Por Ignacio Marín @ij_marin
“El oficio del militante es sospechar”. No recuerdo cuándo y a quién escuché esa frase, pero desde entonces soy incapaz de dejar de sospechar ante determinadas decisiones. Lo cierto es que es muy difícil ser un iluso ante todo lo que vemos a nuestro alrededor. Para empezar, en nuestro barrio.
Ya expresé en esta misma sección, hace unos pocos meses, la estupefacción de los vecinos ante el traslado de los conciertos y de otras actividades de las fiestas de Villa de Vallecas del recinto ferial, el escenario tradicional y más adecuado para estas celebraciones, al Ensanche.
Durante las recientes fiestas navideñas, nos hemos llevado una nueva sorpresa. La pista de hielo, que coronaba la Feria de Navidad en el paseo Federico García Lorca durante los últimos años, ha sido ahora ubicada en el Ensanche.
Como nuestro oficio es sospechar, sospecharé. No puedo evitar pensar que nos encontramos ya en campaña electoral y que estas decisiones tienden a satisfacer a determinados barrios, hundiendo, aún más, en el ostracismo a otros. Una sospecha nada descabellada, a tenor de la pasión que sienten los gobernantes por segregar a los vecinos de nuestra ciudad.
Otro ejemplo es el faraónico parque de la Gavia, inaugurado a toda prisa cuando ni siquiera estaba terminado. Presupuestado, nada menos, que en 21 millones de euros. Una cantidad de dinero con la que se podrían solucionar muchas de las carencias que, en materia de dotaciones y de servicios públicos, sufrimos los vecinos de este distrito tan precarizado.
Pero esta nueva sospecha se ha constatado cuando estas zonas verdes, poco más de un año después, están completamente abandonadas, sin el mantenimiento que un parque de esta envergadura necesita, con instalaciones destrozadas o directamente sin terminar.
¿Acaso se destinaron esos 21 millones únicamente para hacerse la foto? ¿O para dar a los vecinos la falsa sensación de que el consistorio tiene algún interés que no sea electoral en nuestro barrio?
Porque insisto. La tendencia de este ayuntamiento por segregar, por beneficiar a determinados barrios, no solo provoca chapuzas como la del parque de la Gavia, sino que nos afecta en lo relativo a nuestra salud y nos perjudica en nuestro día a día. Y son políticas que sufrimos todos los vecinos del distrito, tengamos la pista de hielo a mano o no.
Por ejemplo, con la tasa idónea de un médico por cada 1.000 habitantes, en el Centro de Salud del Ensanche de Vallecas necesitaríamos 10 médicos más; en el de Cerro Almodóvar, a cuatro; y en el de Villa de Vallecas, uno. Para médicos no tenemos, pero sí 36 hectáreas de parque por 21 millones de euros sin mantenimiento.
A este nuevo año que estrenamos, podríamos pedirle que tomemos todos conciencia del diferente trato que sufrimos en esta ciudad. Del distinto rasero del que somos víctimas todos los días. Y de cuánto nos afecta esa segregación, esa desigualdad dictada y forzosa.
Porque solo así, seremos capaces de cambiar esta injusticia en un año en el que tenemos una oportunidad de oro para hacerlo. En nuestra mano está.