tienda de chuches, el parque… Vaya, lo que merecía la pena conocer en aquella etapa de mi vida. Creo recordar cuando el abrieron el Alcampo… Lo que yo consideré “La frontera de la calle”. A día de hoy sigo haciendo la compra allí a pesar de no vivir en esa zona de Madrid, no sé si por nostalgia o por los precios (que no son iguales), pero de una manera o de otra acabo llegando siempre a ese mercado. Y sí, debo reconocer que en su momento odié el Alcampo, lo odié con todas mis fueras. ¿El motivo? Mi tío Pedro.
Venía a vernos cada fin de semana con la que era su novia en ese momento, mi tía Lourdes a día de hoy, y me encantaba su visita. Siempre jugaba conmigo; además, recuerdo sus imitaciones de “Súper Coco”, el flacucho azul de Barrio Sésamo. Jugaba conmigo, me hacía reír y sabía imitar la voz de mi personaje de ficción favorito, ¿qué podría salir mal? Pues eso, el Alcampo. No hubo día de visita en aquella casa que mi tío no planteara ir hacía allí dando un paseo. A simple vista no parece gran cosa, pero pensad un instante: Seis años, toooooda la avenida hasta arriba (ya dije que para mí esa era la frontera), ningún sitio allí donde jugar o donde poner entretenerme más allá de ver juguetes en el pasillo acompañados de un grito de mi madre: ¡Antonio, no te separes! – Pero ellos no se paraban… Pues eso, lo que viene siendo un niño aburrido en un lugar de mayores.
Para mí la avenida de la Albufera lo tenía todo cerca, todo, y mi casa estaba justo en medio del trajín… Pero mi tío quería ir siempre a la frontera. Yo accedía a regañadientes y no tenía más opción que acompañarles. Pero recuerdo que cerraba los ojos y escuchaba la voz de Súper Coco.
Mi barrio era Barrio Sésamo con cada visita de mi tío Pedro.