Por Raúl González
El Club Deportivo Independiente de Vallecas se fundó en el año 2018. Este equipo utiliza el deporte como herramienta para la transformación social en busca de una sociedad más justa e igualitaria y contra el fascismo, la homofobia, el racismo, la xenofobia, el machismo, la exclusión social, el individualismo, la especulación y el clasismo. Todo ello a través del balompié, con su equipo masculino y, por supuesto, también con el femenino.
Un club con alma, que trasciende lo meramente deportivo para involucrarse en el día a día del barrio, en la compleja realidad social de Vallecas. En definitiva, un equipo diferente que cuenta con casi 400 socios y socias.
Daniel Palacino, uno de los fundadores del Independiente y que, en la actualidad, ostenta además el cargo de presidente, explica a Vallecas VA cómo “esta bendita locura arrancó con una conversación muy informal, casi en broma, en verano de 2018, entre cerveza y cerveza”. “Pronto comprendimos que Vallecas era el lugar idóneo para desarrollar un proyecto de estas características. La mayoría éramos seguidores del Rayo, hartos de este fútbol galáctico, hartos de ser el último mono, de no tener ni voz ni voto. Poco a poco nos fuimos liando y, sin casi saber cómo, acabamos por fundar un equipo de fútbol popular por y para sus aficionados”, asegura.
Este vallecano se siente orgulloso de las raíces de esta entidad, además del barrio donde ha podido desarrollar la práctica deportiva a través de una especie de simbiosis con Vallecas que, a su juicio, ha sido la clave del éxito. “Vallecas, su historia, su tradición obrera, asociacionista, de lucha vecinal, son las razones de ser de este proyecto que es un homenaje a todo eso que hace especial a este barrio. En relación a lo que nosotros podemos aportar, fundamentalmente un modelo de club de lo que ha venido a llamarse ‘fútbol popular’, que hasta ahora no existía no solo en Vallecas sino en la ciudad de Madrid”, señala. “Somos un club de fútbol que, con los pies en el suelo y siendo realistas acerca de las dificultades que entraña, queremos ser ambiciosos y demostrar que se puede ganar prescindiendo del dinero de las apuestas, de las inmobiliarias o de otra serie de negocios que, entendemos, le son perjudiciales al barrio”, enfatiza el presidente.
Esta filosofía se traduce en todo tipo de iniciativas, ayudas y colaboraciones con distintas asociaciones vallecanas como Somos Tribu VK. Desde donaciones a recogidas de ropa o juguetes, pasando por el apoyo a trabajadores y vecinos en diversos conflictos. “Intentamos que cada partido en casa sirva para dar visibilidad a una causa”, señala Daniel.
Gran aceptación
Lo mejor de esta entidad ha sido demostrar que este proyecto es posible y la gran aceptación que ha tenido en el barrio. Es raro que un club de la última división del fútbol madrileño, que lleva tres temporadas intentando ascender a Segunda Regional y que acaba de inaugurar el femenino, tenga casi 400 socios. Lo peor son las dificultades estructurales del proyecto que no van a poder solventarse en el corto plazo: el déficit de instalaciones deportivas en Vallecas y su elevadísimo precio comparado con el resto de municipios. Eso les hace competir en desigualdad de condiciones.
Sin duda alguna, la Covid-19 ha afectado de manera decisiva. “En el momento en el que se paralizan las competiciones, la cantidad de gente que venía a La Unión a disfrutar de los partidos y el colorido de la grada eran absolutamente espectaculares. De no haber habido pandemia nadie sabe dónde estaríamos ahora a nivel social y deportivo. Hemos conseguido mantenernos, pero es evidente que mermó nuestro crecimiento”, puntualiza Daniel.
Sin embargo, a pesar de las circunstancias negativas, los responsables de esta entidad se han mantenido firmes en su mentalidad, que llevan expandiendo desde su fundación. “Intentamos que cada día seamos más y fomentar una cultura de participación real en un club que pertenece a las socias y socios y cuya gestión del día a día debe recaer de manera efectiva en éstos. El fútbol se ha convertido desde hace muchos años en un producto de consumo y eso ha calado y está ahí. Pelearse contra eso no es fácil, pero es necesario”, dice el dirigente de este equipo vallecano.
Claves de futuro
Su futuro, siempre incierto, se presenta repleto de ilusión. Daniel Palacino concluye expresando los deseos del club a largo plazo: “Que pueda mantenerse a medio plazo dependerá sobre todo de dos circunstancias: poder disponer de la cesión de alguna instalación municipal que haga que podamos tener más categorías, aumentar los ingresos y reducir los costes, y, sobre todo y fundamentalmente, que sigamos creciendo en masa social y en participación. Un club autogestionado, horizontal, popular y democrático necesita socias y socios, pero sobre todo personas que les apetezca involucrarse en la gestión”, apostilla.