Por Jesús López, Mesa Cultura Foro Local de Villa de Vallecas
El día 12 de octubre de 1962 falleció, exiliado en Moscú, Alberto Sánchez (“el escultor panadero”) que fue el primero en acuñar el término de Escuela de Vallecas. Resulta, cuanto menos controvertido, que un artista cuyo arte ponía de manifiesto el espíritu del campo castellano muriera alejado de su tierra, como si fuera un apátrida, precisamente el día que se celebra la Hispanidad.
Alberto Sánchez, fuera de los patetismos patrióticos que afloran en la actualidad, siempre enfocó su quehacer artístico en consonancia con el paisaje y las formas reconocidas bien por las tierras de Vallecas, -sobre todo alrededor del cerro Almodóvar-, bien por las cercanas a su comarca de la Sagra toledana; aun encontrándose en las lejanas estepas rusas, tan yermas y colosales como nuestros feroces páramos castellanos.
En unos de sus tantos paseos por las estribaciones del Cerro Testigo, -así bautizado el cerro Almodóvar, ya que desde su vértice querían que partiera una nueva visión del arte español-, pudo surgir su creación Signo de mujer rural en un camino, lloviendo, fechada entre 1925-1930.
Originariamente, se trataba de una pieza en yeso mostrando una figura femenina muy estilizada. La mujer, junto con otras figuras del imaginario popular español como el toro, ocupa un lugar destacado en la iconografía de Alberto. El juego entre lleno y vacío, el trabajo con la verticalidad, la sobriedad de los materiales y las incisiones practicadas en las superficies son algunos de los rasgos más significativos de su trabajo.
En 1985, por indicación de la familia, Eduardo Capa pasó a bronce la reproducción de la pieza que Alberto recuperó en Moscú, puesto que la original fue destruida durante 1938. En la actualidad, esta escultura figura en la colección de obras expuestas en el MACBA.