Vallecas VA recoge los testimonios de vallecanos que salen a calle todos los días para garantizar la movilidad y el funcionamiento de la ciudad
• José Luis, conductor EMT: “A los viajeros se les ve con un poco más de precaución”
• Elvira, taxista: “Damos servicio a quien lo necesita, muchas veces de forma gratuita”
Por Mar Torrado/ Isa Mendi / Vallecas VA
No pueden teletrabajar ni quedarse a pesar del estado de emergencia sanitaria que ha recluido en sus casas a la mayor parte de la población. Deben salir a la calle todos los días para garantizar que no se paralice si aún cabe más la capital. Vallecas VA ha hablado con varios trabajadores vallecanos de servicios públicos para conocer cómo es su día a día, qué sensaciones tienen y cómo afrontan la actual situación.
“La verdad es que hay un poco de miedo en el ambiente incluso entre los compañeros. La gente se sienta separada, nadie habla con nadie. A los viajeros se les ve con un poco más de precaución”. El que habla es José Luis, conductor de la EMT que se pone al volante en una de líneas urbanas que recorre diariamente Vallecas.
En cuanto a los cambios que se han producido en un servicio que ha experimentado un descenso de viajeros de hasta el 91%, recuerda que no se puede pagar en metálico y se recomienda que no se ocupen los dos asientos más próximos al conductor. “Aunque esto así, no se niega el paso a nadie si no puede pagar con tarjeta. Si tienes que parar fuera de la parada, paras. Hay un poco más de cordialidad entre pasajero y conductor”, concluye.
Metro
La segunda protagonista vallecana es supervisora comercial de Metro y prefiere no decir su nombre. Asegura que el servicio se está prestando con normalidad, que no son ciertas las aglomeraciones y que la afluencia de viajeros está siendo muy reducida. Además, advierte que se están produciendo bastantes bajas “por el contacto con gente infectada”. “Se está haciendo limpieza en las estaciones, pero con relación a nuestros puestos de trabajo no hay tanta como debería haber”, apunta. Al respecto, denuncia que los conductores tienen que limpiarse ellos mismos las cabinas con productos de casa, una situación que se repite en los cuartos de operadores.
“Nos estamos jugando nuestra salud y la de nuestra familia, lo tenemos asumido. Queremos que lo asuman las direcciones de las empresas que nos llevan. Que nos den los medios. En mi caso, estoy trabajando sin guantes ni mascarilla. Lo dan si tú lo pides. Cuando entro lo que encuentro son toallitas para las manos. Los maquinistas están igual”, se lamenta.
A pesar de esta situación, considera su labor “muy gratificante”. “Siento más simpatía, noto que la gente nos sonríe dándonos de alguna manera las gracias, es de agradecer efectivamente”, agrega.
Ya en un clave más personal, explica que está haciendo recados a sus vecinos mayores. “Ya que salgo a la calle a trabajar, aprovecho y les quito el tener que salir ellos”, dice.
Por último, hace un llamamiento a la gente. “Que recordemos que los servicios públicos son el mayor bien preciado que tenemos, empezando por la Sanidad. Espero que de aquí a un tiempo no se nos olvide”, concluye.
Taxi
Ahora el turno es de Elvira, que vive en Vallecas y trabaja conduciendo un taxi. “La gente es consciente de la situación y no pide subir adelante. Si vienen dos personas, se sienta una en cada extremo. Los usuarios traen guantes, mascarilla y su propio gel. Si no es así, yo misma se lo proporciono para lavarse las manos después de tocar maletas, puertas o demás”, comenta mientras aguarda la llegada de clientes en la parada del Hospital Infanta Leonor. “Me cabreo y es posible que me vaya sin esperar a ningún cliente. Pasa la gente en grupo, no de uno en uno, ¿qué hacemos aquí amontonados?, se pregunta.
Por otro lado, dice que dan servicio a quienes lo necesitan, “muchos de ellos gratuitos”. “Si una persona mayor precisa hacer la compra, se le hace sin ningún tipo de problema. También se da servicio a médicos, a enfermeras y a personas que lo necesiten. Basta con llamar a la emisora o parar a un taxi y se le hace sin ningún problema”.
Correos
El último de los testimonios recogidos por nuestro periódico proviene de una cartera, que se mantiene en el anonimato. “Mucha gente no te abre cuando llamas al telefonillo. En cambio hay otra que sí, que te da ánimos y te dice que tengas cuidado y por qué estás trabajando. Una señora me regaló una mascarilla porque no tenemos. Al principio eran necesarias y ahora no, según el Gobierno”, se queja esta empleada pública.
“Correos quieren que trabajemos tocando unos telefonillos que están a mano de todo el mundo. Con los mismos guantes tocamos otros telefonillos y nos tocamos todo y luego que no te toques la cara. Es muy difícil que cada 45 minutos te laves las manos, como nos dicen. Que cese ya el reparto. Lo que es vital es quedarse en casa. ¿De qué sirve que mi familia no salga si yo me voy a trabajar?”, se pregunta.
Por último, reconoce que llevando una carta “no me siento útil”. “A mí no me importa cuando paso por la calle dejar mi teléfono y llevarles el pan a las personas mayores. Nos tenemos que ayudar, pero eso no es llevar una carta que no vale para nada… ayudar es de otra manera. Estoy de acuerdo con lo que dijo un compañero que se sentía útil llevando un paquete de pañales a una madre que no puede salir, pero no entregando una pantalla o unas zapatillas de China. Paremos esto ya, se nos ha ido de las manos”, apostilla.