Por Cooperativa La Comala
Muchachas vamos despacito, porque el viaje es lejos, sin olvidar que vamos todas a una. Activamos el whatsapp ‘Todas a Una’ y es que cada comala viene de algún rincón de América Latina. Y cuando emprendemos un viaje, siempre solemos llevar, morral, mochila o maleta y lo cierto es que ahí nos cabe de todo.
Contaré un poco sobre lo que traíamos en las mochilas de cada una. Por lo general, iban cargadas de sueños y esperanzas, de rabia y de dolor, de fuerzas y consuelos, de roles y mandatos, de magia y resistencia.
Cuando llegamos a estas tierras y a estas nuevas formas de vida, renovamos lo existencial de cada mochila. Nos ayuda mucho la reunión con las otras, los intercambios, los planes, abrazarnos y llorar juntas… Crecemos en la diversidad. Nos adaptamos, aprendemos, desaprendemos y hasta olvidamos, pero tratamos siempre de conservar la fuerza para seguir haciendo lo que sabemos.
Para llegar a convertirnos en cooperativistas participamos en debates, congresos, talleres, formación y reivindicación de los derechos de las empleadas del hogar y de los cuidados, estudiando y conociendo la diferencia injusta entre cotizar al Régimen general y Régimen Especial de empleada de hogar que representa una discriminación clara. Fuimos conscientes del no reconocimiento del trabajo de los cuidados como tal y de la reivindicación por la ratificación del Convenio 189 de la OIT, de las protestas y apuestas acerca de que los cuidados sean una tarea esencial y no solo de mujeres, y de que debe existir una corresponsabilidad de todo el mundo y más del Estado Social de Derecho. Los cuidados no son un apéndice de la vida. Deben ser el centro y no un capricho, y mucho menos un negocio lucrativo para unos pocos.
Los encuentros con las otras y nuestra propia experiencia cooperativista, de dónde venimos, nos animó también a poner en práctica lo que sabemos hacer. Estar juntas, ponerle precio a los trabajos que hacemos y pactar con las consumidoras que demandan nuestro servicio.
Nuestra intención es tener un espacio que genere empleo y dignificar los cuidados al mismo tiempo. Una trabajadora que es su propia jefa, tiene un plus de autoestima, pues sabemos dónde se va cada euro. Vamos al día con nuestros impuestos y todo lo que nos demanda la legislación laboral de los trabajadores y trabajadoras.
Aquel 12 de diciembre de 2017 estábamos alegres y también nerviosas cuando salimos de la Notaría de firmar nuestros estatutos, porque asumimos un gran reto. Hoy si echamos la vista para atrás, de aquellas 5 que iniciamos el proyecto hemos pasado a 10 mujeres, 10 mujeres con contrato laboral y cotizando en el Régimen General de la Seguridad Social y más de 50 usuarias y usuarios que nos acompañan en este viaje, conscientes de la importancia de cuidar a sus cuidadoras.
En La Comala hay mujeres de Honduras, El Salvador, Nicaragua, Colombia, Ecuador y ‘aliadas’ españolas que nos acompañamos, pues somos socias de A3Calles y en Abierto Hasta el Amanecer donde nos formamos como cooperativistas, algo fundamentalesarrollo de nuestra empresa cooperativa. Aquí cada aporte cuenta, cada articulación suma.
Actividades principales
Prestamos un servicio profesional, cercano y humano. Tenemos dos actividades económicas principales a las que nos dedicamos: cuidado de personas, limpieza de hogar y de oficinas, y limpieza profunda o integral; y acciones de acompañamiento formativo y ludoteca.
Una de las claves para el desarrollo del trabajo es ir acercando los servicios al territorio para que sea posible la conciliación entre la usuaria o usuario y la trabajadora. Un binomio perfecto que hace crecer en igualdad, bajo el principio de la corresponsabilidad y el derecho a conciliar la vida laboral y familiar.
En la pandemia, La Comala no paró y seguimos, pues nacimos para prestar los servicios de cuidados y no podía ser de otra manera. Hemos aprendido un montón y seguimos con formaciones y alianzas para ser mejores.
En La Comala creemos que nadie se debe quedar sin ser cuidado. Las atenciones son esenciales para la vida y por esos deben estar en el centro. Dicho esto, nosotras apostamos por el cheque servicio o bono cuidado para las personas que tienen una pensión precaria que no le permite pagarse los servicios de los cuidados y debe ser el Estado quien universalice el derecho a ser cuidados en condiciones dignas, tanto para las personas a cuidar como a las cuidadoras.
La Comala Sociedad Cooperativa Madrileña (SCM) es donde nosotras volteamos la tortilla. Para resistir es necesario recuperar la memoria del trabajo colectivo, la dinámica de una cooperativa de cuidados.
¿Qué significa comala?
Antes de hablar de La Comala, hablemos del comal. Se trata de un tiesto de barro muy común en Centroamérica y México, muy utilizado para cocinar las tortillas de maíz o arepas, como se conocen en Colombia o Venezuela.
Así que ofertamos el trabajo, somos nuestras propias jefas y nos abrimos un nicho de empleo. Nos especializamos y estamos conformes con nuestra autonomía. Sí, se puede salir adelante con este modelo de empresa.
La Comala es un pueblo donde se hacen los comales. Se encuentra en México y las mujeres primero amasan el barro, le dan forma redonda y convexa que, tras su secado y horneado, sirve para asar las tortillas de maíz.
Con la llegada del coronavirus a Europa y aquí en particular, Las Comalas decidimos trabajar. También nos respalda nuestra constitución, porque somos cuidadoras esenciales y en riesgo de primera línea.
Una lección aprendida en esta pandemia es que juntas estamos seguras y somos las protagonistas de nuestro propio proyecto. Que hay más gente buena que mala y que a la xenofobia, la explotación, al racismo o a la esclavitud moderna, le plantamos cara cada día. No se puede tolerar o justificar ningún tipo de violencia que ponga en riesgo los cuidados.
Cuando buscas a alguien para cuidar a tu madre, a tu padre, a tus hijos e hijas y tu casa, ¿qué esperas?. En La Comala los cuidados son clave y vamos todas para una.