Por Antonio Osuna
Mayo… El mes que esperamos que llegue y deseamos que no llegue al mismo tiempo. Cuando el frío aprieta, todos tenemos la misma sensación: “ojalá salga ya el solecito, la primavera y se acabe este infierno de hielo”. Pero ahora… bendito frío aquel, ¿verdad?. Lo digo desde mi punto de vista, ya que es el punto de vista de un alérgico. El invierno y la primavera para mi cuerpo son prácticamente iguales, es decir, si no son pañuelos por resfriado, son pañuelos por el polen, y no, no tenía ganas de que mayo llegase tan rápido.
No sé si están teniendo la misma sensación que yo. El año pasado por estas fechas ya estábamos en casa confinados, esperando que alguien hiciera algo o que el virus dijera: “parece que no hay nadie por la calle, me iré a otro sitio”. Pero no pasó. ¿Y en qué acabó? En que cuando se nos dejó salir, la gente lo cogió como una obligación, puede que por eso los meses se estén pasando volando.
Odio la primavera, lo siento, sé que es inspiración de poetas y de enamorados, pero donde esté un buen otoño que se quiten las ñoñerías. Además, es mucho más inspirador. ¿Qué tiene de especial?. Para mí, poco, aparte de ser el preludio del verano y de las camisas cortas, poco más. Es una estación que sinceramente lleva a la confusión más absoluta. Un día tienes que salir en pantalón corto y a las dos horas estás deseando tener un nórdico encima (me refiero a la manta, no a las personas, eso ya va en cada uno). ¿Y en qué se resume eso?, simple, que estornudas y ya no sabes si es por el polen o por un resfriado. Como si no estuviéramos ya bastante confundidos con todo lo que está pasando.
A nadie nos pilla de sorpresa, todos conocemos lo difícil que es esta época del año, pero no me llego a acostumbrar del todo. Lo siento. Me estuve documentando un poco sobre el origen del nombre. Mayo proviene de Mauis, de la Diosa romana Maia de la fertilidad y de la salud. Lo de la fertilidad lo entiendo por las flores y demás, ¿pero de la salud?. Para mi sorpresa busqué una representación de la Diosa y no sale con un pañuelo en ninguna… Debe ser que en la antigua Roma no había alergias. O pañuelos, quien sabe.