Por Concha Párraga, enfermera de Familia
Cuando iniciamos 2020, las enfermeras de todo el mundo lo acogimos con la mayor de las alegrías, ya que el año había sido proclamado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como el Año Mundial de la Enfermería.
Estebamos felices, teníamos puestas muchas expectativas en este nuevo año que se acercaba a nuestras vidas. Cada una de nosotras, dentro de su ámbito de actuación laboral, queríamos dar un empujón de visibilidad a nuestra profesión, profesión que amamos desde el primer día en que decidimos meternos hasta las entrañas en su seno. Dar visibilidad a la Enfermería, era para nosotras una prioridad. Daba igual el foro, los colegios profesionales, las asociaciones de enfermeras, la universidad, los centros de trabajo… para hacer visible un trabajo muchas veces olvidado.
Un monstruo desconocido
Pero no sabíamos que todo eso se iba a caer como se cae un castillo de naipes porque nos tocaba lidiar con un monstruo para todos desconocido hasta ahora que es la pandemia por el coronavirus.
Yo llevo muchísimos años trabajando, muchos años de bagaje personal en el mundo de la Salud, trabajando en lo que he adorado siempre que es la Prevención y la Promoción de la Salud y jamás, jamás, pensé que iba a vivir en primera persona lo que había leído en los libros.
Finales de febrero llegó y rápidamente marzo cayo en nuestras vidas como una mala lluvia que nos inundó de dolor el corazón. Corazones anegados por las lágrimas de muchas personas, no solo aquí en España sino en el mundo entero. Nuestro mundo cambio de repente, todo dio un giro drástico y tuvimos que protegernos de un agente desconocido que estaba matando a muchas personas y enfermando a otras tantas.
Con el miedo llegaron los primeros días de confinamiento, las caras de tristeza, el vértigo absoluto ante lo desconocido.
Nosotras estábamos en nuestro año, el de la Enfermería, y el azar nos había puesto en el camino una gran barrera que teníamos que saltar fuera como fuera.
Codo con codo
Todas las enfermeras del mundo trabajaron codo a codo para ayudar a la población. Cada gota de sudor de cada una de las enfermeras era una gota de amor para consolar esos miedos, esos duelos, esas ausencias.
Sé que todos lo hemos vivido igual, sé que absolutamente todos hemos temido por nuestros seres queridos, o por nosotros mismos, pero nosotras además os teníamos en nuestros corazones a todos y cada uno de vosotros.
No os podéis imaginar la recuperación anímica que suponía escuchar ese resistiré, esos aplausos, esos abrazos virtuales.
Las enfermeras llevamos en nuestro gen acompañar y eso es lo que queríamos hacer, acompañaros, serviros de farolillo para ver la luz, cuidaros.
Servicio público cumplido
El año 2020 se marcha y con él nuestras ilusiones de disfrutar de un año para nosotras, pero también nos deja la sensación del trabajo bien hecho, de la vocación de servicio público cumplido.
Ser enfermera muchas veces es muy duro, pero merece la pena saber que somos vuestros espejos, o tal vez vosotros los nuestros. Mi imagen es tu imagen porque os sentimos y os entendemos.
Solo quiero terminar el año dando las gracias. Dando las gracias como enfermera, como compañera, como amiga por haber estado en los momentos de tanta soledad, gracias por haber comprendido nuestros miedos, gracias por haber sabido estar.
Siempre vuestra enfermera.