22 de diciembre de 1950: el día que Vallecas se anexionó a Madrid

Por José Haro

Vallecas no siempre fue parte de Madrid. De hecho, la mayoría de su historia fue un municipio independiente, desde su origen remoto, durante siglos y hasta pleno s. XX, concretamente hasta el 22 de diciembre de 1950. En este 2020, se cumplen 70 años de su anexión a la capital. Aprovechando la efeméride, recordemos qué pasó entonces y cómo estamos ahora.

Cuando Vallecas no era Madrid

Los orígenes de asentamientos poblaciones en la zona donde se ubica Vallecas se pierden en el tiempo con algún vestigio del período romano y, sobre todo, remontándose a la época árabe y a la baja Edad Media. El paso de los siglos hizo que, como en tantos otros lugares, esta zona quedase sujeta a una relación de tipo señorial siendo su principal fin el abastecimiento de ésta a la entonces Comunidad de Villa y Tierra de Madrid.

Aunque la palabra “Vallecas” aparece escrita por primera vez en “El fuero de Madrid” (1202), un valioso documento que recoge un conjunto de normas escritas para administrar la vida local de la villa medieval de Madrid siendo rey Alfonso VIII de Castilla, el nacimiento del pueblo de Vallecas es posterior y viene provocado cuando, durante el siglo XV, la oligarquía local inicia un proceso de privatización de los terrenos comunales que provoca que muchas de las aldeas pierdan población, parte de la cual encuentra acomodo en restos de antiguas alquerías cerca del Cerro de Almodóvar. La subordinación de Vallecas a Madrid viene determinada desde aquel momento por el abastecimiento de materias primas y bienes de primera necesidad (cereales, pan, yeso, pedernal, cal…), oferta de oficios y mano de obra, esta última, constante desde entonces y hasta el presente en el soporte de la economía madrileña.

En los siglos siguientes, Vallecas crece al albur del progresivo desarrollo urbano de la capital, particularmente en la zona más próxima a la misma, Puente de Vallecas, zona que comienza a albergar cierta industria y actividad económica que, por el contrario, no tiene reflejo significativo en la zona de Villa de Vallecas.

El proceso de anexión de Vallecas y la configuración de Madrid

A finales del siglo XIX, tras la aprobación del Plan Castro (1860) y el derribo de la cerca de Madrid (1868), símbolos del deseo expansionista de la ciudad, comienzan a medrar corrientes anexionistas principalmente impulsadas por el tejido empresarial de ambos lados del arroyo Abroñigal (actual M-30 en su paso por Puente de Vallecas). Durante años, esta pretensión no llegó a más, fundamentalmente contenida por el contrapeso que suponía Villa de Vallecas, entonces principal núcleo vallecano.

Vallecas 1929 – Aérea del Puente

El crecimiento de Puente en esos años fue claramente urbano, mientras que el de la Villa fue eminentemente rural. El progresivo aumento de población de la zona de Puente de Vallecas pronto relegó a Villa de Vallecas a una realidad demográfica minoritaria. En la zona de Puente, que acogía al 90% de los habitantes de Vallecas, se reclamaban mayores inversiones no resultando satisfechas por el Ayuntamiento de Vallecas, en ese momento ubicado en Villa. La llegada del metro en 1923 garantizando la movilidad de la clase obrera residente en el barrio hacia el resto de Madrid, terminó de convertir a Puente de Vallecas en el centro económico y social del municipio vallecano. Elecciones y victoria de por medio, en 1931 al inicio de 2ª República, un consistorio mayoritariamente conformado por residentes de Puente trasladó el Ayuntamiento vallecano y sus servicios a esta zona, quedando en la Villa tan solo un juez de paz y un delegado de alcalde.

 

Vallecas 1929 – Imagen del Ayuntamiento del municipio ubicado en la zona de Villa de Vallecas

Esta pequeña “guerra civil vallecana” que acabó anexionando Vallecas a Madrid, no puede entenderse meramente como un conflicto Puente-Villa, sino, sobre todo, desde el interés económico de las élites del momento que durante años fueron forzaron un conflicto que probablemente no formase parte del imaginario del conjunto de la población vallecana, de perfil humilde y obrero y mayoritariamente centrada en la cobertura de necesidades básicas más imperiosas en un período de crisis económica marcada por la autarquía, el racionamiento y las malas condiciones de vida.

En plena dictadura franquista y en cumplimiento del Decreto de 10 de noviembre de 1950 firmado por el entonces Ministro de la Gobernación, Blas Pérez González, el Ayuntamiento de la capital, siendo alcalde José Moreno Torres (Conde de Santa María de Babío), aprueba la anexión total del término municipal y Ayuntamiento de Vallecas al de Madrid. Días después, el viernes 22 de diciembre de 1950, siendo alcalde de Vallecas Félix López y Gómez de Ontiveros, queda aprobada por unanimidad la anexión de Vallecas a Madrid y, con ella, la pérdida de su independencia.

Vallecas no fue el único municipio que se anexionó a Madrid. Entre 1949 y 1954, los pueblos de Hortaleza, Barajas, Canillas, Canillejas, Vicálvaro, Villaverde, Carabanchel (Alto y Bajo), Aravaca, Chamartín de la Rosa (que incluía Chamartín, Tetúan y parte de Ciudad Lineal), El Pardo y Fuencarral fueron también integrados al término municipal de Madrid, que aumentó su población con 300.000 nuevos habitantes y, este es el dato, multiplicó su superficie pasando de 66 km² a los 607 km² actuales. La expansión de Madrid y la proyección de su nuevo desarrollo urbano se presentaron al Régimen como una necesidad, para la recuperación industrial y la activación económica, y como una oportunidad para hacer negocio.

Comparación del término municipal de Madrid previo a las anexiones de los municipios colindantes

La absorción de estos municipios en este momento fue puramente administrativa. El Plan Bidagor (aprobado en 1946), pensado desde y para Madrid, llevaba aparejada una planificación territorial, pero no una coordinación espacial que tuviese en cuenta las necesidades específicas de los nuevos barrios. El gran Madrid que hoy conocemos se configuró sobre una amalgama de realidades locales cuyo mayor contraste se encontraba entre un norte residencial y un sureste de suburbios y barriadas. Infravivienda, chabolas y asentamientos espontáneos aumentaron esa desigualdad en los años siguientes con la llegada de todo un desborde migratorio, en Vallecas procedente fundamentalmente de Extremadura y Andalucía, que llevó a la capital del Estado a casi duplicar en una década su volumen de población, superando la cifra de los dos millones de habitantes.

Ese espectacular crecimiento no fue acompañado de inversiones y equipamientos que garantizasen unas condiciones de vida dignas. De ahí el surgimiento de un movimiento vecinal que se hizo cargo de cubrir sus propias necesidades configurando una relación de amor-odio barrio-ciudad, cuya llama reivindicativa, y tras más de 50 años, aún hoy permanece viva.

La llegada de la democracia permitió implementar poco a poco grandes avances, fundamentalmente de tipo material. Empujado por un período de bonanza económica, Madrid se puso el cielo como meta. La sociedad cambió y los horizontes se abrieron a nuevas posibilidades, también a nuevas problemáticas que estigmatizaron el barrio y se llevaron por delante a toda una generación. Las necesidades sociales siguieron mutando a la misma velocidad que hoy marca el mundo globalizado, su satisfacción no fue ni será nunca colmada en el mismo grado que sus consecuencias provocan.

¿Qué nos han dado los romanos?

70 años después, la disyunción sobre la que se constituyó Madrid sigue emergiendo cual pecado original. Los dos Madrid, el del centro y la periferia. El Madrid partido en dos, el norte y el sur. El Madrid polarizado, de los de arriba y de los de abajo. Todo ello sigue notándose en su realidad social dispar, en la disposición y composición de sus vecinos y vecinas, en su cultura, en sus instalaciones y equipamientos, en la dotación de servicios sociales, recursos educativos y sanitarios. Cada vez que llega una crisis, el espíritu de la subordinación y el desequilibrio arrasa con cuanto aquello pone en cuestión al capital (la economía) y a la capital (el poder) y Vallecas que nunca tuvo lo uno y perdió la otra, se resiente.

La evolución social de Madrid no se puede entender sin sus barrios, sin los hombres y mujeres que llegaron a sus calles, se instalaron en ellas, trabajaron duro y las transformaron, hipotecando sus sueños o directamente renunciando a ellos, despejándolos a base de cruda realidad. En Vallecas, muchas de esas personas y sus hijas e hijos, surgieron de su barro y de su agobio. Sobrevivieron. Sin su dignidad y su lucha, no se podría calificar a la ciudad como tal.

El orgullo vallekano tiene hondas raíces, se ha forjado incluso pese asimismo, y ha costado conservarlo a través del tiempo. Hoy vuelve a estar de rabiosa actualidad, quizá porque lo que Madrid devuelve viene cargado de injusticia. Las medidas de corte segregacionista que, impulsadas por la Comunidad de Madrid y apoyadas por el Ayuntamiento de la capital, han sufrido recientemente Vallecas y otros barrios han sido contestadas por las y los vecinos con irritación porque se asientan sobre el mismo clasismo y la misma desigualdad que ha imperado, desde años ha, en la determinación del destino del barrio.

Parafraseando la famosa escena de la asamblea del Frente Popular de Judea en la célebre película de los Monty PythonLa vida de Brian”, surge la pregunta ¿qué ha hecho Madrid por Vallecas? Echado el vistazo somero a su historia reciente, quizás lo más positivo sea ofrecer una respuesta en clave de futuro.

Se necesitan instituciones que apoyen un Vallecas más nuestro que de nadie, y vecinos y vecinas concienciadas que puedan volver a creer en ellas porque les sean propias en vez de ajenas. Con más población y territorio que gobernar y gestionar que muchas capitales de provincia, Vallecas precisa de mayores cuotas de autogobierno que deben ir aparejadas a una mayor descentralización que le confiera mayores competencias y soberanía en la inversión presupuestaria de forma que se favorezcan planteamientos de proximidad, agilidad, desburocratización, participación y respuestas vinculantes.

Lograrlo no caerá del cielo. La posibilidad existirá siempre y cuando se crea en ella y precisará del mismo arrojo mostrado en el pasado. Esas líneas de la historia futura vallekana, aún están por escribir.

2 Comentarios

  1. Este HOSPITAL no se mueve de donde esta; Aguirre como todo lo que hacia, era para beneficio propio, pero ya que lo hizo, que quede donde esta, ya que todo el personal adscrito a el, lo hace funcionar (con la carencia de medios que la Comunidad, para escarnio de si misma,)esta encargándose de mantenerla en esa precariedad, con vergüenza de la presidenta que no puede trasladarlo al Barrio de Salamanca. Tres HURRAS para todo, todo, el magnífico personal que se deja la vida cuidando los enfermos dandoles cariño; lo atestiguo por haber pasado más de una vez siendo atendido como hacen con todo paciente de una manera que sólo puedo agradecer diciendo esto. presidenta, en minúsculas como es su gestión con los barrios de la periferia, deje e paz ese magnífico Hospital, a no ser para dotarle de más personal y medios, como mucho, seria un buen detalle cambiarle el nombre por el de HOSPITAL de VALLECAS

  2. A los vallecanos nadie nos ha regalado nada, si de algo podemos presumir es de la valentía y arrojo de nuestros vecinos que nos enfrentamos en su momento a las autoridades, tanto del poder central como municipal así como de sus esbirros, que nos los echaban encima para que la protesta y reivindicación no llegara a todos los vecinos de Madrid, sólo que no sabían que teníamos contactos con gente organizada también en otros barrios y Éramos capaces de unirnos y sacar adelante nuestras reivindicaciones.
    Nos recorríamos todo Vallecas yendo desde Entrevias al pueblo y del pueblo al Alto del Arenal, puente o Doña Carlota, y cuando los esbirros querían cogernos nos escabullíamos por los vericuetos y pasillos de las casitas bajas que surcaban nuestras calles y que la mayoría conocíamos muy bien!
    ¿Alguno se acuerda de la caza de ratas promovida por la asociación de vecinos de La Paz, de que muchos días al coger el metro se encontraban con vecinos repartiendo octavillas con las reivindicaciones de los barrios?
    Alguno recuerda el recorrido de las “petras” que iban de Entrevias o el pozo al Puente de Vallecaso a Atocha?
    Ese alguien recuerda, ¿cómo se tuvo que luchar para que la cuesta de la calle Mejorana, (desde las Cuatro Fuentes), fuera eliminada para que las camionetas que iban a Atocha pudieran pasar sin necesidad de tener que bajarse casi todo el pasaje y empujarlas hasta que subían a la avenida de Entrevias, para continuar viaje a Atocha?
    O cómo se consiguió que la avenida de Entrevias tuviera conexión con la calle Convenio, sin necesidad de subir hasta la calle de entrada al apeadero?
    Muchos de los hoy plácidos barrios y calles asfaltadas y aceras soladas, provienen de la lucha constante de sus vecinos, muchos estábamos organizados en “El Partido” y en las asociaciones de vecinos, desde éstas nos unimos todos los vecinos de Madrid formando la federación de asociaciones de vecinos, desde ella fuimos capaces de evitar más de una subida arbitraria de precios, ya fuera de transporte como de la barra de pan!
    Esperemos que sepamos transmitir todo lo luchado y conseguido a las nuevas generaciones, la mayoría creen que tener calles, transporte digno y vivienda digna ha surgido del cielo y de lo buenos que eran las autoridades surgidas del golpe de estado, hay que invitarles a estudiar la verdadera historia, no sólo de Vallecas, sino de Madrid y del conjunto del país, si no hubiera sido por esas luchas sin parangón no estaríamos donde estamos ahora mismo!
    Buenos días y ya que estamos en periodo de confinamiento, seamos consecuentes y demostremos a todo el mundo que a reivindicativos y civilizados, a los vallecanos y vallecanas, no nos gana nadie.
    Salud y felices fiestas!

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