Por Concha Párraga, Marisa Gascón y Patricia Carlavilla, enfermeras de los CS Campo de la Paloma y Ángela Uriarte, y del Servicio Móvil Madrid Positivo
Vivimos en una época en la que la vida parece haberse convertido en una sucesión de tareas. Parecemos ratones en una rueda que nunca deja de girar. Cierto es que todas las comodidades actuales de las que disponemos (desde un vehículo, una lavadora a una red social) nos hacen ahorrar tiempo si lo comparamos con la vida que llevaban nuestros antepasados. A pesar de todo esto, parece que disponemos de menos tiempo que nunca.
Tanto nuestra mente como nuestro cuerpo necesitan desconectar de las rutinas que, impuestas o voluntarias, tenemos a diario. Si conseguimos relajarnos sin sentir culpabilidad por ello, podremos alcanzar un cierto nivel de paz mental.
La sociedad cada vez es más consciente de la importancia de la salud mental. En la actualidad, se ha puesto muy de moda algo que se conoce como el mindfulness, o las técnicas de relajación. Nos vamos a centrar en las técnicas de relajación, pues son prácticas sencillas y rápidas.
Debemos practicarlas a diario, como una rutina más en nuestras vidas. Con esta práctica conseguiremos aumentar la sensación de calma. Para que empecemos a trabajar en alcanzar esa transformación, vamos a dejar por aquí una técnica de relajación sencilla y de corta duración.
Técnica sencilla y corta
— Vamos a sentarnos en una silla o en el suelo sobre un cojín. La espalda debe estar alineada, el cuello recto y no debemos cruzar las piernas. En esta técnica vamos a utilizar la respiración como ancla para obtener ese estado de relajación y bienestar.
— Debemos dejarnos llevar sin esperar nada. Es muy importante tratar de aprovechar el momento presente, tu momento, en contacto con tu respiración.
— Asegúrate de que tu postura es cómoda, manteniendo los hombros relajados y la cabeza recta, relaja la musculatura de la cara quedando la boca ligeramente abierta. Si es posible puedes ir cerrando los ojos y tomando consciencia de cómo te encuentras en este momento. Toma consciencia de cómo está tu cuerpo, tus pies y tus hombros, y observa todas las sensaciones físicas que percibas.
— Poco a poco, centra tu atención en tu respiración. Observa como el aire entra lentamente y tu pecho se expande y al soltarlo se contrae y se relaja. Con cada respiración intenta soltar todo aquello que te agobia. Inhalación y exhalación, solo debes focalizarte en esto. Es posible que a lo largo de la relajación puedas sentirte distraído por sonidos, pensamientos…cada vez que esto ocurra, vuelve a focalizar tu atención en la respiración.
— Deja que todos tus sentidos vayan descansando sobre tu respiración y trata de mantener una actitud abierta y amable. Observa como tu mente y tu cuerpo se van relajando a medida que inhalas y exhalas. Mantén este trabajo de respiración entre 8 y 10 minutos.
— Poco a poco, puedes comenzar a abrir lentamente los ojos y moverte despacio. Retoma tus actividades y valora el cambio.
Decía Marco Aurelio: “aquel que vive en armonía consigo mismo, vive en armonía con el universo”. Es hora de empezar a valorar nuestra propia armonía.