Por Ignacio Marín (@ij_marin)
Más que tristeza, sus rostros representaban resignación. Las miradas se cruzaban mostrando el mismo hastío. Las caras eran de sobra conocidas, tras meses, años, de lucha. El pasado miércoles 2 de noviembre, un puñado de vecinos nos dimos cita en el Centro de Salud Ensanche de Vallecas para, una vez más, clamar contra el desmantelamiento de la sanidad pública que lleva a cabo la Comunidad de Madrid. Desmantelamiento poco disimulado ya, arrogante incluso, gracias al apoyo recibido en las urnas. En esta ocasión, decidimos protestar con velas que, al atardecer del otoño, daban un aspecto sombrío a los alrededores del malogrado centro de salud. Tan sombrío como la sensación de ser testigos de una realidad, de sufrir una sensación injusta que afecta a todos y que a la mayoría le da igual. Tan sombría como tratar de achicar agua en una balsa devorada por las termitas.
No quisiera aburrir a los lectores enumerando una vez más las cifras palpables del plan de Ayuso para destruir la sanidad pública. Quizá sea mejor que lo comprueben ellos mismos, escuchando las experiencias de sus vecinos. El propio autor de estas líneas tuvo que esperar mes y medio para tener cita de atención primaria en el mismo centro de salud en el que nos manifestamos el pasado día 2. Y aún está en los dos meses de espera para una resonancia en la única cita que quedaba en este 2022 y en el único centro que puede hacerlas, el Hospital del Tajo, en Aranjuez, a 44 kilómetros de Vallecas.
Desde luego, el plan de Ayuso está obteniendo sus frutos. Los seguros privados gozan de su particular agosto con el expolio de la sanidad pública. Desde que la presidenta llegó a la Puerta del Sol, se han firmado más pólizas que durante los siete años anteriores. Cerca de 305.000, un 10% más que entre 2011 y 2018. Además, nuestra región es la que cuenta con mayor porcentaje de asegurados en privada de toda España. El 38% de los madrileños cuenta con un seguro privado, mientras que la media nacional se sitúa en el 24%.
Son las consecuencias de la política del sálvese quien pueda. La intención declarada del gobierno de Ayuso es que el que no pueda permitirse un seguro privado, tenga que soportar una sanidad pública cada vez más precarizada. Porque nuestra región será la más rica de España, con un PIB per cápita de 32.048 euros, una renta de 21.990 euros (14.836 por persona), pero también una de las más desiguales. La tasa de riesgo de pobreza en Madrid se sitúa en 2021 en el 21,6% de la población, por lo que cerca de millón y medio de personas en nuestra comunidad están en riesgo de exclusión, un 4,85% más que en el 2020. Una región a dos velocidades, el sueño del neoliberalismo hecho realidad.
Por eso es tan importante defender con uñas y dientes nuestra sanidad pública, y evitar que sigan mercadeando con nuestra salud. Apoyando a nuestros sanitarios, a sus huelgas y a sus movilizaciones. Haciéndoles sentir que no están solos, arropándoles. Convirtiendo la frustración de luchar contra unos políticos clasistas en alegría. No solo porque tenemos razón, sino porque vamos a vencer. No solo porque está en juego nuestra dignidad, sino porque nos va la vida en ello.