Por Concha Párraga, Marisa Gascón y Patricia Carlavilla, enfermeras de los CS Campo de la Paloma y Ángela Uriarte, y del Servicio Móvil Madrid Positivo
Las ECV (enfermedades cardiovasculares) afectan al aparato circulatorio o vascular, formados por el corazón, el cerebro y los vasos sanguíneos (arterias y venas), y son la principal causa de muerte en nuestra sociedad.
La arterioesclerosis o ateroesclerosis es el nombre que se le da a la existencia de unas placas de grasa en la pared de los vasos sanguíneos, llamadas placas de ateroma. Éstas reducen o impiden el paso normal de la sangre por el interior de los vasos y pueden dar lugar a obstrucción. Dependiendo de si la obstrucción es total o parcial y el lugar donde ésta se produce, hay distintos tipos de enfermedad cardiovascular como la angina, el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular o ictus y problemas de circulación periférica como la claudicación intermitente.
Muchas de estas dolencias se podrían evitar con un estilo de vida cardiosaludable evitando los factores de riesgo. Hay dos tipos de factores de riesgo: no modificables y modificables. Dentro de los primeros están: edad, sexo y antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular prematura (herencia genética). Y dentro de los segundos: alimentación, actividad física/sedentarismo, tabaquismo, obesidad, diabetes mellitus, hipertensión arterial, elevación de los niveles de colesterol total, elevación del colesterol LDL, alteraciones pisco-emocionales y adherencia al tratamiento farmacológico.
Cada persona puede trabajar en esos factores modificables a través de cambios en el estilo de vida, alimentación, ejercicio, gestión de las propias emociones, consumo de tóxicos y buen uso de los medicamentos. Por ello es importante aprender a gestionar nuestra salud desde muy niños para llegar a ser adultos sanos gestores de nuestra salud. Debemos reducir el consumo de grasas y azúcares, así como llevar una dieta pobre en sal. Además, es importante controlar el peso y practicar ejercicio.
El estrés por sí solo no supone un riesgo, pero suele aparecer unido a otros factores como la hipertensión, el sedentarismo, la hipercolesterolemia, la obesidad o el consumo de tabaco. En estos casos sí se convierte en un factor de riesgo, pudiendo ser un desencadenante de un accidente coronario.
El estrés
Por lo tanto, trabajar en la reducción del estrés y en el manejo de las emociones es algo a tener en cuenta de la misma manera que las acciones relacionadas con la dieta. El ejercicio físico se manifiesta como un mecanismo efectivo en el control y reducción de los niveles de estrés.
Queremos recordar la ayuda que puede brindar tu centro de salud a través de tu enfermera, que actuará a lo largo de todos los ciclos vitales en aspectos de promoción de la salud, prevención de la enfermedad, recuperación y rehabilitación.
Pide cita para calcular el riesgo cardiovascular y así valorar los cambios que serían apropiados hacer en tus hábitos. Ella te guiará y te acompañará en este camino.
En el mes de septiembre se celebró la Semana del Corazón donde tanto sanitarios como enfermos cardiovasculares activistas pusieron todo su esfuerzo para que la población asumiera la importancia de trabajar la prevención primaria como algo fundamental para la prevención de enfermedades cardiovasculares. Somos lo que comemos y lo que nos movemos.