Cañada Real, unidos por la luz

La manifestación del 4 de noviembre. Foto: Javier Baeza

Sus vecinos reclaman el derecho a tener suministro eléctrico tras varias semanas de cortes en la red

Por Jesús Arguedas/ Redacción

El pasado 2 de octubre un corte en el suministro eléctrico dejó sin luz a las 900 familias que, en la actualidad, viven en el sector 6 de la Cañada Real, el más vulnerable de este ámbito. Este es el punto de partida de la lucha de los vecinos de la antigua vía pecuaria que reclaman el derecho a tener suministro eléctrico tras varias semanas de cortes en la red. Durante el último mes han protagonizado diferentes actos de protestas, entre ellos una concentración el 21 de octubre y el último, una manifestación el 4 de noviembre, autorizada por Delegación del Gobierno, que comenzó en el inicio del sector 6 y recorrió tres kilómetros de la Cañada y en la que participó más de un centenar de personas. Estas familias recuerdan que el Pacto Regional por la Cañada Real Galiana, firmado el 17 de mayo de 2017, incluye el compromiso de las administraciones de rehabilitar el suministro de luz al objeto de dignificar las condiciones de vida de los habitantes de Cañada.
Vallecas VA ha convivido durante las últimas semanas con los vecinos del sector 6 para contar su de por sí complicado día a día, agravado por la falta de electricidad.

“Queremos, necesitamos que ustedes tengan otra imagen de nosotros”, eso es lo que de una y otra manera nos decían. Desde el principio, me quedó clara que nuestra misión era “comunicar” la realidad del día a día de la mayoría de familias y vecinos que viven en el sector 6, que forma parte de Villa de Vallecas, y en el que, de sus 6 kilómetros, solamente en unos cientos de metros hay pequeñas y alguna gran plantación de marihuana.
Aterrizamos el martes 13 de octubre, varios días después del corte de tráfico en la A-3, que dio a conocer públicamente la difícil situación en la que se encontraban los vecinos, las familias del sector 6 de Cañada que se encontraban sin luz, salvo por pequeños períodos de apenas horas que se producían de manera totalmente arbitraria. Ese mismo día apenas pudimos estar una hora acompañando a las mujeres marroquíes y a sus hijos, que durante varios días cortaron el tráfico, poniéndose en primera línea, en el puente que accede a La Paloma (vertedero de Valdemingómez).

Conversaciones
El miércoles 14 ya pudimos estar durante todo el corte de tráfico y escuchar varias de las historias reales de las mujeres que contaban en primera persona cómo lo estaban viviendo. Desde una joven estudiante de 2º de Bachillerato en el instituto de Santa Eugenia que, al no poder seguir sus clases por internet en su casa, se tenía que quedar en la biblioteca de ese barrio hasta las 20:30 horas para, a continuación, andar durante al menos una hora por zonas sin luz y por el campo hasta llegar a su domicilio. O la de otra madre joven con su pequeña de no más de 2 años en brazos con un par de tubitos transparentes que desde ambos orificios de su pequeña nariz llegaban hasta una pequeña mochilita que colgaba de la espalda de su progenitora. Ya por la noche, nos contó que requiere de otro tipo de medicación que sí precisa de un pequeño motor y que no se la puede dar. Explicó que los médicos le aconsejaban que la llevara al hospital para que fuese internada a lo que les respondía, que no podía dejar a sus otros dos hijos solos, ya que su marido trabajaba.

La pancarta de la protesta del pasado 21 de octubre. Foto: Alberto Astudillo

Así fueron varias las “vidas reales” que sufrían estas mujeres y madres. Ante todo ello, intentábamos comunicarles que haríamos todo lo posible para hacer saber a todos los vallecanos que la “vida real” de ellas era ésta y no la que frívolamente o malintencionadamente daban mayormente en los medios de comunicación, principalmente en las televisiones. Que íbamos a poner todo nuestro empeño en que así fuera. Lo que nos partió el alma y nos inundó de una tremenda impotencia, fue cuando una de ellas nos respondió: “pero ustedes salen a principios de noviembre y nosotros mañana seguimos sin luz, ¿de qué nos sirve su periódico?”. Esa misma noche, entendimos que teníamos que mover más recursos para en el día a día tratar de comunicar por video y fotos esta “difícil realidad”, que pasaba tan inadvertida a unos pocos kilómetros del Puente de Vallecas y que además administrativamente pertenece al distrito de Villa de Vallecas.

Dos semanas
Desde ese día y durante dos semanas, mañana y tarde, hasta bien entrada la oscuridad, aprovechábamos para conocer y conocer a tantos y tantos vecinos. Conocimos a muchos de entre quienes destacamos a Ros, Juanjo, Blanca, Rocío, Pablo, las tutoras de la ludoteca, los “grandes gitanos” y, sobre todo, los tan hermosos y lindos adolescentes y jovenzuelos que permanentemente nos gastaban sus bromas en plena calle queriéndose ganar el afecto del “piriodista”.

A todos ellos agradecemos el tremendo aprendizaje, las profundas vivencias, la huella que deja en el corazón, cuando desde la cabeza limpia de prejuicios y el corazón abierto para dejarse ser “tomado”, uno decide buscar “el encuentro” con la sencilla actitud de estrechar, profundizar y proyectar conjuntamente las propias vidas.

La marcha desde la Cañada hasta la oficina del Comisionado, en el Ensanche de Vallecas. Foto: J. Arguedas

Nuestro interés era sencillamente conocer en persona la realidad de los vecinos al verse sin luz, sin energía eléctrica. Preguntamos a una profesora de la ludoteca, (lo que sería una escuela infantil de 0 a 3 años), que la lleva El Fanal, sobre el espíritu o la esencia de las gentes del sector 6 de la Cañada. “Es un espíritu muy solidario y bondadoso, siempre te ofrecen todo lo que pueden, son una gente muy amable, muy humilde, me recuerda a la gente de esos pueblos pequeños que no están en ciudades grandes y que si vas siempre tienen un trozo de pan para ofrecerte, para ayudarte, este es el espíritu que yo veo aquí”, nos contestó.

‘Respirar’ Cañada

En uno de los paseos a las 7 de la mañana, tratando de “respirar” Cañada, nos encontramos con Patricia, que acababa de dejar a su hija de 10 años en el autobús de la ruta para el colegio. Nos saludamos, no nos conocíamos, entablamos una sencilla y sincera conversación, en poco más de 5 minutos, nos contó lo más significativo de su vida, desde la edad que tenía hasta la situación familiar, sentimental, su forma de ganarse la vida, para terminar diciendo que no se podía imaginar más feliz, viviendo de otra manera. Lo que nos conmovió fue cuando dijo que se le ponía la piel de gallina al sentir lo que amaba a su marido por como acogió desde el principio a los hijos de su anterior matrimonio.

Terminamos ese breve, pero muy rico encuentro despidiéndonos. Seguíamos nuestro camino cuando una su voz firme dijo, “oiga, para lo que necesite aquí tiene su casa”. Al escuchar esa sentida invitación, nos acercamos y nos señaló las tres ventanas del esquinazo de su casa, terminando por decir: “solamente ha de llamar con los nudillos a cualquiera de estas ventanas”.

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