Nuestra infancia vallecana, “que se lo coman todo”

Una cocinera dispensa una ración de comida en un colegio

Por Adriana Sarriés

Hace pocas horas he tenido una breve conversación con dos mujeres (amigas entre ellas) que conozco desde hace unos cuantos años. Cada una tiene dos hijos en Primaria, los cuatro con comedor. Una de ellas llega al Salario Mínimo y la otra no, porque no tiene jornada completa. Hasta aquí una situación bastante frecuente. Pero me he quedado sin palabras cuando en el transcurso de la conversación una de ellas nos ha dicho con naturalidad refiriéndose a sus hijos: “Yo les digo a cada rato que se lo coman todo, que no se les ocurra dejar la fruta. Os la metéis a la mochila. Ya sabéis que cena poca y desayuno, lo justo”. La otra, ha asentido: “pues claro, yo también se lo digo”. Os confieso que yo me he venido a casa con un baño de realidad y con tristeza.

A propósito de esta conversación traigo a nuestro periódico vallecano una indignidad que no es sólo exclusiva de los países con menos ingresos. También la es de Europa, de España, de Madrid y de Vallecas.

Empecemos. En 2019 había en Europa cerca de 19 millones de niños, niñas y adolescentes en riesgo de pobreza y exclusión social. El cálculo es uno de cada cinco. Repito el dato, una de cada cinco personas de nuestra infancia y adolescencia europea se encuentran en riesgo de pobreza. Y nuestro país es el tercero de la lista europea. Por mucho que nos asombre, estamos en ese puesto.

¿Qué decir de Madrid y por tanto de Vallecas? Varias cosas. Sabemos que la desigualdad en Madrid es la más alta de país y que con la pandemia ha aumentado la brecha social. El grupo de excluidos ha crecido el que más, con familias con menores a su cargo e inmigrantes, sobre todo. También sabemos que la mitad de la pobreza corresponde a familias monoparentales. La mayor parte de estos niños no terminan la ESO. Y sabemos que la pobreza infantil se concentra en el sureste de Madrid. Tenemos como ejemplo un dato de Cañada Real, que este periódico recogió en su número de enero: “… 1.812 niños y niñas condenados a un invierno de calamidades y espanto…”. Detrás de más de un año sin electricidad, hay más señales de pobreza.

Además, Unicef suspendió en 2018 a Madrid por la pobreza infantil. Según el Informe Foessa/Cáritas de 2019, la Comunidad de Madrid cuenta con 6.732.000 habitantes y de ellos un 16%, 1 millón aproximadamente, están en exclusión social; y de ellos, la mitad en exclusión severa. ¿A cuántos nos toca en Vallecas? No lo sé, lo que sí sé es que la frase de esta mañana “que se lo coman todo” no es ninguna broma.

Una reflexión

Nos hemos acostumbrado al combate verbal en cualquiera de los medios que frecuentemos. El griterío es lo que se lleva, es lo que abunda entre políticos y no políticos. Es casi imposible asistir a una tertulia sin ese combate. Y sin mencionar las redes sociales … Padecemos ese clima y es posible que también lo fomentemos. Pero se nos cuelan, con honrosas excepciones, situaciones como la que acabo de describir y otras muchas, sin que surjan, aunque sea tímidamente, ideas o preguntas del tipo ¿qué alcance tiene esto?, ¿cómo podemos intervenir? o ¿qué más se puede hacer?.

Garantía Infantil Europea

En esa vorágine de griteríos pasó sin pena ni gloria una noticia importante. Por primera vez en la historia de la Unión Europea, y a través de sus países miembros, se ha planteado, aprobado y ya se está trabajando en torno a un desafío común a favor de la infancia y adolescencia. El proyecto se llama ‘Garantía Infantil Europea’ y pretende prevenir y combatir la exclusión social en la infancia. Os invito a mirar el documento despacito y seguir su evolución, porque este gran tema no es exclusivo de las instituciones y las ONGs dedicadas a esta población. Nos concierne a todos y todas. Su primera evaluación será en 2024 en el Foro Anual de la UE. Y no prosperará si continuamos en el griterío o mirando para otro lado. Estoy convencida de que este periódico pondrá su grano de arena.
Termino con una obviedad. Es muy importante educar a nuestros hijos en los buenos hábitos alimenticios, en el aprovechamiento de la comida. Pero que no sea porque “la cena será poca y el desayuno lo justo”.

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