JESÚS ARGUEDAS
El Gallinero ya es parte de la historia. En los últimos días, este asentamiento de 20.000 metros cuadrados situado en Villa de Vallecas ha quedado desmantelado por completo. Las 25 familias que lo habitaban ya están viviendo en diferentes partes de la ciudad. Los realojos se han hecho en nueve distritos de la ciudad.
Hemos hablado con el Coordinador de proyectos de zonas desfavorecidas de Cruz Roja Madrid, Daniel Ahlquist, que después de un largo tiempo trabajando sobre la zona, podrá contarnos de primera mano cómo se ha producido todo este proceso y sobre todo, cuál es la situación de las familias en este momento.
¿Dónde se encuentran ahora las familias que habitaban El Gallinero?
Ha habido dos tipos de planteamiento en el traslado de estas familias: De aquellos que han tenido documentación, ingresos y habilidades para poder optar a una vivienda normalizada se ha encargado la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, que les ha ayudado a realojarse. Y aquellos que no cumplían con estas características han sido realojados en viviendas tuteladas, en régimen compartido y un seguimiento por parte de la entidad social ACCEM. El seguimiento de las primeras lo hará la Cruz Roja.
¿Y qué te ha parecido el proceso?
Para mí la finalización del desalojo de El Gallinero, diez años después de que comenzara la intervención y quince años después de que comenzara el asentamiento, es un éxito. Independientemente de que los intereses de algunas familias no coincidieran con lo que se les ha presentado, pues las hay que también preferían otra cosa, eso es normal y legítimo. Pero en general es un éxito de la sociedad madrileña haber terminado con ese asentamiento y que todas las familias tengan una alternativa habitacional digna y acorde con unos planteamientos sociales que van a dar continuidad a un proceso de integración que esperamos que sea un triunfo. El proceso de integración no está garantizado.
¿No está garantizado? Lógico.
No, dependerá de las propias familias. Pero va a haber un proceso de acompañamiento por parte del Ayuntamiento, la Comunidad y las entidades sociales implicadas que se espera que sea de éxito.
Osea, que habrá un seguimiento cercano para que se vaya dando esta integración
Exacto, este proceso de realojo lleva un trabajo muy intenso por parte de todos los actores sociales que es previo al día del realojo. Ha habido un trabajo intenso en temas educativos, sociales en temas de documentación, seguimiento, salud y empleo. Todo este proceso converge con un plan de alternativa habitacional y un plan de intervención individualizado con cada una de las familias puesto que no se dan respuestas generales sino adaptadas a cada una de ellas.
El proceso, por tanto, no finaliza ahora sino que ahora empieza un nuevo trabajo en un nuevo escenario, y a este escenario nos tenemos que adaptar nosotros y también las familias. Es un proceso complejo pero que yo estoy convencido que tendrá éxito, pues los planes de intervención son muy razonables.
¿Estáis satisfechos con el momento en el que se ha producido?
Creo que ha habido distintos momentos en el Gallinero y este ha sido uno bueno para hacerlo, pues no había demasiada población y esa situación converge con la expectativa de finalizar el asentamiento que ya llevábamos tiempo esperando. Aunque a todos nos hubiera gustado hacerlo en junio, eso es cierto. Pero a pesar de todas las dificultades y el trabajo intenso, el hecho de que hoy hablemos del fin del Gallinero es algo de lo que estamos contentos.
¿Tiene algo que ver todo este proceso e implicación con lo que está sucediendo al lado en La Cañada Real y el trabajo de las asociaciones e instituciones que están trabajando allí?
Yo creo que no. Zonas de este tipo llevan años intentándose erradicar, intentando que desaparezcan y por tanto, dignificar la vida de esas familias y hacer un planteamiento de integración y de convivencia de esos ciudadanos. Siempre Cañada Real se ha diferenciado del Gallinero, se han identificado aparte y con un proceso distinto, entre otras cosas porque el suelo no tiene nada que ver, en la Cañada Real es de titularidad pública y el asentamiento está dentro de unos terrenos privados y por lo tanto tiene unos procesos normativos distintos. Desde tiempo se ha identificado como distinto. Otra cosa son la derivas en la acción, cuando las asociaciones e instituciones cogemos ritmo en ese sentido.
¿Cuándo se ha producido ese cambio?
El Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y otras entidades sociales venimos trabajando con ritmo desde cuatro o cinco años en esa zona. Tanto en Gallinero como en Cañada Real. Pero en ese tiempo se ha verbalizado claramente el querer acabar con el asentamiento del Gallinero, querer realojarlo y dar una alternativa habitacional a esas familias, darles una realidad distinta. Es un proceso distinto al de Cañada Real, que no es un asentamiento.
Entonces estaría muy bien que dentro de un año o dos podamos tener a alguna familia y poder valorar cómo se ha hecho el proceso. En Madrid ya no deben quedar zonas chabolistas, ¿no?
Creo que la infravivienda en Madrid ha cambiado, indudablemente, antes, los que tenemos memoria de poblados éramos capaces de recitar de memoria una serie de poblados como Barranquilla, Rosilla, Celsa, Pitis, etc. De eso ya no queda nada, porque la realidad ya ha cambiado. Es cierto que Madrid ha cambiado mucho y creciendo mucho con el impulso olímpico, lo que ha ido llevando a los poblados a los lindes con otros municipios (Rivas, Coslada…). Ahora el chabolismo ha cambiado es más pequeño, se siguen viendo muchas chabolas pero dispersas, más escondidas… No somos capaces ni de nombrarlos. Quizás si recorremos la M-40 con ojos sociales se siguen viendo, se pueden detectar pequeñas concentraciones o chabolas sueltas. Como asentamiento o poblado el único que queda es el de Las Sabinas en Móstoles-Arroyomolinos.
Para terminar. ¿El responsable directo de esta intervención quién sería?
El responsable directo es el Ayuntamiento de Madrid y nosotros (Cruz Roja) colaboramos, sí que somos responsables del seguimiento y la mediación con estas familias.