Vallecas VA recoge el testimonio de los responsables de diferentes establecimientos repartidos por los dos distritos vallecanos con respecto a la actual crisis sanitaria
Por Mar Torrado/ Isa Mendi / Vallecas VA
El comercio de proximidad de Vallecas, de aquellos sectores considerados esenciales que tienen permiso para continuar aún abiertos, afronta un nuevo reto en tiempos del coronavirus. Echan de menos las conversaciones, los abrazos, las sonrisas, el ambiente distendido y la complicidad de sus clientes, pero no dudan en ponerse a su servicio para prestar su ayuda solidaria.
Vallecas VA hace un recorrido por los dos distritos vallecanos para conocer como los responsables y los empleados de estos negocios están viviendo estos días, cuáles son sus inquietudes y qué iniciativas tienen o planean para ayudar a la ciudadanía y continuar a flote en estos complicados días.
La primera parada en el camino es en el Mercado Municipal de Villa de Vallecas (calle de Sierra Vieja, 61). La protagonista es Belén, responsable de la tienda de café El Rinconcito de Belén. “Podría ser una gran oportunidad para que la gente valorara lo que tiene al lado, lo que es el pequeño comercio. La mayoría de los puestos hemos dado los teléfonos para poder acercar a las personas más necesitadas a casa la compra o lo que necesiten, porque muchos mayores y personas con movilidad reducida no pueden salir a por una simple barra de pan. Para lo que necesiten, para esto estamos”, apunta. “A pesar de mi miedo, canto y hasta bailo si hace falta. Siempre con una sonrisa. Y si no me sale, me la dibujo. Una sonrisa y positividad”, concluye.
“Se echa de menos el abrazo, los besos, el saludarnos como lo hacíamos antes aquí. Que vamos a salir adelante obviamente, siempre y cuando todos respetemos las normas y estemos concienciados con ello”, añade el conserje de este espacio comercial, José Miguel Díaz.
Galería de la Imagen
Al día siguiente, la conversación transcurre en la galería de alimentación de la Imagen, en San Diego (Puente de Vallecas). “La gente está más triste, sobre todo por sus padres. La mayoría tiene a sus mayores que no pueden salir, que están delicados de salud”. El que habla es uno de los trabajadores de Fruterías Ayuso, que lleva toda la vida en el barrio. “Sientes pena sobre todo por la gente que no puede salir de casa, por los padres, por los niños como fieras enjauladas, acostumbrados a su diario. Nosotros seguimos trabajando, saliendo a la calle, no nos repercute tanto”, añade. En cuanto a la forma de comprar, asegura que “viene mucha gente a comprar para vecinos, para padres, con varios pedidos. Tenemos el reparto a domicilio, que te llaman, personas mayores, pero cada puesto a nivel particular”.
También de esta zona de Vallecas es Juan Acosta, que regenta la pescadería del mismo nombre en el citado espacio comercial. “No quieres que la clienta se sienta incomoda, pero no puedes darle mucha conversación porque como que viene con prisas, no está relajada, y tienes que emplear menos tiempo. No te sientes tranquilo, te ves obligado a dejar lo que te estás haciendo para ir a atender. Llevo más de 40 años en el barrio y conozco al 90% de toda la vida. Cuando eran niñas, venían con sus madres y con sus padres. Ahora vienen que parecen extrañas o nuevas, como que no las conocieras toda la vida. Parece que no tienen la amistad de antes”, comenta.
“La clienta que viene es porque te conoce”, continúa. “En las grandes superficies está todo más a mano, cargan de una vez a la semana y ya está. Pero como calidad, siempre he dicho que el pequeño comercio da mucho mejor servicio que las grandes superficies. El profesional está muy hecho a la profesión. Sabes lo que tienes que darle a la clientela, cómo tienes que dárselo. En las grandes superficies ves una frialdad, un distanciamiento dependiente-cliente. Nada que ver con el pequeño comercio. Le das conversación, te muestras amable, al gusto que quiere. Aquí un profesional gana el doble que en las grandes superficies, se les prepara y saben cómo tienen que vender el género”, añade Acosta.
Por otro lado, se refiere a las iniciativas que tienen para ayudar a sus vecinos. “Siempre ofrecemos un reparto a domicilio y si le puedo llevar la fruta de enfrente también se la llevo. Nos hemos puesto de acuerdo y en el mismo reparto le llevamos varias cosas. Nos llaman por teléfono, hacemos el pedido y se lo llevamos con tal de no perder clientela y mantener la que tenemos. Son vecinos que confían en lo que les sirves, porque saben que no les vas a engañar. A lo mejor tenemos 8 o 10 clientas a las que le llevamos la compra todos los días. Igual vamos a la avenida Ciudad de Barcelona que a Entrevías, donde nos llamen”, apunta.
“La unión hace la fuerza y es lo mejor que hay. Hemos salido de muchas y duras. El barrio siempre es luchador y es positivo. Lo perciben los vecinos que tratas de ayudar y no dejarles”, sentencia, emocionado.
Calle Serena
El periplo continúa por las calles de Vallecas y la siguiente parada en la ruta es en un estanco de la calle Serena. Su responsable, Jesús López, abre ahora de lunes a viernes y cierra los fines de semana y, parapetado tras una mampara que ha adquirido recientemente, vende fundamentalmente tabaco y recargas de teléfono y transporte. “Me quemo porque estoy mucho tiempo de brazos cruzados, aunque en el local siempre tienes que hacer, limpiar y otras cosas. Si entra alguien estás con más cuidado y precaución aunque la gente viene con guantes y mascarillas”, señala. Este comerciante aplaude la iniciativa de la gente joven que se ofrece a llevar lo que necesite a la gente mayor que no puede salir de casa y anima a “tener confianza, seguridad y tomar todas las medidas posibles de cara a limpieza. Hay que demostrar una vez más la unidad”.
Avenida Pablo Neruda
El siguiente negocio visitado por Vallecas VA poco tiene que ver con el anterior. Se trata de la farmacia situada en la avenida de Pablo Neruda, 124. Su dependienta que lleva trabajando 22 años en el barrio, explica que los clientes entran con guantes, mucha precaución y respetan la distancia con respecto al mostrador. “La actitud es más seria, sin ninguna intención de hablar ni conversar y sí de comprar lo que necesitan con menos parafarmacia”, argumenta. Al respecto, añade que la clientela demanda sus medicamentos de su receta electrónica y mucho paracetamol, “porque los termómetros, las mascarillas y los guantes están agotados, reservados para servir a los hospitales”.
Además, destaca que tienen puesto un cartel de los vecinos de los alrededores por si alguien los necesita, con teléfonos. “Dentro del edificio se han puesto de acuerdo, por si alguna persona mayor necesita medicamentos”, concluye.
Calle de Viridiana
El último alto en el recorrido tiene lugar en el quiosco de prensa de Juanjo, en la calle de Viridiana. “Hay de todo un poco, la gente tira más de promociones, de sudokus, de pasatiempos, autodefinidos, cruzadas… porque se aburre en casa y alguna revista del corazón se vende evidentemente. Todos los días recibo la prensa diaria, no hay mucha diferencia” explica. “El vecino está un poco triste, con miedo y con preocupación, llámalo como quieras. Tiempo atrás te venía con una sonrisa, ahora viene deprisa, corriendo, te compra y dice ya nos veremos, punto. Ahora toca tener paciencia y a ver si pasa pronto el virus”, concluye.