Por profesionales del Centro de Salud Buenos Aires
Dice una expresión latina que la excusa no pedida es una acusación manifiesta. Tal vez escribiendo estas palabras estemos escribiendo la excusa que nadie nos ha pedido, pero que sí sentimos que queremos dar. Es un hecho que la Atención Primaria se tambalea, se quiebra y se rompe y, como profesionales y como pacientes, no sabemos a quién encomendarnos.
Como usuarios nos sentimos indefensos, abandonados y vendidos. Han roto nuestra zona de confort. Ya no conocemos a nuestra enfermera (que en cuestión de 5 años han sido 3), ya no sabemos coger cita para nuestra médica y nos peleamos con un teléfono en el que a veces no hay nadie al otro lado. Acudimos a nuestros Servicios de Urgencias de Atención Primaria y los encontramos cerrados (recordemos que los SUAP de Federica Montseny y Ángela Uriarte llevan clausurados aproximadamente dos años). Nos vamos a vacunar de COVID a kilómetros de nuestras casas sin saber que en nuestro centro de salud se está vacunando.
Como usuarios nos sentimos perdidos: «con lo fácil que era antes», «ahora voy y está todo vacío», «hasta la semana que viene no me dan cita», «ya han abierto los centros de salud después de tanto tiempo cerrados». Parece que cualquier pasado fue mejor, y tal vez no sea verdad, pero así lo sentimos. Nos han arrebatado nuestra aburrida y monótona normalidad. Y cómo duele.
Como profesionales, la indefensión aprendida se ha apoderado de nosotros. Tenemos la sensación de que ahora mismo podrían hacer lo que quisieran con nosotros. Nos hemos convertido en máquinas de burocracia. Las bajas parecían, en algunas olas de la COVID, el motivo por el cual debíamos relegar cualquier otra consulta. No podemos o no sabemos llegar a nuestra población y nos limitamos a un día a día con listados kilométricos y pacientes cada 5 minutos. Ya no conocemos a nuestros pacientes, porque hemos cambiado de trabajo 4 o 5 veces en 3 años. Sentimos que los protocolos que rellenamos importan más que el tiempo con el paciente: objetivos, porcentajes, números… Nos hemos perdido entre olas, bajas y actualizaciones de protocolos. La sensación es que cualquier tiempo pasado fue mejor, y tal vez no lo sea, pero así lo sentimos. A nosotros también nos han arrebatado nuestra monótona y aburrida normalidad y sí, cómo duele.
Divididos y enfrentados
Parece un espejo, unos señalándose a otros, divididos y si no hacemos nada, abocados al desastre. Divide y vencerás dice otra expresión latina. Que nos culpemos los unos a los otros, que nos pongamos dianas en el pecho. Quítanos la fuerza, la pasión, las ganas y nos tendrás a todos comiendo de su mano.
Quizás podríamos preguntarnos por qué población y profesionales, antes unidos por relaciones construidas durante años, se miran ahora con recelo. Y lo mismo dentro de los centros, entre profesionales. Es fácil culpar a la persona que tienes al lado: si esa profesional hiciera algo más de lo que hace, si ese paciente hubiera venido con cita, si mi compañera no se hubiera puesto mala y su baja hubiera provocado una sobrecarga de trabajo en el resto…. Estos dos años han sido como una apisonadora para pacientes y profesionales con consecuencias especialmente crueles en barrios como Vallecas. La desconfianza ha crecido en el contexto de la pandemia y ha sido alimentada por la consulta telefónica que nos alejaba y la falta de información a la población que sufría las consecuencias. ¿Quién no ha explicado a la población lo que sucedía? ¿Por qué era fácil pedir la cita en los ‘vacunódromos’ y no sabíamos si podían y cómo atendernos los profesionales a los que conocemos?.
Una Atención Primaria ya al límite desde hace años, se ahoga. Mientras, seguimos recibiendo protocolos que nos alejan de la población y nos recomiendan “ilusión” para hacer mejor nuestro trabajo, aunque no se aumenten los recursos. En la crisis sanitaria más importante que hemos tenido en las últimas décadas lo importante en Atención Primaria no parece ser contratar a más profesionales, aumentar las líneas telefónicas, o minimizar tareas burocráticas para que pudiéramos emplear el tiempo en atenderos mejor. En otros sectores, como el privado, no parecen necesitar motivación, ya que están aumentando el número de personas que se pagan un seguro privado ante nuestra falta de respuesta a la población. La atención a patologías crónicas, como diabetes, se ha pospuesto en este tiempo y se ha tardado en dar respuesta, dando lugar a complicaciones o retrasos diagnósticos.
Puede que en unos años el sistema sanitario como lo hemos conocido no exista. Que la consulta de Atención Primaria se haya sustituido por compañías como las que ya ofrecen, por escasos euros, atenderte por videollamada en cualquier momento del día. Esas compañías no contemplarán una atención continuada de patologías complejas por parte de profesionales que conocen el contexto y el barrio en el que viven sus pacientes. No conocerán tu situación laboral ni familiar. No habrán compartido contigo momentos difíciles ni sabrán si puedes hacer un tratamiento u otro en función de tu situación económica.
Reflexiones
Ojalá pudiéramos regalarnos el tiempo que hace falta para entender a la persona que tenemos enfrente, y más después de un tiempo como el que hemos pasado. Solo escuchándonos podremos reconocer lo que nos une y lo que nos falta y quién tiene la responsabilidad de poner los recursos, mejorar condiciones laborales y modificar las normas para atender a la población como lo merecéis. No podemos olvidar que han aumentado aún más las dificultades de acceso para muchas personas por el hecho de no tener tarjeta sanitaria, a pesar de que seguimos oyendo que nuestra Sanidad Pública es de acceso universal.
En nuestra mano está recuperar el terreno perdido, hacer ver que nuestros centros están abiertos, que jamás estuvieron cerrados y que siempre hemos estado aquí. Volvamos a vernos, a escucharnos, a juntarnos, al fin y al cabo, estamos todos en el mismo lado. Volvamos a hacer y ser más barrio, a tener ese orgullo de pertenencia y de lucha que tanto caracteriza a Vallecas.