ROBERTO BLANCO TOMÁS
“Yo soy un cliente habitual de Caja Madrid. Me ofrecieron esto, les dije que si había algún problema y me dijeron que no, que no me afectaba para nada, que podía sacar dinero cuando quisiera… Y ahora me encuentro con esto”, nos cuenta Antonio Toril, vecino de Entrevías afectado por el “fraude de las preferentes”, un instrumento financiero “complejo” y “de riesgo elevado”, según la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Es precisamente por estas características que sus comercializadores están obligados a “advertir expresamente y de forma suficiente de sus riesgos: principalmente íliquidez, rentabilidad no garantizada y pérdidas cuantiosas en el capital invertido”, nos explica Javier Contreras, responsable de Ahorro-Inversión de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (ADICAE). “Masivamente —continúa—, todas las entidades financieras españolas colocaron las participaciones preferentes emitidas por ellos mismos a sus propios clientes, sin advertencia de riesgos y colocándolo como si fuese una imposición a plazo fijo. Necesitaban captar dinero en época de crisis, y optaron por la forma más beneficiosa para ellos y peor para el consumidor: emitir participaciones propias que les computaban como fondos propios en su balance, fortaleciéndolo junto a la aparente solidez de la entidad. En cambio, el consumidor ve totalmente inmovilizado su ahorro en un producto perpetuo y se coloca como accionista del banco, pero sin ningún tipo de derecho de voto ni similar”.
El “afectado tipo”, explica Contreras, es “aquella persona que ha podido ahorrar durante su vida. De hecho, ha sido un producto claramente centrado en un perfil de edad avanzada (70-80 años), ya que desde las entidades se han valido de la confianza de los clientes de toda una vida, usando el gancho de la rentabilidad pero omitiendo los riesgos que implicaba su contratación, sobre todo el relativo al plazo o a la garantía sobre el nominal”. Es el caso de Antonio: “yo llevo un cerro de años, toda mi vida, con Caja Madrid… Y una faena de éstas es dolorosa, claro”, confiesa este vecino, que destaca que el suyo no es un caso aislado y que conoce a más vallecanos en su misma situación.
En cuanto a la situación actual del problema, Contreras nos cuenta: “La mayoría de las entidades han procedido a canjear estos productos por otros igualmente tóxicos como son deuda subordinada, obligaciones o bonos convertibles en acciones o acciones propiamente, con lo que los afectados han tenido que asumir nuevas pérdidas sobre el nominal inicial. En los casos en los que aún no se ha procedido al canje, se hará finalmente por acciones de entidades que aún no han salido a Bolsa o que, como Bankia, han caído en su cotización más de un 95% desde su salida. Por lo tanto, no es la solución que demandan y se merecen todos los pequeños ahorradores engañados. La solución tendría que pasar por devolver el dinero líquido o en productos sin riesgo con un plazo de vencimiento breve y sin penalización de ningún tipo, caso de que el titular necesite liquidez inmediata. Eso es lo único que desde ADICAE estaríamos dispuestos a aceptar y que tiene que salir de las propias entidades financieras, a instancias, en su caso, del Gobierno, que se ha escudado en que es Bruselas quien impone las tremendas quitas a los afectados… Pero ellos han tenido margen de maniobra para instrumentar una mediación en la que tengamos presencia las asociaciones de consumidores, y no lo han hecho. Al final, han considerado a cientos de miles de pequeños ahorradores como inversores, y les han relegado a la vía judicial, con el tiempo que ello conlleva. Afortunadamente, como asociación de consumidores, tenemos la posibilidad de plantear demandas judiciales colectivas que impliquen menos costes para los afectados”.
Pero a menudo se une otro problema al fraude descrito: “algunos de los engañados ven con vergüenza su situación —comenta Contreras—, y aún en determinados casos piensan que el empleado no buscaba engañarle o no sabía lo que hacía. Deben superar esta idea errónea y darse cuenta que son uno de los más de un millón de afectados que hay en España por la colocación fraudulenta de estos productos tóxicos, y que las entidades sabían perfectamente lo que hacían abusando de la confianza del pequeño ahorrador para mejorar sus márgenes de beneficio o en algunos casos incluso ‘alejar el fantasma’ de una posible quiebra”. En este sentido, Antonio lo tiene claro: “Siempre nos da un poquito de reparo, porque nos vemos tan impotentes… Pero tendremos que luchar por lo que es nuestro”. Para ello, una vez que se dio cuenta de que el asunto no era como le habían contado en el banco, “traté de informarme todo lo posible, y conocí entonces ADICAE… Me hice socio de ellos, y allí estoy…”.
En la asociación, la actividad es constante. “En el terreno político —explica Contreras—, instando al Gobierno y a los partidos a que ofrezcan una solución justa para los afectados. Hemos conseguido avances y que se aprueben mociones de ámbito más local, pero lamentablemente es una vía que con el Gobierno no ha sido efectiva, al dejar claro que asumen lo dispuesto por Bruselas”. También, “fuimos los primeros en dar la voz de alarma sobre este fraude masivo a la CNMV, que debía haber impedido que esta situación se diera. Posteriormente, comenzamos una labor de recogida de documentación, testimonios, etc., por parte de todos los afectados que acudían a nosotros en busca de información, ya que las entidades en ningún momento fueron transparentes ni facilitaron las cosas a los afectados, para que no terminara de estallar el asunto. En muchas ocasiones, además, bajo la promesa de una solución inmejorable a futuro, para que estuvieran tranquilos y no reclamaran sus ahorros. Tras lo anterior, intentamos llegar a acuerdos extrajudiciales con las entidades mediante demandas de conciliación, pero solo ha sido factible llegar a un solución digna con La Caixa. Frente al resto de entidades no nos ha quedado más remedio que interponer demandas judiciales colectivas”.
“La movilización también es una constante de ADICAE en los últimos tiempos —continúa—, como recurso para ejercer presión ante entidades, instituciones y partidos. Desde el principio hemos querido concienciar a la gente para que colabore con la Asociación en la recuperación de sus ahorros, acompañándonos a reuniones con políticos, envíos de reclamaciones y denuncias, declaraciones en los medios, acciones reivindicativas, y de salir algunos cientos de personas a la calle hemos pasado a manifestaciones con miles de perjudicados por este tema”.
El responsable de Ahorro-Inversión de ADICAE nos deja algunos consejos: “Que a partir de ahora, antes de firmar cualquier producto con su entidad financiera, desconfíen y reflexionen sobre la conveniencia del producto de acuerdo con sus intereses, o que soliciten el asesoramiento de una asociación de consumidores especializada como ADICAE”. Además, sobre este fraude concreto, “en el caso de las entidades intervenidas como Bankia, donde la problemática es mayor, les aconsejamos que no se conformen con las cuantiosas pérdidas que supone el canje obligatorio por acciones y las quitas, que implicarán importantes mermas sobre el valor inicial, y por tanto que reclamen vía judicial o por el mecanismo del arbitraje que algunas de ellas están implementando para resolver el fraude. Si bien se está demostrando que esta última alternativa está siendo discriminatoria y se ha convertido en una ‘lotería’ que pervierte el sistema arbitral de consumo tal y como lo conocemos, por el carácter no universal del mismo y por resolverse por parte de consultoras pagadas por las propias entidades financieras”.
Antonio, por su parte, nos informa de que, organizados a través de la Asociación de Vecinos La Paz y de ADICAE, “hacemos un jueves al mes una concentración para que nos vea la gente”. La intención es “que los afectados se animen y vean que esto no es un problema personal de uno, sino de todos aquellos que tienen preferentes”. Este vecino anima a posibles lectores afectados: “que no les de miedo: que salgan a la calle y miren por lo suyo… Que luchen y trabajen por lo que es suyo, nada más”.
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