Por Concha Párraga, Patricia Carlavilla y Marisa Gascón, enfermera de Familia CS Campo de la Paloma y Ángela Uriarte
El virus del papiloma humano (VPH), también llamado papilomavirus es un virus muy extendido en la actualidad y que afecta a más de la mitad de las personas que mantienen relaciones sexuales. La mayoría de las veces la persona es capaz de vencer al virus, pero, otras muchas veces, el virus puede hacer desarrollar ciertas enfermedades muy serias.
Hay muchos serotipos del virus VPH. Muchos de ellos pueden provocar verrugas en diferentes partes del cuerpo y otros pueden afectar a los genitales. Estos últimos se propagan a través del contacto sexual con una persona infectada, pero también puede propagarse con cualquier tipo de contacto íntimo que implique piel con piel. Hay dos tipos de categorías relacionadas con el tipo de virus del VPH. El de bajo riesgo puede causar verrugas en o alrededor de genitales, ano, boca y garganta. Mientras que otros tipos pueden provocar cáncer de cuello de útero, de ano, algunos tipos de cáncer de boca y garganta, de vulva, de vagina, de pene, y son los llamados VPH de alto riesgo.
El virus puede persistir en nuestro organismo durante 20 y 30 años por lo que la capacidad de transmisión de un huésped a otro aumenta con el número de parejas que se tenga a lo largo de la vida.
En la actualidad, dentro del marco del Programa del Niño Sano de la Comunidad de Madrid, se realiza vacunación sistemática a las niñas mayores de 12 años con vacuna contra el VPH, pero todos los foros científicos y documentos basados en la evidencia científica nos hacen pensar en el papel que juega el hombre en todo este proceso.
Los varones pueden ser los transmisores de VPH con respecto al cáncer de útero, pero, además, y dependiendo de la práctica sexual que se realice, hay que pensar también en los cánceres de garganta, boca, ano o pene. Los tienen relaciones sexuales con otros hombres tienen un especial riesgo en contraer la infección, por lo que algunas comunidades autónomas como la nuestra tienen programas específicos para la vacunación en estos grupos poblacionales.
Nosotras como enfermeras tenemos la obligación moral de informar a los padres o tutores legales de nuestra población infantil sobre las vacunas existentes fuera de calendario vacunal de la Comunidad, y siempre que exista evidencia científica de que su administración reportaría en nuestra población beneficios en salud.
De este modo, al contactar con padres que tienen hijos varones les debemos informar que también a ellos se les puede administrar la vacuna frente al VPH y qué beneficios obtendrían por su vacunación.
Nosotras, las enfermeras de familia, tenemos una larga y extendida historia preventiva en el desarrollo de nuestra profesión y no hay mejor forma de prevención primaria que la vacunación.
La vacuna frente al VPH nació hace ya muchos años y, en el inicio de la vacunación, sufrió un acoso por parte de ciertos sectores que se demostró infundado. Esta historia en nuestra andadura ha dejado marca en el ideario de muchas familias, pero estos miedos infundados debemos ir “curándolos” a base de información y educación basándonos en un método científico contrastado, no en base a lo que me dijo alguien que ocurrió en tal o cual sitio de nuestro país y que no concluyó causa/efecto.
Vacunas seguras
Debemos tener presente que las vacunas son seguras y que, en general, son bien toleradas. Desde 2006 se han administrado más de 300 millones de vacunas en el mundo, según datos de la OMS, y este organismo concluye que “tras el examen de una gran cantidad de estudios e informes con metodología científica se afirma que la vacunación frente al VPH es extraordinariamente segura”.
Debemos presentar cara al VPH, nosotras estamos aquí para asesoraros, informaros o clarificaros todas aquellas dudas que tengáis al respecto. Contad con nosotras, contad con vuestra enfermera de familia.