Vallecas VA publica en dos entregas el nacimiento y la evolución a lo largo del tiempo de esta zona importante del distrito de Puente de Vallecas. La primera de ellas, la que ocupa esta página del periódico de noviembre, bucea en su fundación y aborda, entre otras cuestiones, el surgimiento de la conciencia de barrio y de clase social con las primeras huelgas.
Por José M. Moreno-Aurioles, Asoc.Vecinal Doña Carlota Numancia
Todo aquel que entre al Mercado de doña Carlota desde la calle de Santa Marta se dará de bruces con un resumen de la historia del barrio. Ese resumen no es más que un artículo publicado en ‘El Imparcial’ en 1927, con lo que obviamente no hay ninguna información sobre la historia posterior. Las dificultades que debían de presentarse para la investigación en aquella época provocaron, además, que hubiera algún fallo en la información facilitada. El propósito de este artículo es actualizar lo que sabemos.
Los límites de aquel barrio de doña Carlota difieren del actual barrio de Numancia, un barrio creado con sentido administrativo y olvidando el carácter histórico del entorno. Aquellos límites, más o menos, debían de ser la A-3, la M-30, el Cerro del Tío Pío y el camino de Valderribas. Nosotros nos referiremos esencialmente a este espacio.
No hay noticia ninguna de población al menos hasta 1873. Y, para verlo representado en planos, tendríamos que esperar al plano de 1900. Ahora, al llegar a 1900 esa aparición es estelar: hay ya incluso una escuela pública y una alcaldía de barrio.
El núcleo parece que se forma en torno a una serie de fábricas. Una de ellas, al menos, pertenecía a un tal Eduardo García Goyena al menos desde 1879, que en realidad parece que habría comprado los terrenos en 1875. Este Eduardo Goyena estaba casado con la sevillana doña Carlota Mejía (o Megía) y es esencialmente ella quien le empieza a dar forma al barrio, según cuentan las crónicas. Aunque el matrimonio, en realidad, vivía en el Centro de Madrid. Era algo habitual que las familias acomodadas de la capital tuviesen terrenos fuera de la ciudad (Alberto Aguilera y su Villa Roja en la zona de Palomeras) o disfrutasen de los merenderos de los arroyos vecinos (como los del Tejar de la Pastora y el Puente de Vallecas).
- “No hay noticia ninguna de población hasta 1873. Y, para verlo representado en planos, tendríamos que esperar a 1900”
Carlota Mejía murió pronto, en 1885. Por aquel entonces es probable que ya hubiera en la zona también otro tejar (el de los Folgueras) y una fábrica de cementos (de un tal Richart), si es que no había algún negocio más. Pero, según parece, las ideas de doña Carlota siguieron perviviendo a través de su marido. Parece ser que ella se había interesado en vida para que los trabajadores del entorno tuvieran un lugar donde vivir y había estado dando terrenos para que se construyeran sus casas. Quería, además, que se construyera una iglesia, que no más allá de 1889 ya estaba construida. Podemos decir, por lo tanto, que los primeros ladrillos del barrio los puso este matrimonio.
Precisamente ese año, 1889, es el primero en el que tenemos constancia de la celebración de unas fiestas del barrio. Esas fiestas se hicieron en el entorno del 12 de septiembre, es decir, por el Dulce Nombre de María (que era y es nuestra parroquia). Hoy las únicas fiestas que se celebran son las de Doña Karlota, que tratan de recuperar nuestro sentir de barrio, pero van cambiando de fecha según la necesidad. Sin embargo, habría que plantearse la posibilidad de celebrar unas fiestas nuevamente en estas fechas, pues todo lo que tenemos apunta a que se escogió como patrona al Dulce Nombre de María por coincidir con la fecha oficial de fundación del barrio.
Fábricas y población obrera
Como decimos, parece que el barrio nace por las fábricas y con población obrera. Aparentemente, además, estos obreros eran migrantes de la región valenciana. La pobreza se consideraba tan extendida que hasta el obispo de Madrid-Alcalá se acercó a repartir limosnas en 1891, aunque para 1911 el alcalde de Vallecas estimaba la población del municipio en 11.000 almas, de las cuales solamente algo más de 1.000 eran pobres.
Sin embargo, parece bastante razonable creer que, aunque los vecinos fueran mayoritariamente pobres, también habría gente más acomodada. Sólo de esa manera se explica la creación, por ejemplo, de la editorial ‘La Irradiación’. Esta editorial se dedicaba a reeditar clásicos, pero por lo que sabemos también publicaba una revista del barrio, en la que entre otras cosas mencionaba a sus suscriptores e indicaba cuáles eran sus negocios. Cabe decir que estos últimos sólo podrían tener interés en hacer eso si efectivamente alguien va a leer el anuncio. O sea, que se presume que había un cierto grado de alfabetización en el barrio.
- “La sevillana doña Carlota Mejía le empieza a dar forma al barrio”
Al mismo tiempo que se va formando esta conciencia de barrio (con fiestas, periódicos y otros elementos), parece que también se asienta la conciencia de clase. A fin de cuentas, como hemos dicho, la mayoría de la población debía de ser obrera. La primera referencia que tenemos a una huelga es de 1899. Los trabajadores de los tejares se quejaban de los bajos salarios (por cierto, don Eduardo seguía vivo). La huelga llegó al punto de que el gobernador civil tuvo que venir a ver qué pasaba y por qué diantres no llegaban los ladrillos a Madrid. Ni con esas se paró la huelga, porque los dueños no subieron los salarios, y al final hubo en torno a 29 detenidos por las protestas, que se habían vuelto violentas.