Por Torresrubí
Una de las claves para entender el mercado actual es la falta de nuevas viviendas. Desde el ‘boom’ inmobiliario de 2000 y su posterior colapso, no se ha visto un repunte significativo en viviendas de obra nueva. Esta escasez de oferta es una de las principales razones detrás de la estabilidad de los precios, a pesar de las fluctuaciones en otros factores como los tipos de interés.
Una pregunta recurrente estos últimos meses es si realmente estamos ante una burbuja inmobiliaria. A diferencia de la crisis de 2007-2008, que fue impulsada por un exceso de crédito, la situación actual es distinta. El crédito para promotores inmobiliarios es mucho más reducido (solo el 7% en comparación con el 40% en 2007). Esto indica que, aunque los precios han alcanzado o superado los niveles de 2007-2008, la dinámica subyacente es diferente, centrada más en la oferta y demanda que en un exceso de crédito.
En 2023, los precios de las viviendas en España mostraron un comportamiento contrario si lo comparamos a otros países europeos como Alemania y Francia. Mientras que, en estos últimos, los precios comenzaron a corregirse, en España continuaron al alza. Esta disparidad se debe en parte a diferencias en la evolución relativa de los precios desde el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008, y a factores como la oferta limitada y una fuerte demanda, especialmente de inmigrantes.
El mercado inmobiliario español en 2024 se encuentra en una encrucijada compleja. Si bien los temores de una burbuja inmobiliaria parecen infundados, dadas las diferencias sustanciales con la crisis de 2007-2008, existen desafíos significativos, especialmente en términos de oferta y accesibilidad a la vivienda. Este panorama nos invita a reflexionar sobre la necesidad de políticas eficientes y medidas que aseguren un mercado inmobiliario sano y accesible para todos.
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