Entrevías y El Pozo se vuelcan con los más necesitados

Foto de familia de una parte de los voluntarios de la despensa

Por Isa Mendi

La historia de la despensa solidaria de Entrevías-El Pozo es diferente a la de otras iniciativas vecinales de estas características de Vallecas y del resto de Madrid. Tras su paso por la ‘tacita de Plata’ (Centro Social de Entrevías) sus miembros han tenido que alquilar un local a pie de calle de una antigua autoescuela en la calle Conde Rodríguez San Pedro 60, cuya fianza y renta ha sido sufragada por ellos mismos, para continuar con su actividad. Otra de las singularidades de esta acción vecinal que forma parte de Somos Tribu Vallecas es que reparte a diario los menús que les proporciona la Escuela de Hostelería de Santa Eugenia (el último día será el próximo 28 de junio) junto a productos y cestas de alimentos.

Detrás de esta ingente labor está un equipo de más de 80 voluntarios que tratan de ofrecer ayuda a los más necesitados de su barrio, una situación agravada por la pandemia. Vallecas VA ha querido recoger los testimonios de ocho de estas personas que, desde la sombra, realizan una labor desinteresada e imprescindible en estos tiempos de crisis.

Adriana

“A día de hoy tenemos unas 400 familias que acuden al local para recoger alimentos, cestas y menús. Hay muchos vecinos que viven en la calle y no tienen medios para cocinar, así que a ellos se les dan latas preparadas de comida”, explica a Vallecas VA Adriana, una de las vecinas que realiza labores de coordinación en la despensa solidaria. “Tenemos grupos de compra, de atención a las familias, de donaciones, de logística y de despensa, así nos organizamos día a día para poder seguir apoyando a los vecinos de barrio y a alguno que llega de fuera del barrio”, añade. “Esperamos que el Ayuntamiento nos deje un local para poder seguir apoyando a los vecinos. Estamos en contacto con los Servicios Sociales para intentar agilizar los trámites de ayuda, ya que hay muchas personas que no disponen de Internet en casa para los mismos”, argumenta Adriana.

Una voluntaria entrega productos a una vecina

Para esta residente formar parte de este grupo “es una satisfacción que no tiene precio al poder ayudar a las personas que lo necesitan”. “Hace años pasé por la misma necesidad que ellos tienen ahora y ver qué cada día se nos apunta más vecinos y el cariño que nos tenemos unos a otros es muy importante. Somos como una familia y eso no tiene precio”, explica.

Elisa

El turno de palabra ahora es para Elisa, que colabora los fines de semana. “Durante todo el confinamiento he estado teletrabajando en casa y viendo la televisión me daba cuenta de que cada día había más personas necesitadas, sin nada que llevarse a la boca, niños, ancianos, etc… No podíamos quedarnos con los brazos cruzados sin hacer nada, miramos en internet hasta que dimos con la Tribu”, afirma. “Me siento útil en esta sociedad y en esta situación tan especial que nos ha tocado vivir, entrego lo que más tengo que es tiempo y me llevo el cariño de todos los voluntarios. Hemos creado una gran familia cada uno de su padre y de su madre, pero todos unidos por la misma causa, ayudar a los más necesitados”, dice. En todo el tiempo que lleva lo que más le ha marcado “es la cara de felicidad de los niños cuando les das un caramelo, a pesar de la adversidad que sufre su familia. El corazón se me encoje y me hace llorar”, reconoce.

Inés

“Me gusta ver que la mayoría de los vecinos ya son amigos y que reciben de buen grado lo poco o mucho que podemos ofrecer”. La que habla es Inés, que recibe a los vecinos que acuden a recoger alimentos. “Veo que en Somos Tribu hay mucha voluntad de que los vecinos que están pasándolo mal por culpa del giro que ha dado sus vidas con este virus, salgan adelante con su ayuda y me parece que puedo colaborar. Cuantos más seamos, antes saldremos de este apuro”, concluye.

Miembros de la despensa, en su local de la calle de Conde Rodríguez Sampedro 60

Toñi

Toñi, otra de las voluntarias, coincide con Adriana y Elisa y considera que las personas que están en la despensa solidaria de Entrevías-Pozo forman ya “una gran familia”. “Para mí lo primordial es el apoyo emocional, ya que somos un gran equipo. Cuando vamos mal anímicamente siempre tienes una palabra cariñosa que creo es muy importante en momentos tan difíciles por los cuáles estamos pasando”, considera.

Mamen

“Nos involucramos en este proyecto mi marido y yo, porque sentimos la necesidad de hacer algo y ese algo llegó a través de José, taxista jubilado. Joaquín tiene un taxi grande y empezamos a ir a por los menús. Al llegar al barrio y ver que en la despensa todas manos eran necesarias también me quedé yo cómo voluntaria para agilizar lo que hiciera falta”, señala Mamen, otra de las caras anónimas de la despensa. “La experiencia más dura es ver personas cómo tú o cómo yo que tienen que ir a pedir alimentos para su hogar. Ojalá no nos veamos en esta situación. Y desde luego si hay otro confinamiento, estaré ahí”, adelanta.

Maribel

Maribel que llama, prepara y reparte cestas, no duda en afirmar que su barrio está necesitado de ayudas y que “granito a granito, se puede”. “Yo personalmente pedí ayuda y me tendieron la mano al momento. Me recompensa el ver que soy útil y, sobre todo, ver las sonrisas tan difíciles de arrancar de las personas a las que podemos ayudar. Lo peor es la impotencia de no poder abastecer a todos los que nos piden ayuda, es horrible”, dice.

Dani

El que interviene ahora es Dani, que decidió involucrarse en la despensa porque tenía más tiempo libre al estar de baja laboral. “Me ocupo de tener organizado el local, abrirlo cuando llegan donaciones, repartir menús y cenas y coordinar los datos de las familias para su posterior envío a los Servicios Sociales”, explica a este periódico. “No hay palabras para describir la satisfacción personal. Lo más duro es ver familias con niños pequeños sin tener que llevarse nada a la boca y que te digan que gracias a lo que les damos pueden comer todos los días”, apostilla.

Una vecina ordena parte de lo recibido

Carlos

El último en tomar la palabra es Carlos, que se ocupa, fundamentalmente, de las compras. ”Es muy gratificante tener la suerte de poder ayudar a tus vecinos. Lo más duro es cuando un padre te mira a los ojos y te dice que no tiene nada que dar de comer a sus hijos”, concluye.

La despensa solidaria de Entrevías-El Pozo tiene abierto un número de cuenta donde se pueden hacer aportaciones económicas (ES70-2038-1082-6960-0006-5659- concepto: TRIBU, titular: Asociación LA PAZ), Además, sus responsables hacen un llamamiento para que el barrio donde productos no perecederos en su local (arroz, pasta, legumbres, aceite, artículos para bebés, potitos, leche, huevos, pañales, etc…).

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