Por Antonio Osuna
En la anterior edición de este espacio que se me brinda decidí escribir sobre las gratas temperaturas de las que estábamos disfrutando en esas fechas. Hoy, esta semana, este mes… La cosa cambió, como estaba esperado, y claro, si las temperaturas gratas merecen ser nombradas, no van a ser menos las temperaturas esperadas.
Las calles ya tienen ese color lúgubre que las caracteriza. Es evidente que las alegrías están ligadas a los grados y eso se transmite en los colores y en la nitidez de los mismos.
Esta propia calle que adorna lo escrito es un ejemplo palpable. ¿Al ver esta fotografía no evoca chaqueta gorda y calcetines gruesos? Al menos tenemos el consuelo de las luces de Navidad y el calor imaginario que desprenden. “Calor para el corazón” dicen los amantes de estas fechas. Yo prefiero el calor de la primavera, la verdad. Pero ya se sabe. Hay que germinar con cualquier clima.
Lo dicho, disfruten de estos fríos hostiles, de estas tardes de café, de chocolates calientes con churros, de quedarse en casa con la persona amada, o con el gato amado y sacarle el jugo a Netflix que no le sacamos en verano. De volver a leer, de volver a ser tú en tu parte más íntima. El frío hace que las ideas se aclaren, que trabajemos más en lo interno que en lo externo. Ya se sabe que el sol calma y que el frío despierta. Abramos los ojos entonces para recibir lo que está por llegar, que estamos a punto de cambiar de calendario y queda poco.
Antes de despedirme quiero agradecer todas las publicaciones de este año y todos los ojos que han apuntado a ellas. Ha sido un placer acercarme a locales y bares y ver esas personas leer lo que había escrito sin saber que el culpable era yo y estaba a su lado. Ver una liviana sonrisas en sus caras creaba una en las mías. Calor para el corazón y mis mejores deseos para este año que llega.