Paseas por Recoletos y te sumerges entre las guitarras, la magia, los versos, los barcos piratas, los lienzos y tantas y tantas actividades que un grupo de gente comprometida con la cultura te ofrece en una mañana que entendió que aquello era una fiesta y que se nos presentó ataviada con su enorme sombrero de sol de primavera. Porque la cultura existe aunque una minoría de individuos (los que se apropiaron hace ya mucho tiempo de los cómodos sillones de nuestro Congreso de los Diputados) intente terminar con ella.
Participas con tus palabras y tu voz en la mañana del 9 de marzo junto a Vallecas Todo Cultura, una gente con veinte años de lucha para que un barrio como el nuestro mantenga viva su cultura. Porque gracias a ellos, que llevan, con más constancia y voluntad que medios, la organización y coordinación de tantos y tantos eventos culturales en Vallecas, aún podemos vivir en el barrio la música, el teatro, la pintura, la palabra imaginada, expresiones que están muy presentes en Vallecas.
Desde la palabra, una vez más, tenemos la oportunidad de demostrar a esos individuos usurpadores de los que os hablé antes lo que os digo. Tengo la fortuna de colaborar en la creación del I Certamen de Microcuentos Vallecas Calle del Libro. Cuando este artículo llegue a vosotros ya estará abierto el plazo de presentación de microcuentos; de darlo a conocer ya se encargarán éste y otros medios, aunque yo quería dejaros una reflexión que va muy unida a este certamen.
En una historia, en un cuento, en un relato, no importa cómo lo llamemos, siempre dejamos algo de nosotros que llega al lector, que hace que un sentimiento que él seguro lleva desde siempre en su interior, aflore, tome cuerpo. Eso, para mí, es vivir. Doscientas palabras, la extensión máxima de estos microcuentos, sobran para demostrar que nunca nos daremos por vencidos. Con una historia de amor, de rebeldía, de amistad, de terror, con cualquier historia, no importa el tema, estamos luchando contra la desidia y la ignorancia en la que nos quieren sepultar. Porque, casi siempre, la ficción es un mundo paralelo a la realidad. O quizá es ella misma.
También os quería comentar que en este certamen una de las normas es que la palabra “barrio” aparezca entre sus líneas: porque Vallecas y barrio son sinónimos. Y, para cerrar este círculo y volver a mi paseo por Recoletos de las primeras líneas de esta tribuna que me cede Vallecas Va (una mañana de fiesta En Defensa de la Cultura), os dejo el microcuento que leí aquella mañana en la que todos nos sentimos cultura y que titulo Significados:
“Era el último significado. Empezaron por democracia. Lo borraron de todos los diccionarios sin que nos diésemos cuenta, solo nos enteramos cuando comenzamos a no entendernos. Las palabras seguían ahí, sobre las páginas, las paredes o las pantallas, pero ya no nos servían para comunicarnos. Corrupción, alegría, hambre, honesto… fueron las siguientes que se quedaron vacías; así hasta que llegaron a miedo: no quisieron eliminarlo. Nos habíamos recluido en nuestras casas. Ellos no, ellos pretendían adueñarse de las calles y de nosotros. Yo, antes de que desapareciese la definición de pensar, me escondí en este sótano con un viejo y enorme tomo que heredé de mi padre. Ya voy por más de la mitad. Han revivido muchas palabras. La próxima es educar. Después va combatir”.
Luis Miguel Morales
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