Un lugar donde ser escuchados sin que nos juzguen ni nos pretendan aconsejar

ROBERTO BLANCO TOMÁS.

Es ya un lugar común que nuestras sociedades son cada vez más individualistas y competitivas, y que el ritmo de vida en el que nos encontramos inmersos deja poco tiempo y espacio para conocer y comprender mejor a la gente que nos rodea. Realmente, si nos paramos a pensarlo, existen muy pocos sitios donde cualquiera de nosotros, cuando nos encontramos mal, podamos desahogarnos y ser escuchados sin pagar por ello. Uno de esos lugares podría ser la familia, pero muchas veces ésta es parte del problema o está demasiado implicada en nuestra felicidad como para oírnos sin juzgar o intentar aconsejarnos. La verdad es que parece una necesidad importante, y hemos encontrado un lugar así en Vallecas.

El Centro de Escucha Vallecas es un proyecto de la asociación AEMS, que nos presenta una de sus integrantes, Isabel: “Nuestra asociación se crea viendo la necesidad de ser escuchados, y sobre todo de tener un espacio donde te puedan atender sin prejuicios, con una escucha auténtica: sin prisas, sin consejos… Es una asociación independiente, y sus siglas corresponden a ‘Atención, Escucha, Meditación y Sanación’, que son los planteamientos que nos hicimos al principio: un lugar donde ser atendido sin etiquetas, con una mirada limpia y trabajando siempre la escucha”.

Isabel y sus compañeros nos reciben en el local de la asociación, un espacio cómodo y muy cuidado, con distintos ambientes, ya que AEMS realiza muchas otras actividades aparte del centro de escucha. “El espacio nos invitaba a ser un lugar donde conectar con lo mejor de ti mismo —continúa nuestra anfitriona—, donde pararte, donde estar en silencio… y por eso creamos espacios de meditación donde generar ese ambiente, esa energía positiva, siempre desde un respeto auténtico a lo que el otro dice o quiere, o en el momento en el que cada uno está. En torno a esto hacemos muchísimas cosas: hay grupos de autoayuda y crecimiento, hay también espacios de práctica de taichí o de danza conectada con los sentimientos… Veíamos que era necesario acompañar a la persona en todas las dimensiones, no solo en la física, sino en la emocional, la mental o la espiritual. Integrar todas esas dimensiones y desde ahí relacionarnos de una manera más auténtica”.

José Antonio, otro de los miembros, nos explica lo que es un centro de escucha: “un lugar donde un grupo de personas que se han formado para poder escuchar de una manera empática, terapéutica, respetuosa y además eficaz, que produce efectos sanadores en las personas, ofrecen sesiones gratuitas de escucha a personas que están atravesando una situación de crisis, una situación social difícil, un momento de duelo, de divorcio, etc. Se trata de intentar ayudar a esas personas para que salgan adelante con los recursos que tienen y que ese sufrimiento les ha secuestrado”. Los centros de escucha se mantienen con personas voluntarias, que se comprometen a recibir una formación en una metodología de ayuda y a destinar parte de su tiempo a esta actividad. Eso sí, José Antonio recalca que en el centro se atiende únicamente “a personas que no tengan patologías graves. Trabajamos en equipo con otros profesionales a los que derivamos en el caso de que alguien venga con un trastorno de personalidad, con una psicopatía…”.

Funcionamiento

Para que nos hagamos una idea de su funcionamiento, nos resume un proceso tipo: “La persona se entera de algún modo de este servicio y se pone en contacto con nosotros. Le hacemos una entrevista inicial para ver si realmente le podemos apoyar, y también para informarle exactamente de lo que hacemos, dejando muy claro la metodología que seguimos, siempre muy respetuosa con el otro, que es en todo momento el protagonista de su proceso: no somos asesores, sino acompañantes. Si la persona está de acuerdo y nosotros vemos que podemos ayudarle, un voluntario o voluntaria entra en juego para apoyar a esa persona, y comienza un proceso en el que se ven una vez a la semana o una vez cada quince días, en función de lo que voluntario y persona escuchada decidan. En general, damos hasta un máximo de veinte sesiones, siempre gratuitas. Si se puede resolver la situación antes, pues mucho mejor, porque lo que se intenta es que la persona salga de su estado de crisis lo antes posible; y si no se resuelve, el equipo determina si puede ofrecer más sesiones. El objetivo que perseguimos es que cuando la persona salga de aquí realmente haya habido un cambio, aunque el cambio sea meramente interior, y que salga con recursos para afrontar las dificultades. Hemos comprobado que funciona”.

Un ejemplo, personal, nos lo proporciona Cristina, voluntaria del centro: “Yo he sido escuchada: mi hermana falleció hace un par de años, en esos momentos estaba formándome dentro de un grupo, y mis compañeros me escucharon. Y realmente funciona… A mí me ayudó: hice el duelo más tranquila, acompañada, sin que nadie me diera soluciones o me dijera ‘intenta esto’ o ‘haz lo otro’… Solamente por el hecho de que me escucharan y de yo poder expresar lo que sentía, ese dolor tan inmenso, a mí ya me hacía un bien”. Miguel Ángel, miembro también de la asociación, apunta un detalle importante: “una de las claves para que la gente pueda afrontar su sufrimiento es reconectarla con sus propios recursos y capacidades. Esto es lo que hace que al final puedan abordar y gestionar sus sufrimientos de una manera más saludable y salir adelante. El instrumento fundamental en la escucha es el escuchado, más que el que escucha”. “Lo que suele ocurrir con las sesiones —amplía Isabel— es que las personas se empiezan a cuidar, se descubren y se quieren. Hay un proceso en el que la persona empieza a quererse tal cual, con lo que ha ocurrido, a aceptar las situaciones y ver cómo salir de ahí con fuerzas, con una paz interior”.

Terminando ya nuestra visita José Antonio aprovecha para enviar un mensaje a los vecinos: “que sepan que tienen aquí un espacio que intenta ayudar a que el barrio se humanice… y hacerlo entre nosotros, no de una manera paternalista, sino los propios vecinos, con nuestros propios recursos y desde lo mejor nuestro, solidariamente unos con otros”. E Isabel insiste: “invitamos a todos a venir, a disfrutar del espacio y de las actividades que en él se hacen, que hay muchísimas; y también a comprobar cómo nutrimos la vida en este lugar”.

 

#Aporlos100mil por la supervivencia del espacio

La situación del local donde AEMS desarrolla su actividad ha cambiado recientemente, y los dueños tienen que venderlo para cancelar la hipoteca. La asociación ha hecho una oferta de compra por cien mil euros que el banco ha aceptado si se realiza a finales de noviembre. “Somos conscientes de que uniéndonos muchas personas podemos reunir ese dinero y, lo más importante, que el anhelo de continuar en este espacio ha de ser compartido por las personas que frecuentan el centro, las muchas personas que conocen la actividad de la asociación AEMS y todas las que quieran solidarizarse con este proyecto”, explican.

Así, la asociación se ha propuesto un reto, al que denominan #Aporlos100mil, para conseguir la suma necesaria (en caso de no realizarse la compra devolverán lo recaudado). Se ofrecen al donante dos opciones: realizar una aportación voluntaria con la cantidad que considere o pueda, o convertirse en socio del proyecto con una aportación de 1.000 euros (posible a nivel individual y también para grupos)

La aportación o la cuota de socio se puede realizar mediante transferencia o ingreso en la siguiente cuenta: Promotores del Centro de Atención, Escucha activa, Salud y Ecología. Banco Sabadell ES17 0081 0473 4800 01450948.

Para más información y contacto:

 

 


Imagen: R.B.T.

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