Por Ignacio Marín (@ijmarin) / Fotografía: Juan Haran / Vallecas VA
Metro de Madrid sin duda ha debido de conocer tiempos mejores en sus recién cumplidos cien años de historia. El pasado 17 de octubre, nuestro suburbano celebraba un siglo de existencia en un día en el que, a pesar de los regalos y las celebraciones que la empresa trató de llevar a cabo, se juntó el habitual hastío de los usuarios con una nueva huelga de los sindicatos, esta vez por culpa de la presencia de amianto.
Lo cierto es que llevamos un año terrible en lo que a Metro se refiere, con uno de los peores veranos que los usuarios recordamos. Se acumularon cerca de 10.000 reclamaciones, el doble ya de todo 2018, cuando rondaron las 4.400. Hacinamiento, aumento de las frecuencias, infraestructuras que no funcionan… Las reclamaciones son de toda índole pero los viajeros que usamos este servicio público a diario somos muy conscientes de la degradación del servicio público. Según los sindicatos no parece ser casualidad. La Comunidad de Madrid no está llevando a cabo ni las inversiones adecuadas, ni la renovación de los trenes, ni las contrataciones comprometidas. ¿Podemos decir que está dejando caer al Metro? Un servicio que debería ser prioritario, como modelo de movilidad urbana sostenible y responsable con el entorno.
Los vallecanos sufrimos especialmente su deterioro. Los más de 332.000 ciudadanos que habitamos en los dos distritos disponemos de una única línea de Metro para nuestros desplazamientos cotidianos. Una línea que, a diferencia de hace varios años, ya se encuentra colapsada a primera hora desde Congosto, Villa de Vallecas o Sierra de Guadalupe en dirección al centro de Madrid. El crecimiento de población en nuestros barrios no responde a la caída de la calidad del Metro, a diferencia de la falta de inversión de la que alertan los sindicatos.
A este colapso se une el cierre del túnel del Cercanías de Recoletos, que mantiene cerrada desde Atocha la línea que conecta nuestros barrios con estaciones tan importantes como Nuevos Ministerios o Chamartín. Renfe ha diseñado alternativas pero todas comienzan en Atocha, por lo que los vecinos de Vallecas siguen sin tener posibilidades más allá de los ya de por sí colapsados medios de transporte.
La EMT tampoco está siendo la panacea. No ha habido refuerzos en nuestros distritos ni por el cierre de Recoletos en el Cercanías ni por la palpable caída del servicio de Metro. Todo lo contrario, la proliferación de las incidencias está aumentando quejas y reclamaciones. Los sindicatos, de hecho, alertan sobre el empeoramiento de las frecuencias desde julio y la paralización de la contratación.
Si somos de los valientes que queremos llegar en bicicleta al centro de Madrid, una de las opciones más rápidas es circular por la Avenida de la Albufera. Más rápida pero más peligrosa. La arteria de Puente de Vallecas es una auténtica trampa para los ciclistas, ya que, en la mayoría de los tramos, esta calle solo ofrece dos carriles por cada sentido: un carril bus -prohibido para las bicicletas- y otro para el resto de vehículo, a menudo insolidarios, cuando no agresivos, con los ciclistas.
Nuestros distritos han quedado además fuera de las grandes planificaciones de los carriles bici de los que se beneficia gran parte de Madrid, aunque estén amenazados por el nuevo Consistorio. No hablemos ya de BiciMad: disponemos de una única estación de bicicletas para Puente de Vallecas y ninguna para Villa. Dense prisa en utilizarla, ya que su degradación es palpable, culpa del tijeretazo en su mantenimiento, y el equipo de Almeida habla de privatizar el servicio.
¿A qué intereses responde la destrucción de todos los servicios públicos de transporte que estamos sufriendo los ciudadanos? ¿Es un paso previo a su privatización? Hemos de recordar que los mejores indicadores de calidad en el transporte público se han logrado con una gestión pública y dedicando unas partidas presupuestarias que respondían a ofrecer un servicio de calidad. ¿Busca acaso incentivar el uso del vehículo privado? Ha quedado claro que el abuso del vehículo privado es insostenible y la tendencia internacional es la apuesta por el transporte público. Sea lo que fuere, está en nuestra mano reivindicar un transporte público, de calidad y para todos, fundamental para la habitabilidad de nuestros barrios.
Una pena el autobús 113 el único que va a vallecas desde ciudad lineal, muchas madres tenemos que esperar más de media hora para poder subir con los bebés en los carritos, porque no ponen autobuses con plazas suficientes cuando los hay y siempre van colapsados.