Por Plataforma Cívica de Apoyo a la Lucha por la Luz de Cañada Real Galiana
¿Se acuerdan de la borrasca Filomena, que afectó de forma muy grave a Madrid entre el 6 y el 11 de enero de 2022? 36 horas seguidas nevando que produjeron un auténtico colapso de la ciudad, dejándonos a muchos bloqueados en nuestras casas, sufriendo todavía los efectos de la covid-19. ¿Se acuerdan de los días de julio de 2023 en que estuvimos alrededor de los 45 grados en Madrid? Un récord histórico que produjo muchos problemas de salud e incluso muertes. ¿Se acuerdan de que en septiembre de ese mismo año hubo tormentas y lluvias torrenciales que provocaron caos e inundaciones de calles y casas? ¿Pueden volver a sentir los rigores del verano y de las frías y largas noches de invierno que hemos soportado estos últimos cuatro años en Madrid?
Ahora piensen que todas esas calamidades y durísimas situaciones las hubiesen tenido que vivir sin electricidad. Es decir, sin luz, sin calefacción, sin agua caliente, sin nevera, sin aire acondicionado o ventilador, sin posibilidad de preparar una comida caliente en la vitrocerámica o en el microondas…
Y ahora reflexionen sobre lo que supone saber que todo ello era, en realidad, fácilmente evitable, que, como se hacía en épocas pasadas cuando tropas invasoras sitiaban las ciudades para quedarse con las mismas, eran situaciones provocadas y mantenidas para que te fueses de tu casa y pudieran tomar posesión del terreno que habitas.
Piense también que si bien la parte civilizada de la sociedad, aquellas instituciones dedicadas a defender los derechos, han venido reclamando todo el tiempo que esas tácticas tienen que acabar y la electricidad inmediatamente reestablecida. Sin embargo, esas justas reclamaciones han sido siempre completamente ignoradas por quienes tienen la capacidad, la competencia y la obligación de cumplirlas, porque son precisamente quienes utilizan esas tácticas para satisfacer intereses ilegítimos.
Muertes y sufrimientos
Pues sí, todo eso ocurre en pleno centro de la Comunidad de Madrid, en la Cañada Real Galiana, desde hace cuatro años seguidos. Repetimos, desde hace cuatro años ininterrumpidamente, día y noche. Una situación que ha producido muertos, gente que ha tenido que ceder y abandonar su hogar, sufrimientos profundos y continuos de toda la población. Y la única solución que se les ofrece para que dejen de sufrir es que cedan, que abandonen sus hogares y se vayan lejos. Esa actitud se puede entender en fieros conquistadores de siglos anteriores, a quienes lo único que les movía era el poder y el dinero, pero no se puede tolerar en los dirigentes de una sociedad democrática, que se ha constituido como Estado Social y Democrático de Derecho y propugna como valores superiores la libertad, la igualdad y la justicia, como mandata el primer artículo de nuestra Constitución.
4 años seguidos de sufrimiento. ¡Que paren ya! ¡Que les devuelvan la luz inmediatamente!